Síguenos en redes sociales:

Un mar de lodo dentro de casa

Un mar de lodo dentro de casa

Caminan por el bajo de la casa, en Cabral Becerreira, con botas de agua. Los electrodomésticos, salvo el congelador -para el que el técnico logró hacer un apaño provisional- están desenchufados, porque de lo contrario se iría la luz, y la vieja cocina de butano permite, al menos, preparar la comida y calentar el agua como antaño para ducharse, ya que el termo es eléctrico. Toda la planta baja está cubierta de una gruesa capa de barro, y el mismo aspecto presenta buena parte de la finca, donde el lodo ha cubierto el césped e invadido también un galpón con herramientas que ha quedado inservible.

"Empezó a salir el agua a borbotones a las doce menos cuarto, y paró a las seis y media de la tarde. Salían piedras como puños", explica María Jesús Veiga, que habita la vivienda con su marido y dos hijos. El colector del alcantarillado que pasa bajo su casa no soportó la presión por las fuertes lluvias del viernes, y la arqueta situada en el interior acabó por reventar. "El agua lo inundó todo, y la finca parecía una piscina", añade Veiga. La luz faltó hasta las once de la noche. Un día de locos.

Daños

Nevera, lavadora, secadora. cocina vitrocerámica. Todo apagado por la avería eléctrica que provocó la tromba. El bajo de la vivienda, cubierto de barro hasta tal punto que uno de los coches estaba ayer aún inmovilizado ante la imposibilidad de sacarlo. La familia llamó a un notario para que levantara acta, y avisó previamente al 092, que tramitó la correspondiente denuncia. A mediodía todo seguía igual. "Esta tarde vendrá un perito a hacer una valoración de los daños. Creo que se han quemado algunos electrodomésticos, y lo que había en el galpón ya no sirve", explicaba Veiga.

Fuera de la finca también se dejaron sentir los daños de la riada. En la carretera que pasa frente a la casa el agua que corría por el subsuelo abrió un enorme socavón de tres metros de profundidad y diez de largo. La zona quedó precintada, y ayer los operarios trabajaban en la reparación. "Es la primera vez que me pasa algo así. Subía el agua sin parar", se lamenta Veiga.

Pulsa para ver más contenido para ti