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Galicia tras la doble recesión

La economía de Galicia roza niveles precrisis con casi un 20% menos de horas de trabajo

Los expertos lo achacan a la contratación temporal, los ajustes de plantilla y la tecnología -La comunidad generó 356 millones de euros más en el tercer trimestre de 2016 que en 2007 con 191.200 empleos menos

Hugo Barreiro

Al abultado repertorio de frases célebres que, con más o menos acierto, narraron, y edulcoraron muchas veces, la travesía del país por las dos recesiones se unirá en breve otra con todos los ingredientes para convertirse en el nuevo eslogan de la recuperación. La de que estamos ya en los niveles previos a la crisis. Y todo apunta a que así será. El Gobierno sitúa el salto en la primera mitad de este año y algo parecido también sostiene la Xunta para el caso de Galicia. Aunque con el reconocimiento de que la tasa de paro no bajará del 10%, como estaba entonces, hasta el final de la década. Porque la actividad y el empleo no avanzan al mismo ritmo. A la espera de conocer el dato del cierre del ejercicio, el Producto Interior Bruto (PIB) gallego alcanzó durante el tercer trimestre del pasado 2016 los 14.631 millones de euros. Cerquísima de los 14.633 millones del mismo periodo de 2008, que fue el mejor trimestre en la historia, y por encima de los 14.274 millones acumulados entre julio y septiembre de 2007, aún en la etapa de bonanza. Las horas trabajadas en Galicia, en cambio, son casi un 20% menos ante la proliferación de los contratos temporales y el intenso ajuste aplicado por las empresas en las plantillas y la reorganización de los modos y los tiempos de trabajo.

Con 491,2 millones de horas, Galicia produce en sus fábricas, empresas, comercios y locales de hostelería unos 356 millones de euros más en bienes y servicios que cuando el número de horas trabajadas rondaba los 591 millones, según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE). Mientras el PIB creció esos tres meses a una velocidad interanual del 3,3%, las horas trabajadas aumentaron solo un 2,1%.

"No se está creando el mismo nivel de empleo. La tendencia es la lógica, pero llama la atención el impacto de la reestructuración de las empresas", explica el economista vigués José Francisco Armesto Pina. Muchas compañías fallecieron a consecuencia de la crisis y otras muchas pasaron la tijera. "Un fuerte ajuste", apunta el miembro del Foro Económico de Galicia, derivado de la evolución en la economía y de su propia producción.

"Empresas que en los buenos tiempos tienen más trabajadores de los necesarios acometen una limpieza cuando llega una crisis y en la recuperación no aumentan personal con la misma intensidad porque concluyen que son igual de rentables o más -continúa Armesto-. A eso se añade la decisión de sacar productos nuevos que requieren menos mano de obra y la mejora de la gestión interna" .

Por esa razón se acentúa el progresivo descenso en el número de horas por cada empleado en la comunidad. Algo que viene ya de lejos por la metamorfosis en los hábitos de trabajo. A mediados de los años 90 la media rondaba las 35,8 horas semanales. En 2015 fueron 33,46. El tercer trimestre de 2016 deja un mínimo: 33,13 horas por trabajador.

"En principio, todo apunta a una mejora de la productividad horaria, un mejor aprovechamiento de las horas de trabajo. Esto serviría para constatar que, efectivamente, puede haber una asociación negativa entre el número de horas de trabajo y la productividad, lo que en términos de jornadas laborales más racionales y conciliación sería positivo", analiza María Bastida, profesora del departamento de Organización de Empresas y Comercialización de la Facultad de Económicas y Empresariales de la USC, que incluye también entre las causas los avances tecnológicos y la limpieza interna. "Como ocurrió con las administraciones y su racionalización del gasto superfluo -señala-, es probable que las empresas hayan puesto el foco en fuentes de despilfarro como tiempos muertos, de espera o faltas de acoplamiento entre fases de procesos productivos que, por mínimas que fueran, en suma suponían un coste horario". Pero la integrante del Grupo Colmeiro recuerda la importancia del aumento en los contratos a tiempo parcial, que "abren la puerta a otras posibilidades, como que el número de horas cotizadas no corresponda efectivamente a las trabajadas".

Lo que provocaría, entre otras cosas, que bajen más las horas de actividad que el número de trabajadores. ¿Es así? Sí. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), los ocupados en 2008 superaban de largo los 1,2 millones y en el tercer trimestre de 2016 eran 1,049 millones. Un 14% menos. La caída es muy parecida a la que arrojan las cuentas económicas regionales, con un descenso del 13% en los puesto de trabajo (168.130) respecto a 2008 y del 14,5% (191.147) en comparación con el dato de julio a septiembre de 2007. Los descensos en las horas trabajadas alcanzan, sin embargo, el 15% y el 17% respecto a esos dos años de bonanza.

