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Los futuros MIR, a tientas

Celebración del examen MIR de este año en Vigo. Pablo Hernández

Pablo Souto, de Baiona, aspira a poder hacer en el MIR la especialidad de Traumatología y quedarse muy cerca de su casa, en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, donde también pasó su año de prácticas antes de volver a Santiago para prepararse para el MIR. Isabel Piñeiro, de Catoira, se graduó en Medicina por la Universidad Europea en Madrid y ahora su deseo es hacer medicina del trabajo en Madrid, Valencia o Vigo. Eso o preparar de nuevo el MIR.

Aunque el sueño de ambos para su futuro profesional difiere, deben superar todavía el mismo escollo: la adjudicación de plazas de formación sanitaria –MIR en su caso–. Con el plus de que este año aspirantes y Ministerio de Sanidad están enfrentados por el sistema. Frente al método de elección presencial y en tiempo real de años previos al COVID, el departamento de Carolina Darias ha optado por una adjudicación telemática que ha puesto en pie de guerra a los jóvenes aspirantes a una plaza y al Foro de la Profesión Médica.

Aunque Souto confía en no tener problemas para hacer realidad sus expectativas –tiene el puesto 96– y de hecho, es de los que ha logrado formalizar su solicitud on line pese a todas las trabas tecnológicas que denuncian estos días, cuestiona el sistema y sostiene que se sienten perjudicados”. “Es un cambio que no tiene sentido más allá de ahorrar dinero por parte del Ministerio de Sanidad”, señala, pero a cambio de “recortar muchísimos derechos o capacidades que teníamos en la elección presencial”.

Pablo Souto Cedida por P. S.

Su principal objeción es “la opacidad” del proceso. En la modalidad presencial, explica, “veías perfectamente dónde se distribuían las plazas y en qué orden y no había ningún fallo y ahora realmente es una adjudicación y es imposible trazar cómo se distribuyeron”. Opina que eso “genera mucha frustración”, dado que están “jugándose el futuro”, y además pueden quedar muchas plazas vacías si se adjudican vacantes cuyos potenciales beneficiarios no estén dispuestos al cien por cien a asumir. Como apunta Piñeiro, la “principal ventaja” de hacerlo en tiempo real es que cuando te toca “sabes exactamente qué plazas quedan disponibles y valoras qué prefieres, si coger o no la plaza, repetir o no el MIR... Porque, si coges una plaza que no te gusta y luego renuncias, la siguiente persona que igual la quería, no la tiene”. “Son cuatro o cinco años de tu vida y debes tomar una decisión de la que tienes que estar muy convencido”, sostienen ambos.

Piñeiro enfatiza la situación de “ansiedad” en que los mantiene la nueva modalidad –que incluye listas con miles de preferencias en algunos casos– y el que no se sepa qué va a ocurrir. Las negociaciones con el Ministerio de Sanidad –que el viernes propuso un sistema por turnos, desde 2000 a 450 por día, que no les convence del todo– proseguirán mañana. A Souto el avance le parece “un paso adelante”, porque “no es lo mismo escoger entre mil plazas restantes que entre siete mil”, pero no es “suficiente”. “No queremos que cambien algo que funcionó bien siempre”. Concede que se puede prescindir de la presencialidad, pero el “objetivo” es un método en tiempo real.

Isabel Piñeiro Cedida por I. P.

En ese aspecto insiste Piñeiro, quien valora la oferta como una “mejora”, pero considera que no valdría por no cumplir con ese requisito. “No creo que estemos pidiendo mucho y creo que se están acercando posturas”, señala la joven, quien recuerda que hay una protesta convocada el día 8 que espera que sea masiva. Porque hay “un apoyo general” a su causa, alega, “porque no son formas de hacerlo”. “Ya hicimos el examen dos meses más tarde por la situación, pero después estuvimos sin que nos diesen fecha de salida de notas, de elección, sin decirnos nada... Una situación de ansiedad constante”, lamenta.

Complicaciones también para adaptarse al destino

Ambos reprochan también de que si la adjudicación se cerrase el 17 de este mes, según lo previsto, y se mantuviese la entrada de residentes el 29, a día 16 “no sabes dónde tienes que estar y 13 días después tienes que estar donde sea colegiado y con un piso alquilado para empezar”.

Tras un año de preparación intensiva en el que apenas hacen otra cosa, la posibilidad de relajarse no se presenta, lamenta Piñeiro. “No tuvimos ningún momento en que digamos “ya está, ya nos relajamos, ya hice el examen y puedo descansar”, porque estas todo el tiempo pensando “y ahora qué”. Es un despropósito y un estrés”, insiste. “Es todo una sensación de caos, de incertidumbre, de no saber realmente dónde vas a acabar”, suscribe Souto: “Una sensación de que a ellos les da igual, que somos un peón más que ya nos buscaremos la vida para ese día trabajar y punto. No les importa tu vocación ni lo que quieres ser, sino rellenar todos los huecos y ponernos a trabajar”.

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