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Pandemia y declive demográfico dejan en mínimos los jóvenes con empleo en Galicia

Un joven en búsqueda de empleo. Shutterstock

La crisis destruye otras 16.300 ocupaciones de menores de 35 años y la caída acumulada desde 2007 es del 50%

Aunque cualquier parecido en las formas y el fondo entre la doble recesión de 2009 a 2013 y la actual crisis son mera coincidencia, las víctimas del varapalo económico en uno y otro caso se repiten. Los colectivos más vulnerables, aquellos que a estas alturas todavía se lamían las heridas del pinchazo financiero, vuelven cargar con lo peor el del golpe provocado esta vez por el coronavirus. “Nuevamente, el ajuste del empleo se produce en mayor medida entre las personas más vulnerables: los más jóvenes, asalariados con contratos temporales, trabajadores con contrato a tiempo parcial y personas con menor nivel educativo”, como resume el Foro Económico de Galicia en su último informe de coyuntura. El pasado 2020, año I del COVID-19, acabó en la comunidad con menos del millón de afiliaciones a la Seguridad Social. Hubo un antes y un después de la primera ola. La ocupación recuperó fuerzas en la segunda mitad del ejercicio, especialmente durante los meses de verano, pero los rebrotes y las nuevas restricciones impuestas para contener la curva de contagios se llevaron por delante casi 18.800 empleos, la inmensa mayoría entre los menores de 35 años, un grupo en mínimos ahora mismo en el mercado laboral gallego por los efectos económicos de la pandemia y la enfermedad crónica del invierno demográfico.

El 31 de diciembre quedaban en la región 989.946 altas a la Seguridad Social tras una caída con respecto al mismo día de 2019 del 1,8%. Nada que ver con lo ocurrido entre los jóvenes. En el grupo de 16 a 19 años, muchos sin apenas formación y vinculados a sectores de elevada precariedad, el desplome superó el 37%. Entre los de 20 y los 24 años, la edad más habitual de estreno en el mercado laboral después de los estudios superiores, la caída de cotizaciones fue del 14,1%. El número de trabajadores de 25 a 29 años bajó por encima del 6% y un 5,1% los englobados entre los 30 y los 34 años, según la información detallada de la Seguridad Social que acaba de publicar el Instituto Galego de Estatística (IGE).

Es cierto que la merma del colectivo en la ocupación no es nueva. Hay una parte natural. Falta relevo generacional por el galopante envejecimiento en Galicia y porque la larga crisis económica que estalló a finales de 2008 provocó un importante éxodo migratorio de jóvenes hacia otras autonomías con más oportunidades y el extranjero. El freno en la actividad a causa del coronavirus incide en el adelgazamiento de la parte baja de la pirámide laboral porque ocupan el centro de la diana de la precariedad. Los gallegos con menos de 35 años concentraban antes de la llegada del COVID-19 más del 30% de las jornadas parciales en Galicia y el 53% de todos los contratos temporales.

En esa franja de edad se destruyeron el pasado año en la comunidad un total de 16.314 empleos. La ocupación entre los de 39 a 39 años siguió la misma tendencia, un 6,6% menos; y un 2,5% entre los de 40 a 44 años. El saldo de las afiliaciones fue positivo en el resto por el plus de resistencia del empleo siempre entre los de trabajadores de más antigüedad y porque cada vez hay más población mayor. El volumen crece, sobre todo, en los de 60 a 64 años, un 5,2% de alza; y en los que saltan la barrera de los 65, el 11,2%, impulsados por el progresivo avanza del mínimo de jubilación, situado en este 2021 en los 66 años para aquellos que hayan cotizado menos de 37 años y 3 meses.

El puñetazo de la pandemia deja la representación de los jóvenes en el mercado laboral regional por debajo del 20%. Son solo 197.600 cotizantes, los que teóricamente deben garantizar la sostenibilidad futura de la ocupación. Resta y sigue. Desde 2007, Galicia perdió la mitad de los trabajadores de 16 a 34 años, unos 188.800. La balanza está claramente descompensada. Los de 55 años en adelante ascienden actualmente a 209.055.

El empleo que crece: educación, sanidad, informática y motor

Como en casi todo, el 2020 es un año para olvidar también en el mercado laboral. La pandemia ha frustrado la paulatina recuperación del empleo en España después del periodo de vacas flacas de la doble recesión financiera. Pero una parte relevante del auge de la ocupación después de la crisis anterior, el crecimiento sin tregua de los contratos temporales y las medias jornadas, sirvió de acelerante para el pinchazo ahora, amortiguado por la reforma de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) en los que llegaron a estar más de tres millones de trabajadores en España y por encima de los 200.000 en Galicia. La sangría pudo haber sido mayor si no fuera porque en paralelo a las tensiones en la actividad por el coronavirus existe un nutrido grupo de sectores que necesitaron reforzar plantilla. Y no solo por la situación creada por el COVID-19.

La educación sumó 2.000 nuevos empleos durante el pasado año, según los últimos datos de la Seguridad Social, lo que supone un incremento del 4%, un punto más que el ascenso registrado en los servicios sanitarios (1.957 nuevas afiliaciones). Para otros fines distintos, las administraciones elevaron el número de efectivos un 2,3% (1.292).

La ocupación en los servicios a edificios y jardinería aumentó un 4,1% (1.149); un 6,3% (867) en actividades administrativas de oficina y otras tareas auxiliares; casi un 7% (799) firmas de programación e informática, al hilo de la progresiva digitalización de la economía; y un 4,9% (773) en la fabricación de coches, el sector con mejor comportamiento en las exportaciones.

Destacan también los incrementos en actividades de sede central y labores de consultoría de gestión empresarial, un 10,3% más (452); el 3% (374) en establecimientos residenciales de mayores y dependientes; un 2,6% (350) en servicios técnicos de arquitectura y energía; y el notable 7,4% (345) en trabajos postales y de correos por el auge de los servicios de mensajería. En servicios sociales sin alojamiento el alza fue del 3% (321) y un 1,1% en construcción de edificios (246). 

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