Prácticamente ningún sector económico se ha escapado de los efectos de la crisis sanitaria. Pero hay uno que se ha mostrado especialmente sensible, lastrado por las restricciones de movilidad de los ciudadanos –ya sean dentro del concello o por comunidades autónomas– y el cierre de la propia actividad. Es el de la hostelería y el del alojamiento reglado, que además ha comprobado como el turismo, principal soporte del negocio, se ha desarrollado muy mermado en su práctica. En consecuencia, entre junio y noviembre del pasado año, los hoteles gallegos han visto reducidos sus ingresos con respecto al mismo periodo de 2019 en un 59,5%, lo que supuso facturar 223 millones de euros menos.
“El dato es suficientemente significativo para ilustrar hasta qué punto las medidas adoptadas contra la pandemia están afectando a la viabilidad de las empresas turísticas. Es fácil de entender que una empresa no puede por sí sola mantener su viabilidad con un descenso de la facturación de semejante intensidad”, sostiene el Clúster Turismo de Galicia.
Entre junio y noviembre de 2019, el sector hotelero ingresó 375 millones de euros, según la encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los hoteles gallegos registraron en ese periodo 5,9 millones de pernoctaciones en habitaciones con unos precios diarios que oscilaron de media entre los 54 euros noviembre y los 71,2 de agosto. Sin embargo, un año después la situación se parece bien poco. El coronavirus lo ha alterado todo, modificando los comportamientos sociales, pero también obligando de las administraciones a dictar restricciones de la movilidad de los ciudadanos y cierres de establecimientos para intentar frenar la expansión del COVID-19.
Así, las pernoctaciones en la comunidad gallega entre junio y noviembre del pasado año cayeron a 2,4 millones y también se registró un ligero descenso del precio de las habitaciones, lo que dio como resultado que los ingresos, según las cuentas del INE, se rebajasen a 152 millones de euros, apenas un 40% de la facturación del año anterior. Disminuyeron, por tanto, en 223 millones.
“Todo el sector está muy afectados. Los hoteles están cerrados porque no hay clientes, así de claro”, asegura el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hospedaje de Pontevedra (Asehospo), César Sánchez Ballesteros. Añade que, al menos en su caso, los gastos derivados de mantener las instalaciones abiertas son superiores a los generados por los pocos usuarios que se alojarían. “Entonces es mejor tenerlo cerrado”, se lamenta Sánchez Ballesteros, con la vista puesta en el 31 de enero, que es el plazo de expiración de la actual prórroga de las ayudas a los ERTE provocados por la crisis sanitaria.
Por su parte, el Clúster Turismo de Galicia indica que el sector en Galicia está formado por mayoritariamente por pequeñas empresas y los efectos para nada son los mismos ni tienen las mismas consecuencias. Por ello, insiste en la “necesidad” de disponer de ayudas económicas directas para compensar la caída de ingresos “que amenaza seriamente la supervivencia de las empresas”.
“Porque ese dinero que el sector turístico y las sociedades dependientes de esta actividad, dejaron de ingresar fue para evitar el avance de la enfermedad y esta aportación del sector a la solución del problema debe ser compensada, además de tenerse en cuenta las consecuencias sociales y económicas de la paralización del turismo”, expone el Clúster.
Precisamente, esta semana la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat) reclamó medidas directas para el sector para garantizar su “supervivencia” y evitar “el cierre de miles de empresas y la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo”. La patronal española, igual el Clúster Turismo de Galicia, enfatiza que pese a que 2020 ha sido el año más difícil para el sector de las últimas décadas, su comportamiento ha sido “intachable”, además de asumir los gastos para adaptar sus procesos e instalaciones para garantizar las máximas medidas de seguridad.