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Los restaurantes en Galicia avisan: si quieren las sobras, traigan o paguen el táper

Rechazan el coste que implica la nueva ley: "Si se hace con la bolsa de plástico, ¿por qué no con esto?"

Los restaurantes en Galicia avisan: si quieren las sobras, traigan o paguen el táper

El sector de la restauración rechaza cargar con el sobrecoste de los tápers que deberán tener para ofrecer de forma obligatoria la comida sobrante de cada cliente si este se lo pide, en cumplimiento de la nueva ley que la Xunta de Galicia pretende aprobar durante el primer trimestre del año próximo. "Solo se me ocurren dos opciones: que el cliente traiga el envase de casa o que pague el envase", expone César Ballesteros, presidente de la asociación de hosteleros de Pontevedra, que añade un ejemplo para justificar su postura. "Si lo hacen las grandes superficies con las bolsas de plástico, ¿por qué no nosotros con esto?", cuestiona.

La Lei de residuos e solos contaminados que prepara la Xunta y cuya entrada en vigor se prevé a comienzos del año que viene establece como prioridades la lucha contra la presencia del plástico en la vida cotidiana, debido a su impacto contaminante, y contra el desperdicio de alimentos. En esa línea, obligará a los restaurantes y negocios de comida a contar con recipientes preferentemente que no sean de plástico ni de un solo uso para entregar a los clientes la comida que estos hayan pagado, pero no hayan consumido, además de adelantar la prohibición avanzada por la UE de vender vajillas de plástico que no contengan un 50% de material biodegradable.

"Al sector no le gusta que quede comida en el plato y muchas veces ya se ofrece que el cliente se lleve las raciones que no haya consumido, pero estamos en contra de la medida si obliga al empresario a hacerse cargo del coste del envase", avanza Ballesteros sobre una norma que en breve saldrá a exposición pública y, por tanto, podrá recibir alegaciones por parte del sector.

En la actualidad, se utilizan recipientes de papel de aluminio o cartón para que el comensal disfrute de la comida sobrante en su domicilio, pero el sector reconoce dudas ante la nueva normativa. Ballesteros pone una ejemplo apropiado para estos días de entroido. "¿Qué haremos si sobra sopa de un cocido? Si no podemos usar plástico y necesitamos un envase hermético, las alternativas son que la gente lo traiga de casa o vendérselo a un precio ajustado", insiste. "Algunos negocios pequeños el margen es ajustado y el coste de un envase de 0,5 o 1,5 euros deberán repercutirlo en el precio", añade.

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El representante de los hosteleros pontevedreses también matiza la intención de la Xunta de luchar contra la picaresca de reutilizar comida que no haya tocado un cliente para otra elaboración o como pincho. "Una cosa es si alguien va a un bar y le ponen un pincho con su consumición. Si no lo toca, es lícito servírselo a otro cliente porque no lo ha pagado. Otra cosa es si pide una ración de tortilla, por ejemplo, e insinuar que se trocea el resto para reutilizar. Eso es un insulto al sector", asevera el representante hostelero.

Ballesteros insiste en la voluntad de colaboración del sector para rebajar la cantidad de comida en buen estado que acaba en la basura, que en Galicia ronda las 3.100 toneladas al año en el sector de la restauración, aplicando la tasa de 2,5 kilogramos diarios por negocio establecida por el estudio de 2011 de la Federación Española de Hostelería y Restauración. "Un restaurador no tiene problema alguno en darle al cliente la comida que le ha sobrado. El resto de un solomillo es suyo y está cobrado. Acaba en la basura si no se lo lleva", ilustra.

"Lo que está en el plato"

La futura norma plantea interrogantes sobre algunas cuestiones, como la bodas o los menús en que, por ejemplo, se sirve una pota para que el comensal se sirva lo que desee.

Ballesteros apela al "sentido común" para abordar esta cuestión. "Lo que puede llevarse es lo que tenga en el plato, eso no genera dudas", sostiene. En el caso de las bodas. De nuevo, alude a lo que haya sobre la mesa como alimentos que pueda llevarse el cliente en un tipo de celebración que en Galicia muchas veces se rige por el lema: comer a fartar.

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