La vivienda nueva y de segunda mano se distancian en precios y movimientos. Mientras que el descenso del coste del metro cuadrado en nueva construcción alcanzó el 7,7 por ciento durante el tercer trimestre del año, en edificaciones usadas la caída apenas rozó el 0,3 por ciento. “Los particulares se resisten a adaptar el precio a las nuevas condiciones del mercado y eso justifica el estancamiento en las ventas”, asegura el gerente de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Pontevedra (Aproin), Miguel Font. Cada vez cuesta más vender inmuebles de segunda mano y la situación se complica cuando se trata de viviendas unifamiliares, que por su elevado coste también representan mayores dificultades de financiación y empiezan a salir al mercado en régimen de alquiler.

El frenazo en las transacciones de compraventa explica el que por primera vez las inmobiliarias viguesas oferten vivienda unifamiliar para arrendar y a precios asequibles. “Es un fenómeno que se viene detectando cada vez más a lo largo de este año y que no es exclusivo de particulares”, señala Pablo Campos desde la empresa Inmonor, que confirma que incluso hay promotores que ante la caída de las ventas han decidido alquilar sus viviendas nuevas antes de seguir perdiendo dinero con ellas vacías.

Esta circunstancia explica el que los carteles de se alquila se hayan extendido desde los bloques de pisos a urbanizaciones de adosados, hasta ahora destinados casi en exclusiva a venta. El arrendamiento se presenta como la alternativa menos mala para promotores y particulares que necesitan dinero rápido y una opción interesante para los inquilinos que no pueden desembolsar 400.000 euros por una casa.

Los promotores advierten de que los precios en chalés de segunda mano en la ciudad están “muchas veces inflados” y ponen como ejemplo los entre 430.000 y 500.000 euros que solicita un particular por un adosado estos días en San Miguel de Oia. No es la única zona que mantiene su elevado caché, pues las cifras se repiten en las urbanizaciones de la Carretera Provincial, en Canido, las inmediaciones de Gran Vía o en Castrelos, donde se oferta un adosado de segunda mano por 426.000 euros en inmobiliarias e internet.

Sin excesivo stock

El mensaje de Aproin es tranquilizador porque “aún no hay un stock escandaloso de vivienda unifamiliar”, aunque sí advierten de que estos precios -entre 60 y 80 millones de las antiguas pesetas- “no tienen justificación en el mercado actual, donde muy pocos pueden permitírselos”, lo que dificulta el cierre de operaciones inmobiliarias.

En opinión del gerente de la asociación, lo que el vendedor debe entender es que una edificación que hace siete años costó 200.000 euros puede venderse hoy con un margen de ganancia del 30 o el 40 por ciento, pero no por el doble o el triple, pues lo normal es que requiera reformas para adaptarla a las nuevas condiciones técnicas exigidas por ley. Una demostración de que los precios actuales no se adaptan al bolsillo es que, tal y como detecta la empresa de tasaciones Tinsa, la actividad del sector ha bajado y “continúan activos los mismos anuncios de principios de año. La gente sigue a la expectativa en espera de un descenso del precio”, señalan sus portavoces en el sur de la provincia.