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La receta que salvará al futuro médico

Los alumnos de Medicina aceptan desconvocar el paro tras reunirse con el Rectorado

Concentración de alumnos de Medicina ante el Rectorado de la USC. // Xoán Álvarez

Tras cuatro largos días de negociaciones y de decisiones asamblearias, 14 representantes de los futuros médicos llegaron ayer al Reitorado compostelano con una propuesta que incluía, entre otros puntos, seis "líneas rojas" imprescindibles para abandonar unas protestas que no solo vaciaron las aulas de su facultad, sino que alentaron el resurgir del movimiento asambleario en otros grados en Santiago e incluso dieron el salto a Vigo, donde ayer las asambleas de Filología y Traducción trasladaban su apoyo a la causa. Tras ocho horas y media encerrados con el rector, equipo decanal y docentes, hubo pacto. Desde la Universidade de Santiago aseguraron que el Gobierno apoya "de forma incondicional" el acuerdo marco alcanzado entre decanato, departamentos y delegados de alumnos, acuerdo que, según confirman los estudiantes, abarca "todos" los puntos que llevaban, incluidas las líneas "rojas". Por su parte, los alumnos aceptaron desconvocar la huelga.

Esos puntos básicos eran: que un 7 es un 7 en el expediente, y no un 5, lo que les perjudica en las becas o el MIR; reducir la "excesiva" presencialidad; que la descentralización de las prácticas en el centro de salud en 5º pueda extenderse fuera del área de Santiago; agilizar las convalidaciones y fijar criterios para hacerlas; el cese de actitudes "vejatorias" por parte del profesorado y la modificación del plan de estudios del grado para redistribuir créditos entre las materias en función de su extensión y "reajustar" luego las horas.

Los horarios y lo que denuncian como una excesiva presencialidad se hallan entre las principales chispas que prendieron la mecha de su malestar. A ese frente apuntaban ayer algunos de los sufridores de una práctica que conlleva" hasta "46 horas lectivas a la semana", como explicaba Álex, alumno de 3º, un curso especialmente "problemático". "Con días de 12 horas, seis por la mañana y seis por la tarde, y si encima tenemos estipuladas horas de estudio individual y tenemos en cuenta que hay que dormir, no dan las horas de la semana", se queja. A eso se suma, "encima", suscriben Uxía y Teresa, también pontevedresas, cómo "a veces" los alumnos llegan a las 8,30 horas de la mañana a clase y "no se presentan los profesores por falta de organización o de coordinación o lo que sea", lo que ven una "falta de respeto".

"Lo que hizo estallar todo", según Teresa, fue justo la presencialidad. Porque, "cuando empieza octubre y te tienes que poner a estudiar e ir a clase, ya es lo único que haces. Ya no tienes tiempo de nada, solo comer y dormir y ya está, el resto todo es Medicina". Esta joven confiesa que es "estresante" y concluye que no tiene que ser así, aunque, como comparte Uxía, sea consciente de que está inscrita en una carrera "exigente".

Pero hay más: Uxía y Álex añaden que "hay ocasiones en que sales de clase a las 14.30 horas y a las 15,30 tienes que estar de vuelta". "No te da tiempo a ir a casa y tienes que comer en la facultad o en cualquier sitio corriendo y nunca tenemos tiempo para hacer nada", lamenta. Eso sin contar que "obviamente, no tienes capacidad de atención ni de retención ni concentración después de estar 12 horas sentado quieto escuchando".

La solución que encuentran, apunta Uxía, es prescindir de algunas clases, sobre todo, como denuncian, porque "se solapa materia" y que "si vas a clase es imposible estudiar", afirma.

Los males de la facultad de Medicina no son nuevos, sino que se arrastran desde hace años, como reconocía hace unos días el decano, Julián Álvarez, y confirman alumnos de 5º, como Alberto, de Pontevedra. De hecho, la génesis de la protesta viene de ahí, indica, de un "sentimiento colectivo" que comparten "todos" y que surge de "convivir durante mucho tiempo con el hartazgo", con "años de problemas, sabiendo que toda iba mal" y cansados de no ser escuchados.

La encuesta entre los jóvenes de la Asamblea Aberta de Medicina que evidenció su malestar también permite constatar cómo la mitad de los estudiantes pensaron en abandonar. También se les pasó por la cabeza a Iria, Fernando o Álex. Este último lo resume así: "Unos más y otros menos, pero todos lo pensamos. Pensamos que no vale la pena a pesar de que Medicina es lo que nos gusta". "Yo aguanté porque tenía Erasmus al año siguiente. Allí decidí que iba a hacer Medicina en siete años por salud mental y por rendimiento", cuenta Fernando, de Santiago.

Iria, de Ourense, se lo planteó de otra forma pero llegó a una conclusión similar: "Hice una reflexión moral y emocional de hasta qué punto era importante para mí sacar la carrera en 6 años en vez de en 7 o en 8, a costa de sufrir esa presión y ansidad", explica. Por eso, comenta, en 3º son muchos quienes deciden dejar asignaturas para el año siguiente: "Gestionarlo a tu manera y no a la manera que te impone la Universidade de Santiago".

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