La fotografía del desigual comportamiento entre PIB, empleo y horas se completa con la letra pequeña de los contratos. Fueron 944.114 el pasado año. Récord. Un 7,5% por encima de 2015 y un 9,2% más que en 2007. ¿Cuántos indefinidos? Solo 70.648. Los puestos fijos aumentaron un 9,8% en relación al año anterior, pero el peso en el total de contratos sigue siendo el mismo: el 7,4%. Desde 2007 la contratación indefinida cayó un 28% y las jornadas parciales se dispararon un 74,5%. Uno de cada tres contratos temporales fue, además, para un puesto que duró menos de una semana.

"La productividad es un índice que relaciona producto con los factores empleados en el mismo. Ante una crisis tan grave como la que hemos sufrido lo más fácil para mejorar dicho indicador es actuar en el denominador. Por tanto, ajustar los costes", señala María Bastida, con la advertencia de que se trata de "una visión y ejecución cortoplacista". "Evidentemente, actuar en una mejora de productos es una tarea más sostenible y asegura resultados, pero siempre en el medio y largo plazo. Es más complejo -añade-. Uno de los problemas de los directivos es, precisamente, esa tendencia al cortoplacismo: sus resultados son evaluados con plazos cortos, su reputación muchas veces depende también de ellos. En consecuencia, no se comprometen fácilmente en acciones cuyo resultado se verá, en algún caso, cuando ellos estén en otra aventura".

Nunca el empleo en Galicia se comportó mejor que el PIB. No existe tampoco el precedente de que aumentara más que la economía. Año 2006: el PIB regional avanzó un 5,1% y el número de puestos de trabajo un 3,3%. Año 2009: la economía se desmorona un 3,6% y el empleo lo hizo un 4,7%. "El empresario funciona mucho por expectativas, a la espera de ver si el crecimiento se consolida. Por eso en esos momentos contrata poco y con carácter temporal. Tardaremos años en volver a los niveles de empleo que teníamos. Vamos mejorando, sí. Pero está el pero: no es de la calidad deseable", afirma José Francisco Armesto. "Toca el momento de devolver, al menos en parte, esos sacrificios. Acabar con la precariedad laboral y, sobre todo, la hipertemporalidad es una labor que no podemos dilatar", opina María Bastida. Eso incluye "la cuestión salarial" y el mimo en los Recursos Humanos. "Atraer, cuidar, catalizar y retener el talento -advierte la experta en Organización de empresas- es lo único que garantiza, a medio plazo, la viabilidad y mejora continua".

A su paso, la grave crisis deja una Galicia con un mercado laboral todavía con heridas graves y la tarea eternamente pendiente de sacar adelante un modelo productivo innovador y sostenible. Entre las actividades que tienen hoy más ocupados que en 2010 destacan los camareros, cocineros y el resto de trabajadores ligados a la restauración. Un 28% más. Le siguen los profesionales de la salud, con un alza del 29,9%, y un 16% en la enseñanza. La otra cara es el derrumbe en la construcción (-23,6%) y en la agricultura y la ganadería (-23,6%). En oficios de menos peso se repiten las variaciones notables. Los profesionales del derecho, por ejemplo, aumentan más de un 33% y un 54% los especialistas en organización de administraciones y empresas. Los trabajadores de apoyo en tareas administrativas bajan un 73% y un 23% los peones de industrias manufactureras.

Aquí empleo y PIB sí van de la mano a la hora de reflejar cuál es nuestra economía, capitaneada por el sector servicios, que genera cerca de 63 euros de cada 100. De hecho, su producción supera en un 15% a la de 2007. La merma en la industria es de un 5,2% en relación a los años de vacas gordas, y de un 12,8% en las fábricas de manufacturas. Gana terreno la energía: roza el 5% del PIB por sí sola. La construcción, que en el año 2000 era el 11%, supone apenas un 6% y le adelantan las administraciones públicas.

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"La automatización es un arma contra la deslocalización"

  • El debate sobre el futuro del mercado laboral ante el creciente uso de la tecnología no es realmente nada nuevo. "El ejemplo típico está en la transición de los carruajes a la fabricación de los coches", recuerda el economista José Francisco Armesto. Es cierto que la máquina sustituye al empleado convencional, pero "aparecen siempre otros tipos de trabajo"."Desde el inicio de la primera revolución industrial estamos con esa preocupación", indica también María Bastida. Unanimidad: "ciertos trabajos están amenazados". "Pero el talento, la innovación, las capacidades organizativas y distintivas -continúa la profesora de Organización de Empresas de la USC- de momento, no son sustituibles por las máquinas"."La robotización, que tanto espacio ocupa y siempre desde una perspectiva negativa, es otro ejemplo de cortoplacismo, que es como evaluamos las consecuencias negativas de la sustitución hombre/máquina", señala Bastida, que subraya que en el largo plazo "puede haber un retorno positivo". "En la medida en la que las tareas se automaticen, se compensará la competitividad frente a otros países hacia donde ahora se está deslocalizando la industria precisamente como consecuencia de los menores costes de mano de obra y, en las más de las veces, falta de regulación de condiciones laborales". La potenciación y el talento y la apuesta clara por la I+D, son, según los expertos, el antídoto contra la sombra de los robots. "Una obra de mano más cualificada -resume Bastida- que terminará ganando la partida del coste laboral y la competitividad".

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