A los pies de los caballos

Europa juega a la ruleta rusa

Putin y Trump, en una reunión en 2017.

Putin y Trump, en una reunión en 2017. / MICHAEL KLIMENTYEV / SPUTNIK / K

Rafa López

Rafa López

Hace cuatro años, en marzo de 2020, veía la CNN y me preguntaba cómo era posible que en Estados Unidos no mencionasen apenas lo que estaba pasando en China y en Europa con el COVID. Ni siquiera una cadena de vocación y cobertura internacional como esa prestaba atención a la epidemia de coronavirus y EEUU seguía a lo suyo, que era, como ahora, la carrera electoral a una Casa Blanca que ocupaba entonces Donald Trump.

Una sensación parecida deben de tener en muchos países del norte y el este de Europa: ¿cómo es posible que el resto del continente viva ajeno a lo que se nos viene encima? Lo que se cierne sobre nosotros no es un virus, pero puede ser tanto o más peligroso. Un tsunami antidemocrático lanzado desde la Rusia de Vladímir Putin. La capacidad de interferencia rusa, que se demostró en las elecciones de Estados Unidos (2016), en el Brexit y en el procés, se dispararía en caso de que el Kremlin se saliese con la suya en Ucrania.

Y no hablamos solo de guerra híbrida, de la inestabilidad política y económica, de una nueva ola de refugiados que elevaría el apoyo a los partidos de ultraderecha y pondría en jaque a las democracias europeas. Si Ucrania pierde la guerra, Moldavia correrá peligro. Quizá también las repúblicas bálticas y Polonia, el país más masacrado del continente en los últimos siglos, que ya ha dejado caer que podría proyectar un arsenal nuclear.

Debería hacernos pensar que un país tradicionalmente neutral como Suecia haya ingresado en la OTAN y que el canciller de Alemania, Olaf Scholz, pidiera hace unos días aumentar de forma masiva y urgente la producción de armamento en Europa. Occidente se enfrenta no solo a la amenaza de Rusia, sino también a la de Irán, que apoya a Hamás, a los hutíes de Yemen y a Hezbolá, además de suministrar drones con los que Moscú mata a civiles ucranianos. Sin olvidar a China, que no renuncia a sus aspiraciones sobre Taiwán.

La situación se volvería aún más endiablada si, como se espera, gana Trump en noviembre. Si el candidato republicano cumple lo que ha anunciado, Europa no podría contar con el tío Sam y la OTAN perdería la mayor parte de su poder disuasorio.

La UE, más débil que nunca tras el Brexit y las protestas por su errática política agraria, debe seguir apoyando a Ucrania, reforzar su unidad política y prepararse para lo que pueda ocurrir. Pero difícilmente Europa podrá evitar los campos de batalla si ni siquiera es capaz de arreglar los problemas de sus campos de cultivo.

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