Besos, abrazos y saludos, muchos saludos. La celebración del Día de Galicia volvió a convertirse en la cita social por excelencia del verano vigués. Representantes de todos los sectores de la ciudad acudieron a un evento que va camino de convertirse en un "imprescindible" del calendario y que, vistos los atavíos de los participantes bien podría tratarse de los asistentes a la celebración de una boda.

La música de Son de Seu abrió un acto en el que la novedad fueron las sillas. Por vez primera, los presentes, aunque no todos por lo numeroso de la concurrencia, pudieron disfrutar sentados de la música y de los discursos. Unos asientos ocupados, entre otros, por los ediles de la corporación, acompañados por la conselleira de Pesca, Carmen Gallego; la secretaria xeral para a Igualdade, Carme Adán, o la senadora Carmen Silva, entre otros políticos.

El mundo de la cultura tampoco se quedó atrás. Entre ellos estaban las escritoras María Xosé Queizán o María do Carmen Krukenberg, que estuvo acompañada por el presidente de la Fundación Laxeiro, Carlos Príncipe. La Federación Vecinal tampoco se perdió el acto, con su presidenta, Elena González encabezando la delegación.

Además, participaron los cónsules de países como Uruguay, Venezuela o Gran Bretaña y fuerzas sindicales. También fue nutrida la representación de los cuerpos de seguridad y de la Armada, entre los que estaba el nuevo comandante, Rafael Ceñal, que mantuvo una charla con el obispo de Tui-Vigo, José Diéguez.

El presidente de la Autoridad Portuaria, Jesús Paz ; el Valedor do Cidadán, Luis Espada, o el subdelegado del Gobierno, Delfín Fernández, fueron otros de los asistentes entre los que se echó de menos a más representación del mundo económico. Y todos ellos acabaron en pie, cantando el Himno Galego a ritmo de una gaita y, posteriormente, degustando unos sabrosos pinchos.