CIENCIA PARA O DÍA A DÍA. O CSIC RESPONDE

Ciencia y poesía no son tan diferentes

En la antigua Grecia se decía que las Musas inspiraban todas las "artes" y ahora están volviendo a encontrarse: ¿No nacen ambas del asombro por la naturaleza?, ¿no requieren las dos creatividad?", ¿vosotros qué creéis?

Ciencia y poesía nacen del asombro por la naturaleza y las ganas de entenderla.

Ciencia y poesía nacen del asombro por la naturaleza y las ganas de entenderla. / SHUTTERSTOCK

José Luis Garrido*

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Esta sección de 'Ciencia para ou día a día' elabórase coa colaboración de persoal do CSIC a través dá Unidade de Cultura Científica CSIC-Galicia.  José Luis Garrido é Científico Titular do CSIC, Investigador no Instituto de Investigaciones Mariñas de Vigo

Si os digo que la Ciencia y la Poesía tienen mucho en común, me imagino vuestras caras de sorpresa. –“Están en distintas asignaturas”, diréis. Y la separación (que, creedme, no es verdadera) entre las “letras” y las “ciencias” quizá os llevará a pensar que poesía y ciencia no tienen nada que ver. 

Pero no es así. Ambas nacen del asombro por la naturaleza y la necesidad de los seres humanos de comprenderla y describirla. Las dos requieren curiosidad, intuición, paciencia, observación, creatividad, tesón. El neurocientífico Antonio Damásio afirma que la poesía es una actividad científica, y el físico Pedro Miguel Etxenique nos recuerda que la ciencia no es la única forma de conocimiento verdadero (y pone como ejemplo que no se puede describir la belleza de un atardecer en términos exclusivos de reflexión, refracción, longitud de onda…). ¿Vosotros qué creéis?

José Luis Garrido es Científico Titular del CSIC e Investigador en el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo.

José Luis Garrido es Científico Titular del CSIC e Investigador en el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo. / Cedida

Pero vayamos al principio. En sus comienzos, filosofía, ciencia y poesía eran lo mismo. En la antigua Grecia se creía que las Musas inspiraban todas las “artes”, incluyendo entre otras la música, la historia, todas las formas de poesía y la astronomía y las ciencias exactas. Filósofos como Parménides explicaban la ciencia con lenguaje poético. Posteriormente, el romano Lucrecio escribió su extenso poema “De rerum natura” para describir en verso buena parte del conocimiento científico de la época (¡incluyendo la teoría atómica!).  

Esta cohesión entre lo científico y lo poético se mantuvo hasta finales del siglo XVIII, en que comienza una acentuada especialización de los conocimientos. En esos años, el poeta romántico John Keats (que era cirujano y farmacéutico) se lamentaba de que la ciencia arruinaba la belleza de las cosas, convirtiéndolas en “un aburrido catálogo de cosas comunes”. Después, durante el siglo XIX y hasta casi finales del XX se produjo una separación entre lo humanístico y lo científico que llegaron a considerarse incluso incompatibles. 

Pero la Poesía y la Ciencia están volviendo a encontrarse ¡Y de qué forma! Cada vez hay más científicos tentados por el verso y más poetas que utilizan conceptos científicos. ¿Me creeríais si os digo que un poeta ganó el premio Nobel… ¡de Química! en 1981? Fue Roald Hoffman, que es investigador y profesor universitario de química, pero también autor de una poesía, en gran medida inspirada en su experiencia científica, profunda y sorprendente (traducida en la antología “Catalista”). ¿O que el astronauta de la misión Apolo 15, Al Worden, nos dejó preciosos poemas basados en su experiencia en su libro “Hola, ¿Tierra”?

En castellano y gallego hay también asombrosos autores en la interfase entre la ciencia y la poesía. Entre los que están creando a día de hoy, os propongo algunos ejemplos: el investigador del CSIC Carlos Briones, que en su libro “De donde estás ausente” nos regala un perfecto y emocionante soneto inspirado en un concepto matemático (“Límite”); el físico de la Tierra Francisco Javier Tapiador, un poeta impresionante (en español y en inglés), del que os gustará el poema “Faraday visita el 11 de Downing Street” (pertenece a l libro “Reflectancia bidireccional”); la joven y brillantísima Begoña M. Rueda, que nos habla en su libro “Error 404” de la relación de la poeta con la informática (no dejéis de leer el poema “Qwerty”) o Vicente Luis Mora -poeta, ensayista, novelista- en cuya obra tiene gran importancia la ciencia, que escribe por ejemplo “La rosa electrónica” -pertenece al libro “Mecánica”-. Un ejemplo fulgurante en gallego, el poemario de Olga Novo “Feliz idade” (prodigioso ya desde el calambur del título) incorpora conceptos científicos que ayudan a explicar su experiencia vital y emocional. 

Non volo perdades! No os perdáis la ciencia, ni la poesía.

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