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'Vente a vivir al pueblo', el gancho digital del rural gallego para frenar la despoblación

Desde la izquierda: Lucía y Adán en su casa de Beade, Ourense y Rubén López y Silvia, en su casa de Barbude Cedida / Javier Lalín/Bernabé

Alcaldes gallegos usan la pandemia para atraer población a zonas rurales

Vilanova, A Estrada, Curtis, Vedra, Rois, y A Mariña lucense participan en una iniciativa digital que anima a cambiar la ciudad por el pueblo y facilita datos de empleo, alquiler y servicios

La pandemia ha animado a muchas personas a abandonar la ciudad para mudarse al rural, a lugares donde pueden disfrutar más de la naturaleza. Pero no son solo los vecinos de las ciudades los que se mueven en busca de casas de alquiler o venta que les permitan irse al campo y olvidarse de la vida urbanita. Alcaldes de seis concellos gallegos aprovechan los cambios que conlleva la pandemia para publicitar las excelencias de sus municipios en una plataforma digital y atraer población en zonas rurales. La iniciativa está ya dando resultados y algunos padrones empiezan a notar la presencia de los nuevos vecinos.

Vilanova de Arousa, A Estrada, Curtis, Vedra, Rois son los cinco municipios gallegos que quieren aumentar su población, y a ellos se suma también A Mariña lucense, con Ribadeo, Viveiro o Foz. El proyecto “Vente a vivir a un pueblo” ayuda a quienes desean abandonar la ciudad a elegir el mejor sitio. Para ello la plataforma facilita información sobre transportes, servicios disponibles, empleo, ayudas, educación, alquileres y todo aquello que pueda interesar a sus posibles nuevos ciudadanos.

El objetivo es frenar la sangría demográfica que puede costar servicios y abocar el cierre de colegios o recortes económicos importantes por la bajada del censo. A la vida más sana y la tranquilidad, se une una vida más barata y la posibilidad de conseguir empleo.

  • “Colegios con problemas para subsistir los han solucionado porque ahora tienen más niños”

    Gonzalo Durán - Alcalde de Vilanova

“La gente se está viniendo a vivir al pueblo, yo fui el primero, y creo que hay que ofrecer buenos servicios en el rural. En el caso de Vilanova los colegios funcionan mejor que en muchas ciudades y los niños tienen mejor atención al haber menos alumnos en el aula. Muchos vecinos que se habían marchado a Vilagarcía o ciudades más grandes, vuelven ahora a las casas matrices familiares. Vinieron a confinarse con los padres para que los menores tuvieran huerta y se han quedado y están escolarizando aquí a los niños. Colegios que tenían problemas para subsistir lo han solucionado porque ahora tienen más niños”, expone el alcalde, vilanovés Gonzalo Durán.

La localidad, con 10.400 habitantes frente a los 10.800 de hace una década, ofrece todos los servicios: un centro de salud que no está colapsado, hospital, actividades culturales y buenas instalaciones deportivas. Durán destaca también que el clima “es mucho más suave de lo que siempre se dice en televisión” y que el municipio, en plena ría de Arousa, está muy bien comunicado a media hora de Santiago o Vigo.

  • “Ofrecemos servicios de ciudad y una ubicación a una hora de cualquier punto de Galicia”

    José López - Alcalde de A Estrada

A Estrada presume de sus servicios de ciudad en un entorno rural. “Nosotros somos un concello que es cabecera de comarca y queremos poner en valor todos los servicios que prestamos, a la altura de cualquier ciudad con centros educativos, formativos, culturales, deportivos, infraestructuras... Somos el concello con más núcleos de población rural de toda Galicia, con un patrimonio cultural y natural interesante. Pretendemos que la gente se conciencia de que eso de marcharse del rural a la ciudad como ha ocurrido durante los últimos treinta años no es necesario y puede tener un retorno muy interesante tanto de nivel de calidad de vida, como de coste de la vida. La pandemia trajo cosas buenas, como el teletrabajo, y hay que buscar una alternativa habitacional para dar servicios”, expone José López, regidor del municipio.

“Necesitamos que la gente vuelva a poner en valor en rural y verlo como una forma de vida adaptada a la forma que nos toca vivir de cara al futuro, ligado a temas medioambientales”, incide el alcalde. A Estrada, con 20.421 vecinos ha notado ya un incremento de un centenar de personas en el censo, el último año, ganando población por primera vez en al última década. Sobre todo, son personas nacidas en A Estrada, o sus hijos, que vuelven. “Hemos aumentado las licencias de rehabilitaciones y nuevas construcciones en el rural. Nuestra captación de población no es gente que llama para preguntar qué les damos si vienen, porque no damos nada. Pero si informamos del tema de impuestos, apoyo para la compra y rehabilitación de viviendas... A Estrada tiene un potencial enorme con una ubicación a una hora de cualquier punto de Galicia”, resume el regidor.

