Galicia aplica un plan para atajar los abusos de opioides como el fentanilo

El área de Vigo encabeza la estrategia para limitar su uso a pacientes oncológicos y paliativos

Orienta a los médicos para retirar morfina, oxicodona y similares a crónicos con otras patologías

Un bote con una muestra de fentanilo

Un bote con una muestra de fentanilo / FDV

Daniel Domínguez

Daniel Domínguez

Las imágenes de zombies por las calles de Filadelfia han encendido las alarmas mundiales sobre el impacto que el mal uso de opioides como el fentanilo puede causar. El propio Gobierno central reconoce que “en los últimos años el consumo de opioides se está convirtiendo en un problema de salud que encuentra su mayor exponente en Estados Unidos”.

España se encuentra lejos de vivir escenas como las de enganchados a esa droga incapaces de caminar por la calle, pero reconoce que existe un abuso en el sistema sanitario del recurso a este tipo de fármacos. Galicia se encuentra a la cabeza en su consumo, pero ya aplica un plan, con el área sanitaria de Vigo a la cabeza, para atajar abusos y limitar todavía más su prescripción, en sintonía con la orden gubernamental de abordar esta problemática.

Gobierno y autoridades sanitarias de las comunidades detectaron hace dos años que algo no funcionaba bien en el uso de este tipo de fármacos (morfina, fentanilo, oxicodona, tramadol…), los principales anuladores del dolor que existen. De hecho, el fentanilo es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina. Su uso, por tanto, está muy regulado.

En principio, su prescripción se limitaba a pacientes oncológicos y para cuidados paliativos o terminales, pero comenzó a extenderse de manera puntual a quienes sufrían dolores crónicos debido a artrosis, o problemas de espalda o cervicales derivados a accidentes de tráfico, por ejemplo. “Ese fue el gran problema”, apunta Raquel Xoubanova, farmacéutica de Atención Primaria del área sanitaria de Vigo y única gallega incluida en la configuración del plan estatal de control de opioides, aprobado el pasado julio. Estos fármacos comenzaron a ser recetados por los médicos de Primaria para esos casos y muchos pacientes comenzaron a engancharse y a ingerir dosis “estratosféricas”, lamenta Xoubanova.

Las cifras apuntalan sus declaraciones. Los pacientes con estos tratamientos están supervisados por el Sergas. En la actualidad, la cifra alcanza los 6.000, cuando un año antes era de 4.000: un 34% de incremento. Entre las razones de la alta prevalencia de los opioides en Galicia se encuentra también su envejecimiento y los problemas crónicos asociados, como precisamente la artrosis. “Los opioides no son lo más indicado para el tratamiento de dolor no oncológico”, apunta Xoubanova, aunque en casos puntuales sí puedan emplearse.

Por ello, el Sergas detecta pacientes mayores de 80 años con dolencias crónicas adictos a parches de fentanilo, igual que víctimas de accidentes de tráfico de entre 40 y 60 años. El escudo para evitar las escenas de Estados Unidos se llama sanidad pública. “Allí, te prescriben ese medicamento y cuando te dan de alta, aunque hayas generado una adicción, te vas para casa y muchos acaban enganchados. Aquí se realiza un control y seguimiento”, diferencia Xoubanova.

Decálogo

El Plan estatal de optimización de la utilización de analgésicos opioides en dolor crónico no oncológico en el Sistema Nacional de Salud destaca precisamente “la necesidad de estudiar las posibles causas del incremento que se observa [del consumo] y de establecer estrategias de actuación, consensuadas y basadas en la mejor evidencia posible, con el objetivo de optimizar la prescripción y evitar posibles situaciones de utilización inadecuada de estos medicamentos”. Una de esas medidas pasa por elaborar un decálogo de recomendaciones para prescribir estos fármacos, así como un protocolo para identificar qué pacientes pueden tener más riesgo de adicción, mejorar el tratamiento de esta y sensibilizar a la población.

“Hay pacientes con más riesgo de adicción, como aquellos que hayan abusado del alcohol y otras drogas, hayan sido víctimas de abusos sexuales, sufran depresiones mayores... No deberían empezar con opioides”, alerta Xoubanova.

Galicia ya se ha adelantado en la aplicación de medidas para atajar la sobreprescripción de estos opioides, con al menos el área de Vigo a la vanguardia. “Y ya estamos viendo que no se prescribe tanto”, destaca esta farmacéutica.

En esa área, se creó un grupo dentro comité del dolor con cuatro miembros: un médico y una farmacéutica de Primaria, una psiquiatra y una anestesista. “Revisamos cada mes los pacientes y los casos con conductas problemáticas”, expone. En estas últimas situaciones, se aplican protocolos para reducir la dependencia de los opioides, como la rotación de medicamento (del fentanilo a la morfina, por ejemplo) y otras “técnicas de bloqueo” de sus efectos. “Alguno incluso es ingresado en el hospital para hacerlo”, añade Xoubanova.

Las consecuencias de un abuso de estos fármacos tan potentes son peligrosas y pueden comprometer la vida de un paciente. “A nivel físico, pueden generar vómitos, estreñimiento e incluso depresiones respiratorias, que pueden causar la muerte”, relata la farmacéutica del área sanitaria viguesa.

De momento, el plan estatal no está finalizado, pues resta incorporar los últimos datos sobre prescripciones enviados por las comunidades, así como fijar nuevos indicadores para medir el consumo o la “estandarización de criterios de retirada (protocolo de deprescripción) y de rotación de opioides e identificación de malos respondedores”.

Para abordar esta cuestión, en Vigo se celebrará los días 17 (Día del dolor) y 18 un curso precisamente impartido por los integrantes del comité del dolor sobre cómo abordar esta problemática.

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El envejecimiento que caracteriza la sociedad gallega constituye una presión extra sobre el sistema de salud y constituye una de las causas de que la comunidad se encuentre a la cabeza en el consumo de opioides, especialmente del fentanilo de liberación inmediata inhalado o en formato de pastilla para colocar debajo de la lengua.

Se han prescrito demasiado para patologías crónicas que generan gran dolor, como artrosis, ciática o problemas lumbares, que afectan en mayor medida a personas de avanzada edad.

A nivel general, en cinco años el consumo de fentanilo se ha disparado en España, con un 39,6% más de envases, un 52% más en facturación y un 33% más en dosis, siempre con prescripción médica y sin que se haya detectado un uso al margen de los conductos legales ni episodios similares a los registrados en las calles de ciudades de Estados Unidos, según las estadísticas del Ministerio de Sanidad.

Sin embargo, existen grandes diferencias entre comunidades. Galicia es la segunda comunidad con mayor uso de fentanilo, con 3,37 dosis por cada mil habitantes y día (DHD), solo superada por Valencia con 3,75 y lejos de las 1,54 de La Rioja. En el caso de opioides mayores, Galicia lidera la clasificación con 7,74 DHD por las 3,57 de La Rioja.

El propio informe del Plan nacional contra los opioides recoge precisamente que más de una cuarta parte de los nuevos enfermos con estas prescripciones son no oncológicos. “Los pacientes sin diagnóstico de cáncer representaron un 27% de los nuevos usuarios de estos medicamentos y predominantemente fueron mujeres. El diagnóstico asociado mayoritariamente entre estos pacientes no oncológicos fue el de alteraciones musculoesqueléticas”, recoge el citado documento de Sanidad.

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