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Imagen de fondo: exámenes de Selectividad en la Facultad de Empresarial de la Universidad de VigoAlba Villar / FDV

Los jóvenes optan por continuar los estudios ante el desánimo a encontrar un puesto de trabajo

En un amplio informe, el Consello Económico e Social de Galicia ha radiografiado las opciones de conseguir un trabajo por parte de la juventud de la comunidad. Si ya de por sí es un sector, el de entre 16 y 29 años, sensible a los vaivenes del mercado laboral, la crisis iniciada en 2008 le golpeó de lleno hasta tal punto que en 2020, justo antes de estallar la pandemia, el empleo juvenil había caído a la mitad de los registros de 2008. Esta situación lleva al desánimo y a que en la última década haya aumentado progresivamente la tasa de jóvenes que optan por “permanecer fuera del mercado laboral”. Entre las causas de esta tendencia, el CES señala que ante las expectativas poco favorables para encontrar un empleo decidan seguir formándose, es decir, continuar con los estudios en sus diversas modalidades.

Con independencia de que la cohorte de entre 16 y 29 años haya descendido en 131.000 personas desde 2008 debido exclusivamente al declive demográfico, al Consello Económico e Social le llama la atención la caída en 10,5 puntos de la tasa de actividad, que refleja la parte de la población que tiene edad legal para trabajar y desea participar en el mercado laboral. En 2010 se situaba en el 59,2%, pero en 2019 bajaron al 48,7%, sin contar ya el pasado año, cuando la pandemia, las restricciones de movilidad y el estado de alarma alteraron toda la actividad económica.

Es decir, que algo más de la mitad de los jóvenes no están buscando empleo cuando al inicio de la anterior crisis económica en esta situación solo se encontraba el 37% y, en 2010, el 41%. El CES da algunas pistas sobre las razones que sustentan esta tendencia al alza en la última década, como que la juventud prefiere seguir estudiando dado que hay pocas posibilidades de firmar un contrato o de que los que aparezcan satisfagan sus perspectivas económicas.

“En un contexto demográfico descendente, los jóvenes gallegos optaron, cada vez en mayor medida, por permanecer fuera del mercado de trabajo por múltiples motivos: para conseguir más formación, por estar abocados al desempleo o porque por la ocupación que podrían optar no es suficientemente satisfactoria, ya sea por la remuneración obtenida o por las condiciones laborales de la misma. Pero cabe suponer también, en sentido inverso, que la gente joven se sigue formando ante las expectativas poco favorables que encuentran en el mercado de trabajo”, sostiene el informe del CES.

En cifras redondas, en 2019 eran unos 154.700 los jóvenes que buscaban un trabajo en Galicia, mientras que otros 163.000 no lo hacían porque en su mayoría (sobre el 90%) estaban estudiando.

La tasa de actividad volvió a bajar durante los tres primeros trimestres del pasado año, al 46,1%, pero es atribuible a las circunstancias excepcionales de la crisis sanitaria, como el confinamiento, que llevó a muchos parados a dejar de buscar trabajo.

El CES también cuestiona las políticas activas de empleo destinadas a fomentar una salida laboral para los jóvenes. Con la crisis de 2008, el paro se disparó en todos los sectores, pero a partir de 2012 hay una clara divergencia: los empleos comenzaron a recuperarse en el colectivo de 30 a 64 años mientras continuaron despeñándose entre los jóvenes. Así se llegó a 2019 con un aumento del empleo del 7,9% en el trabajador de más edad mientras que cayó en un 51,6% para el colectivo de 16 a 24 años y un 45,3% para el de 25 a 29.

“Estos porcentajes tan alarmantes muestran cuantitativamente el poco éxito de cualquier iniciativa de política activa destinada a la empleabilidad de este colectivo”, expone el CES.

Este comportamiento del mercado de trabajo tiene además otra consecuencia: el notable envejecimiento de las plantillas. “De contar estas, en 2008, con un promedio de 3 asalariados con menos de 30 años por cada 10 entre 16 y 64, en 2019 se pasó a solo 1,3 asalariados”, se recoge en el informe.

Concluye el Consello Económico e Social que la situación laboral a la que se enfrentan los jóvenes está “muy deteriorada” desde la crisis de 2008, de la que aún no se había recuperado cuando llegó el COVID, y que necesita una intervención “urgente”.

Otra consecuencia es el envejecimiento de las plantillas por falta de renovación

El informe fue presentado ayer por el profesor de la Universidade de Santiago Alberto Meixide, encargado del equipo redactor, y por la presidenta de la comisión responsable del trabajo en el CES, la sindicalista Maica Bouza. Además, los autores del trabajo estuvieron acompañados por la directora xeral de Emprego de la Xunta de Galicia, Covadonga Toca.

Todos los intervinientes coincidieron en señalar que el paro juvenil –del 27% en Galicia– es un problema “de carácter estructural”, “altamente sensible a las crisis cíclicas” y en el que intervienen diferentes factores, de los que han destacado: el nivel de formación de los jóvenes, la dependencia de los mercados, las modalidades de contratación y la duración del desempleo.

Y la mayor vulnerabilidad la sufren aquellos con un menor nivel de estudios por falta de oportunidades. Algo a lo que también contribuyó el boom de la construcción, por el que muchos jóvenes optaron por abandonar su formación académica “precipitadamente” y, tras la crisis de 2008, sus cualificaciones “no se adaptaban a los nuevos sectores y mercados que demandaban trabajo”.

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