Seis edificios apuntalados por riesgo de desplome, uno derruido, otros cuatro abandonados y sólo cinco mantienen algún inquilino o sus bajos con algún negocio de hostelería. Éste es el calamitoso estado en que se encuentra la fachada de O Berbés, el más claro ejemplo del deterioro que acumula desde hace décadas el Casco Vello de Vigo. Con el derribo de un primer bloque de tres pisos el pasado mes de agosto se dio por iniciado el tan ansiado proceso de rehabilitación, pero ocho meses después nada ha cambiado en la plaza. Un banco, una confitería, un pequeño grupo de restaurantes y dos balcones con ropa tendida en los edificios números 21 y 9 son los únicos indicios de habitabilidad en una calle que sirvió de refugio de pescadores y se ha quedado con el tiempo prácticamente sin vecinos.

No es una excepción dentro del barrio con más historia de la ciudad, donde hace un año el Consorcio Casco Vello tenía contabilizadas aproximadamente ochenta viviendas en estado ruinoso, cifra que supera el centenar si se contabilizan los que, sin riesgo de desplome, se encuentran en “muy mal estado”.

Las viviendas abandonadas dejan sin vida al barrio y le añaden en ocasiones problemas de salubridad o seguridad, ya que los vecinos denuncian la ocupación de muchas de ellas por parte de indigentes y la acumulación de basura y destrozos importantes en su interior.

El incendio de ayer en Pescadería fue otro susto más en quince días en los que el barrio ha pasado por una explosión en un restaurante y una redada policial contra la falsificación de ropa. “No paramos”, denuncia Asunción R., vecina de la calle Cárcere Vello y dueña de un comercio en A Pedra, que pide más vigilancia.

La otra gran reclamación de los vecinos es “acabar con las trabas burocráticas para remodelar edificios”, denuncia el responsable de la Confitería “O Berbés”. Su negocio tiene una pared apuntalada tras derribar una empresa en agosto el inmueble colindante. “Se sabe que quieren edificar pero no dan facilidades y así no hay forma de levantar esto”, denuncia este empresario.

Su preocupación es la misma que la de los comerciantes de A Pedra, que lamentan “las restricciones y la lentitud para obtener permisos de obra dentro del barrio”. El susto de ayer no les pilló por sorpresa e incluso les sorprende que no se repitan más a menudo. De hecho, hablaban los testigos de otros dos incendios de menor alcance en los últimos siete días, que estarían siendo investigados. En la mayoría de los casos los fuegos se producen en viviendas abandonadas o en solares vacíos.