Bezawit y Shalom Longo, hermanas, tenían 7 y 5 años respectivamente cuando llegaron a Vigo. En Adís Abeba, capital de Etiopía, dejaban sus primeros años de vida y un abuelo que nunca se olvidaría de ellas. Poco después de iniciar su nueva vida aquí volvieron a su país para visitarlo. Eran dos niñas muy comunicativas y curiosas. Hablaban amárico, la lengua de su país. Su madre adoptiva, la psiquiatra Milagros Longo (recientemente fallecida), siempre quiso que las niñas amaran también a su país de origen, a su familia de origen, de hecho, colgó fotos en casa de la infancia de las pequeñas con sus familiares etíopes.

Beza, de niña, y María Couso, pedagoga.

Shalom, la hermana pequeña, con Couso, maestra.

Universitarias

Hoy son dos chicas de 23 y casi 21 años, respectivamente, que cursan estudios superiores. Beza, en Vigo, Diseño Gráfico (carrera a distancia a través de UNIR), además de estudios musicales. Shalom el Grado de Estudios de Asia Oriental en la Universidad de Sevilla (con japonés como idioma principal), aunque en la actualidad está de intercambio en la Universidad Autónoma de Barcelona. Hablan varios idiomas y en Vigo tienen su casa, su hogar, familia y amigas.

Cuando Beza y Shalom llegaron a Galicia, era “marzo o abril”. En septiembre empezarían el colegio, la pequeña 1º de Primaria y la mayor, 3º. Y no hablaban nada de castellano, ni gallego, evidentemente. Su madre decidió buscar una docente de apoyo para que se encargara de la formación de las pequeñas antes de iniciar las clases en el Colegio Martín Códax.

Esa docente, que se convertiría en una especie de hada madrina, era María Couso, pedagoga especializada en la actualidad en juegos de mesa aplicados al aprendizaje que participó recientemente en el Foro de Educación de FARO. Couso, que empezó dándoles clase de piano, realizó un intenso trabajo de integración de las niñas en el nuevo país, en el nuevo sistema, y con otros niños y niñas de distintas nacionalidades (acompañándolas hasta Bachillerato).

Shalom Longo con María el año pasado en Vigo.

“Lleva con nosotros toda la vida. Es más que una profesora; es como una hermana o amiga”, comenta Shalom, la pequeña. Es que María Couso lleva casi dos décadas acompañando y aconsejando a Shalom y Beza, tanto en el ámbito académico como en el personal. De hecho, hicieron en su momento una promesa: que a los 18 años viajarían a Nueva York las tres juntas, las dos hermanas y María. Y así fue: viajaron las tres a la ciudad de los rascacielos.

Hasta Bachillerato

María Couso recuerda los inicios. “Al cambiar de país y de lengua el cerebro necesita habituarse a un nuevo formato de conciencia fonológica, así como a la adquisición del código alfabético. Cuando llegaron y en los meses previos al inicio de curso, trabajamos una media de dos horas diarias en estos temas.

Antes de empezar el colegio en Vigo aprendieron castellano, gallego y matemáticas: una media de dos horas diarias durante meses

Aprendieron castellano y gallego (iban a estudiar ambos idiomas en el colegio e inglés) y también un poco de competencia matemática: sumar, restar, multiplicar... Cuando empezaron se integraron perfectamente, la verdad es que ambas tienen muy buena competencia intelectual y estaban muy acostumbradas a trabajar, así que fue fácil también para mí”, expresa María Couso.

Couso: "Se integraron perfectamente, son muy trabajadoras"

Además de las competencias lingüísticas y matemáticas, Couso fomentó también la integración social: “quedadas entre todos mis alumnos, procedentes de distintos países”. “También trabajamos la inteligencia emocional: expresar sin miedo a ser juzgado. Yo quería que expresaran todo lo que sentían porque tenían 5 y 7 años y unas vivencias previas en Etiopía. En eso, su madre lo hizo muy bien para que lograran entender ambos mundos”, añade Couso.

Couso: "Su madre lo hizo muy bien, quería que amaran también Etiopía"

Beza cuenta que no sabe cómo sería ahora su vida si María Couso no hubiese aparecido en su momento. “Yo era muy pequeña y sin saber nada de español recuerdo que a María la entendía. Hubo conexión desde el principio. Es más que una profesora. Es un vínculo muy especial”, apunta Bezawit.

Beza: "No sé qué sería de mi vida si María no hubiese aparecido en su momento. No sabíamos nada de castellano y a ella la entendíamos. Hubo conexión desde el minuto uno"

Beza y Shalom en una foto reciente en su viaje a Nueva York.