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Paola Sanjuán, en la praia do Moinho, en Carcavelos.Cedida

Gallegas a la vanguardia

“La experiencia en EE UU me quitó los complejos”

La ourensana Paola Sanjuán Alberte lidera desde el Instituto Superior Técnico de Lisboa un proyecto financiado por Fundación la Caixa para diseñar nuevas terapias nanobioelectrónicas contra el cáncer

Creció rodeada de medicamentos, ayudando a su madre en la botica familiar del municipio ourensano de Castrelo de Miño. “Ser farmacéutica en el rural es muy bonito porque tienes un trato muy cercano con los vecinos y a mí me parecía muy interesante y divertido. Siempre tuve muy claro lo que iba a estudiar”, recuerda Paola Sanjuán Alberte (Ourense, 1992). Al principio, la investigación no figuraba en sus planes pero unas prácticas de verano en la Universidad de Nottingham mientras estudiaba la carrera decidieron su futuro. Y ahora lidera un innovador proyecto en el Instituto Superior Técnico de Lisboa para diseñar terapias nanobiolectrónicas contra el cáncer. Su propuesta fue una de las 105 seleccionadas por la Fundación la Caixa entre más de dos mil y cuenta con una financiación de 305.000 euros durante tres años.

Desde el inicio de su carrera ha podido trabajar en ámbitos punteros relacionados con la biomedicina. Tras titularse en 2015 en Santiago, Paola volvió a Nottingham, cuya Facultad de Farmacia es la quinta mejor del mundo, para realizar una tesis relacionada con la bioelectrónica, la ingeniería de tejidos y la fabricación aditiva. Y, ya como doctora, en 2020 empezó su colaboración con el Instituto Superior Técnico de Lisboa y lideró un proyecto internacional en estas mismas áreas y financiado por el Consejo de Investigación en Ingeniería y Ciencias Físicas de Reino Unido.

En 2022 se estableció de forma definitiva en la capital portuguesa y, además de la beca de la Caixa, recibió un premio de la Fundación para la Ciencia y la Tecnología del país vecino dirigido a trabajos que exploran conceptos innovadores.

La bioelectrónica es uno de los campos más prometedores para la medicina y ya se utiliza en la actualidad para leer señales del propio cuerpo o inducir respuestas. Un ejemplo claro son los marcapasos, que emiten estímulos eléctricos para que el corazón se contraiga de forma rítmica. Sin embargo, esta modalidad de tratamiento todavía no se ha aplicado en cáncer. “Hasta ahora, la atención se ha centrado en el tejido cerebral y el cardiaco pero todas las células de nuestro organismo tienen electricidad y son susceptibles de recibir o responder a un impulso eléctrico”, apunta Paola.

“Recientemente, se ha observado que las células cancerígenas exhiben un patrón eléctrico un poco peculiar y atípico. Y lo que queremos hacer en mi proyecto es utilizar este patrón para crear tratamientos y terapias novedosas. De momento, estamos centrados en cáncer de mama, porque su incidencia es bastante alta y ya existen modelos celulares muy estudiados. Pero la idea es ir avanzando en paralelo con el de colon y el de huesos”, desvela.

En esta primera fase, Paola trabaja en el laboratorio con células tumorales para poner a punto la tecnología que permita interaccionar con ellas. Si responden bien a los tratamientos, el siguiente paso será probarlo en animales y, a mucho más largo plazo, llegarían los ensayos clínicos con pacientes.

Paola, en el Instituto Superior Técnico, en el campus Tagusspark, en Oeiras.

Los tratamientos se basan en nanoelectrodos que funcionan como antenas y que son capaces de recibir estímulos externos de ultrasonido o luz infrarroja. Además no resultan dañinos para el organismo. “Queremos que estas nanopartículas bioelectrónicas, que se podrían inyectar, se dirijan directamente a las células cancerígenas y, una vez allí, realicen una transducción de esa señal emitida desde el exterior y la transformen en un impulso eléctrico. A diferencia de las cirugías y la quimioterapia, sería una terapia no invasiva”, destaca Paola.

Si prosperan, estos tratamientos ayudarían a combatir la enfermedad y complementar otras terapias. “La carrera investigadora es bastante precaria a veces, pero trabajar en una causa tan noble como luchar contra el cáncer es muy motivador”, admite la investigadora ourensana, que forma parte del grupo de Bioingeniería del Instituto Superior Técnico de Lisboa.

“Es la mejor escuela de ingeniería de Portugal y está muy bien poder trabajar con expertos en áreas donde mi conocimiento es más limitado como la electrónica, los materiales o la ingeniería mecánica. La relación con mis compañeros está siendo muy buena porque complementa muy bien todo lo que yo he aprendido en Farmacia”, comenta.

Participa en otro estudio de su grupo para cultivar en el laboratorio filetes de lubina sin espinas ni contaminantes

Paola también participa en otro proyecto vanguardista que se lleva a cabo en su grupo, el Algae2Fish, liderado por Frederico Ferreira y apoyado por The Good Food Institute. Su objetivo es cultivar en el laboratorio filetes de lubina sin espinas ni contaminantes como microplásticos o metales pesados y sin causar impacto ambiental.

“Tengo mucha suerte de trabajar en áreas tan novedosas. Este trabajo es muy interesante y consiste en hacer crecer células de pescado de músculo y de grasa y después, mediante técnicas de bioimpresión, imprimir los filetes. No se trata de acabar con la pesca, sino de ofrecer productos alternativos. Tiene la ventaja de que no hay que sacrificar animales y los productos obtenidos no tienen contaminantes ni trazas de antibióticos por lo que pueden ser incluso más saludables. El sabor de momento es bastante neutro, pero no está mal”, asegura.

Prototipo de sashimi desarrollado por métodos de agricultura celular en el proyecto Algae2Fish.

Paola dice sentirse casi como en casa en Lisboa –”Los gallegos tenemos una facilidad extra para adaptarnos a Portugal”, confirma–, aunque le han sorprendido los elevadísimos alquileres e hipotecas. “Me encantaba trabajar en Nottingham, donde las condiciones eran espectaculares, pero la vida en Inglaterra es un poco dura. Venir aquí me ha permitido seguir investigando a un alto nivel y disfrutar de la calidad de vida que tenemos en España y en Portugal”, celebra.

Aunque en ambos países, los recursos para I+D son mucho más reducidos que en Inglaterra o en EE UU, Paola reivindica el talento de sus investigadores. “En 2019 hice una estancia en la Universidad de Minnesota y me fui un poco acomplejada. En financiación e infraestructuras están más avanzados, pero tanto los investigadores españoles como los portugueses estamos igual o mejor formados que ellos. La experiencia en EE UU me gustó mucho porque me quitó los complejos”, reconoce.

La ingeniería sigue siendo un ámbito mayoritariamente masculino, aunque en su laboratorio ocurre lo contrario. “Afortunadamente, la presencia de mujeres en la ciencia y liderando proyectos está aumentando”, comenta Paola. Y, en este sentido, añade que la catedrática María José Alonso, una pionera mundial en nanomedicina y nanotecnología farmacéutica, es “una inspiración para muchas investigadoras gallegas”.

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