  • “Generamos empleo en el sector primario, en el de transformación y en el industrial”

    Javier Caínzos - Alcalde de Curtis

El municipio coruñés de Curtis rompe con la tendencia a la despoblación y pasa de 4.074 habitantes en 2019 a 4.137 en 2020. Además fijaron su residencia en el municipio 216 personas, de las que 89 altas fueron por cambio de residencia en Curtis y 52 en Teixeiro. Cada uno de ambos núcleos tiene unos 2.000 vecinos. “Generamos empleo, tanto en el sector primario como en el de transformación e industrial y lo apoyamos con bonificaciones del IBI. Ese es nuestro éxito, porque tenemos dos parques empresariales a los que hemos atraído empresas importantes”, expone Javier Caínzos, alcalde de Curtis.

Técnicos municipales asesoran tanto a gente de ciudad como a extranjeros que buscan refugio en España a través del portal web. Recogen su currículum y lo derivan a Empleo, en cuya base de datos ayudan a buscarles trabajo. También les ponen en contacto con la inmobiliaria de la localidad para que puedan encontrar vivienda. Una familia acaba de llegar desde Valencia y en las próximas semanas lo hará otra. El último año han tenido el nacimiento de 23 bebés.

Una “app” desde A Estrada para el mundo

Rubén López y Silvia, en su casa de Barbude. Javier Lalín/Bernabé

Rubén López diseña aplicaciones móviles y su mujer, Silvia, dirige una empresa de publicidad. Vivían en Barcelona y la pandemia les pilló en Barbude. No volverán si pueden teletrabajar

“Cuando mis amigos de Barcelona ven las fotos bucólicas que subo a Instagram, con vacas incluidas me preguntan si estoy de vacaciones y cuando les digo que estoy trabajando en Galicia se sorprenden”. El ingeniero Rubén López y su mujer vivían en la ciudad condal, pero el confinamiento les pilló en la casa que habían restaurado en la parroquia de Barbude en A Estrada. El teletrabajo les permitió a ambos seguir con su actividad laboral, pero también han probado a vivir en el rural y les ha gustado tanto que quieren quedarse. No volverán a Barcelona si pueden teletrabajar.

“Tengo proyectos propios, como una ‘app’ para aprender a hablar chino”

Rubén López

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“Mi mujer y yo somos de Barcelona, muy urbanitas, pero nuestras madres son gallegas: la mía de Arzúa y la suya de A Estrada, de otra aldea muy cerquita de nuestra casa en Barbude. Por eso compramos la vivienda, para venir en vacaciones e incluso en un futuro instalarnos aquí. La pandemia justo nos pilló aquí y fuimos alargando la estancia y ahora mismo nos hemos quedado. Hemos dejado el piso de alquiler que teníamos en Barcelona. Además, aunque la idea era probar cómo se vivía aquí más adelante, la pandemia hizo su trabajo y la experiencia es magnífica”, relata Rubén.

Como autónomo, lleva quince años trabajando desde casa: “Me dedico al desarrollo de aplicaciones móviles, trabajo como freelance y tengo clientes de Barcelona, que los sigo teniendo. Como trabajo desde casa les da igual que trabaje desde Barcelona o desde Galicia”, explica.

Rubén y Silvia teletrabajan desde A Estrada. Javier Lalín/Bernabé

Pero también desarrolla proyectos propios: “Tengo unas aplicaciones que son para aprender a hablar chino a las que dedico ya la mitad de mi tiempo. Trabajo con traductores y están en seis idiomas: castellano, inglés, alemán, ruso, italiano, francés. El objetivo es que se pueda empezar a estudiar chino desde el principio. En su día, en la crisis económica anterior, decidí que tenía que hacer algo diferente y me puse a estudiar chino. Me faltaban herramientas interactivas y tecnológicas, no quería más libros y decidí hacerla yo mismo”.

Aunque Barbude es una aldea muy rural, se encuentra a solo cinco minutos del casco urbano de A Estrada. “Me dedico a cultivar árboles frutales, arándanos, kiwis... Voy experimentando y me gusta hablar con la gente de la aldea para que me expliquen como cultivar las cosas”, apunta Rubén.

“Venirnos de una gran ciudad era una incertidumbre, pero el balance es positivo”

Silvia

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Silvia es directora de un agencia de publicidad y, de momento, la empresa mantiene el teletrabajo sin fecha de vuelta: “Dejar una gran ciudad como Barcelona era una gran incertidumbre, pero en al balanza gana los positivo a lo negativo. Es un privilegio poder seguir trabajando desde aquí”.

