Menos carne, menos fritos, más producto vegetal y de proximidad. La dieta mediterránea llega “por ley” a los colegios españoles. Se trata de un proyecto de ley anunciado este mes de septiembre por el Ministerio de Consumo y que, de seguir adelante, entraría en vigor para el curso 2024-2025, con el objetivo de hacer frente al sobrepeso infantil y, especialmente, promover una dieta saludable.

Tras la eliminación de la publicidad de galletas, chocolates y azúcares dirigida a menores, esta medida busca equilibrar las comidas de los escolares de forma estatal (ya que, hasta ahora, están supeditadas a los gobiernos de las respectivas comunidades autónomas).

Se impulsará también que los centros educativos tengan cocina propia y se contempla elaborar menús especiales por diagnóstico médico (alergias, intolerancias, diabetes) o por razones culturales, éticas o religiosas.

Esta medida llega en un momento en el que la preocupación y atención por la comida real, la guerra contra los ultraprocesados y la sostenibilidad en todos los ámbitos de la vida es el eje principal de las conversaciones de sobremesa.

Los menús de comedor se afrontan con la cabeza mucho más fría y ya no se trata de “dar de comer” a niños y niñas, sino de “alimentarlos”. Esto provoca el enfado de muchos progenitores que, como Seila, examinan las meriendas que les ofrecen a los más pequeños en los descansos de las clases o las guarderías: “A mi hija de 11 meses le dan la merienda a media mañana. Los lunes consiste en queso en lonchas envasado y los miércoles fiambre en lonchas envasado. Esos productos no están recomendados para bebés tan pequeños, según la Asociación Española de Pediatría. He pedido que le den fruta en su lugar y me han dicho que no pueden crear un menú a mi gusto. La única solución es que el bebé no coma. O toma ultraprocesados, o no le dan otra cosa” sentencia.

Los menús gallegos, bajo el ojo experto

Federico Mallo, catedrático en endocrinología y experto en nutrición, apunta que es más una cuestión de presupuesto y capacidad de los propios centros que de menús concretos. “Sobre el papel, los menús que están disponibles en los colegios son equilibrados, cumplen bastante bien la presencia de todos los grupos de alimentos, tienen fruta y verduras, carne y pescado. Otra cosa es que haya centros en concreto que a la hora de la verdad no puedan cumplirlo”

El comedor escolar funciona especialmente como experiencia de socialización BERNABE/JAVIER LALIN

Tortilla francesa, ensalada mixta, sopa de fideos, ensaladilla rusa… De postre un yogurt, unas natillas o algo de chocolate, y para merendar, bocadillo de chorizo, de queso o de nocilla. Estos son los platos que aparecen en los menús de colegios gallegos. Los azúcares, el chocolate y los embutidos opacan la presencia de los platos de pescado (rape con patatas) legumbres (potaje de garbanzos) y las piezas de fruta. Las críticas entre padres y madres aparecen con el abuso de embutidos y, especialmente, chocolates y nocillas.

“Como todo” continúa Federico “es una cuestión que depende del criterio de cada uno. En mi propia experiencia, no he visto que los centros repartan postres de chocolate de una forma excesiva. Aunque depende de lo que sucede en la realidad.”

Lo más importante, termina, es que el comedor funcione como experiencia de socialización que, además, ayuda a muchos a comer productos que tal vez en su casa no comerían. “No es cuestión de hacer leyes, sino de cumplir las que ya hay y conceder más medios a los colegios para trabajar con cocinas propias y no depender de caterings externos”. Y en definitiva: “hacer disfrutar de las verduras, comer sano pero sabroso, más allá de catalogar los productos".