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¿Cómo identificar a un superdotado más allá de los estereotipos?

La detección de escolares gallegos con altas capacidades se dispara un 45% tras el nuevo protocolo

Alumnos de un colegio vigués atendiendo en clase.

Galicia cuenta con un protocolo específico para atender los casos de escolares superdotados y para contribuir a la detección temprana en los centros educativos, una iniciativa que ya se hace notar. Así lo demuestran los datos del Ministerio de Educación que siguen la evolución de estudiantes inscritos desde Infantil a BUP o FP encuadrados en el grupo de escolares con necesidades específicas de apoyo educativo por tener altas capacidades intelectuales.

En el último curso del que hay datos, que fue el de la irrupción de la pandemia, 2019/20, se incorporaron 271 escolares a un listado que asciende ya a un total a 2.291 alumnos que pueden calificarse de superdotados, talentosos o precoces, en función de si destacan de forma general en muchas áreas, si sobresalen especialmente en alguna o si manifiestan muy temprano “una predisposición a entender las cosas de una manera diferente”, como apunta Miriam Fernández, de la 'spin-off' Latento, experta en identificación, orientación e intervención de altas capacidades. Esos 271 casos nuevos suponen un 45 por ciento más que los nuevos anotados bajo ese epígrafe un año antes (187).

Con todo, las altas capacidades van mucho más allá del cociente intelectual, advierte Fernández, y los perfiles superan “clichés” estrictos y “prejuicios” como el de un niño de buenas notas sin amigos. Lo mismo advierte la Xunta en el protocolo: la casuística es tan variada como en el resto de la población.

Miriam Fernández, Paula Mouzo y Noelia Villaverde, cofundadoras de Latento
Miriam Fernández, Paula Mouzo y Noelia Villaverde, cofundadoras de Latento de FDV

De hecho, en el documento se indica que en ciertos casos esas altas capacidades vienen acompañadas de obsesiones, manías o incluso hipersensibilidad, pero también, como sabían Bill Gates o Steve Jobs, de rasgos de otras necesidades específicas de apoyo educativo, como podía ser en su caso la dislexia, pero también el trastorno del espectro autista o déficit de atención e hiperactividad.

Las niñas siguen siendo las grandes “camufladas”: solo un tercio

“A veces no es fácil encontrar todas las características de las altas capacidades porque están mezcladas con otras, bien de dislexia, de TDAH...”, señala Fernández, quien comenta cómo a los despachos de Latento llegan escolares que “ya vienen identificados como que tienen dislexia, trastorno del lenguaje... y al final de todo, harta la familia de escuchar que “también es muy creativo” o “muy inteligente”, se deciden a hacer la evaluación y cambia el paradigma e incluso las herramientas para trabajar”, sostiene.

También detectan más demanda temprana de los padres, que acuden, no tanto para “etiquetar” a sus hijos, sino a por “herramientas” para la parte emocional, para que “sean felices y se autorregulen mejor” al percibir en ellos una “alta sensibilidad”. “No llegan abrumados por la parte cognitiva, sino porque ven que sus hijos son mucho más sensibles, que todo les afecta más, que necesitan entender lo que sucede a su alrededor”, explica.

De 6 a 9 años es el momento “perfecto” para trabajar con estos menores

Por otro lado, aunque más escolares reciben una enseñanza que atiende a sus altas capacidades, el sistema está lejos de identificar al 8% de la población que en teoría posee esas habilidades, avisa: “Algo pasamos por alto en el aula”. Además, apenas un 31% de los casos en Galicia son niñas. Esa “infradetección” se debe a que, a partir de los seis años, las niñas empiezan a “esconder” esas capacidades y si no se hace una detección temprana es “muy probable” que puedan pasar desapercibidas. “A las niñas les importa mucho la pertenencia al grupo y cumplir las expectativas de profesorado y familia. Se normaliza que vayan bien”, apunta. De ahí lo relevante de la detección precoz, pero también porque de 6 a 9 años es el momento “perfecto” para trabajar estas potencialidades.

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