Aunque compraron la casa pensando en el futuro, ya que sus padres tienen una casa al lado, los progenitores de Silvia y también los de Rubén están en este momento en Barcelona, donde residen. “Ellos se fueron de Galicia a Barcelona y ahora somos nosotros los que hemos vuelto. Buscamos esta zona porque queríamos un sitio bien comunicado y estamos a 25 kilómetros de Santiago, por 30 euros tienes billete a Barcelona y a donde quieras”, concluye Rubén López.

Dos nuevos vecinos en Beade

Adán y Lucía en su casa de Beade, con las viñas al fondo. CEDIDA

Adán y Lucía llegaron al municipio ourensano de Beade justo antes del confinamiento, y allí se quedaron. Arreglaron la casa de los abuelos de él y no piensan mudarse, sino casarse y tener familia. Adán residió un tiempo en Vigo y Lucía en Ourense, mientras estudiaba, pero se muestran felices y orgullos de residir en el segundo concello más pequeño de Galicia.

Adán Formigo Sánchez tiene 32 años y su pareja Lucía, 25. Ambos son naturales de Vilar de Condes en el municipio ourensano de Carballeda de Avia y con la pandemia se animaron a irse a vivir a Beade, donde arreglaron una casa centenaria que era de los abuelos de él.

Hace unos años Adán empezó a trabajar en Citroën de Vigo y se instaló en la ciudad olívica mientras ella seguí en Carballeda. Tras año y pico Adán decidió volver a vivir en el pueblo y viajar todos los días a Vigo con varios compañeros para trabajar. Finalmente le salió un empleo, también de automoción, en una empresa ourensana cerca de su casa y no lo dudó, aceptó de inmediato.

“Entonces decidimos arreglar la casa de mis abuelos en Beade y nos vinimos a vivir aquí. Era un casa muy antigua de más de cien años. Lucía, de momento, está en el paro por la pandemia pues trabajaba en uno de los balnearios de Arnoia pero ahora con el COVID está todo parado”, explica Adán, pero no está inactiva pues organiza con mimo su boda para el próximo verano “si la pandemia nos deja”.

La pareja llegó a su nueva casa de Beade en plena crisis y les tocó confinarse allí. “Nos gusta el rural, es mejor para poder salir, hay más tranquilidad y la relación con los vecinos es muy cercana, aunque con esto de la pandemia todavía no los conocemos a todos”, apunta Adán.

“En la ciudad cada uno está en su mundo, en el pueblo la relación con los vecinos es distinta, los conoces a todos”

Lucía

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En los planes de la pareja no entra cambiar de residencia ni trasladarse a un pueblo mayor. “Hemos venido para quedarnos. Beade tiene 398 vecinos, lo se porque estamos en el nivel máximo de alerta de Galicia. Es el segundo concello más pequeño de Galicia pero no echamos de menos nada”, explica la pareja. En sus planes entra formar una familia, y creen que no hay mejor sitio que Beade. Aunque el colegio cerró por falta de niños, se muestran esperanzado porque sí hay una casa nido.

“Estamos a diez minutos de O Carballiño y a cinco de Ribadavia, con lo que tenemos todo a mano. En Beade tenemos supermercado, farmacia y una carnicería pequeña, y también dos o tres bares. El concello está muy bien y hay mucha gente joven”, resalta Adán.

Con la crisis sanitaria las miradas han vuelto a posarse en el rural como forma de vida. “A nosotros nos ha compensado y animaría a la gente que se fuera vivir a los pueblos porque tienes otra libertad que no hay en los pisos”. Aunque profesionalmente Adán trabaja en la industria de la automoción, su regreso al rural le ha llevado a preparar y recuperar unos frutales en otra finca que también era de su abuelo en Vilar de Conde, a unos 13 kilómetros de su domicilio.

“Animo a la gente a que se mude al rural, pero creo que tiene que haber apoyo de las administraciones”

Adán Formigo - Vecino de Beade

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En su opinión, las administraciones también tendrían que apoyar este tipo de iniciativas para que la gente joven vuelva a vivir en el rural y se recupere la Galicia vacía. En este sentido apunta a la necesidad de contar con ayudas. “Nosotros porque la casa era de mis abuelos, si tuviéramos que comprar... Teníamos claro que queríamos rural”, advierte.

“Yo animaría a la gente que se mude al rural, sobre todo por la calidad de vida que hay. En estos momentos, sobre todo, se agradece. Poder salir a la calle o una pequeña finca es algo que en un piso está más limitado”, apunta Lucía. Una de las grandes diferencias, indica, es que en las ciudades cada uno “anda en su mundo” mientras que en los pueblos la relación con los vecinos es muy distinta, conoces a la mayoría y el trato que tienes es diferente. Lucía incide en que toda su vida ha vivido en el rural, excepto cuando estudiaba que se mudó a Ourense. “Pero no cambio el pueblo por la ciudad”, asevera tajante.

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