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Motivación por el sexo

@A2C ILUSTRACIONS

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Emma Placer

Emma Placer

Imagina un día de lluvia, nublado, oscuro, y sin ningún plan especial a la vista. Piensa en cuál puede ser tu inspiración ese día que pueda hacer que salgas del sofá y de la serie de moda sin otra actividad o pensamiento que no sea quedarte ahí. Cada día buscamos motivación para cualquier actividad: comer, ir al gimnasio, llamar a un familiar, y también, por supuesto, para las relaciones sexuales.

¿Qué es la motivación?

Es un proceso psicológico básico en el ser humano, es decir, que lo necesitamos para sobrevivir, nos ayuda a adaptarnos a todo lo que nos rodea. Otros procesos pueden ser el aprendizaje, la atención, el pensamiento, la memoria etc... pero ninguno tan influyente en el impulso de querer o no iniciar el sexo como la motivación. En la variante de si nos mola, el grado de placer o bienestar ya estaría involucrado otro proceso muy conocido como es la “emoción”.

La motivación es como un director de orquesta pero que además sabe tocar todos los instrumentos y se “baja” a actuar; es dinámico, interno, da energía y dirige lo que hacemos, dosifica la cantidad de esfuerzo que necesitamos para cada tarea en función de la acción que vamos a desarrollar.

Si a mí me gusta el sexo, ¿Por qué no siempre tengo motivación?

Esta es una pregunta que se plantea habitualmente. Se tiene la falsa creencia de que el impulso de echar un polvo es puramente innato, y que hay una motivación mágica natural y animal que nos lleva a follar instintivamente. Que siempre estamos preparados si surge la oportunidad. Seguramente si me estás leyendo, a estas alturas tus experiencias te han demostrado que no es así, y que hace falta algo más que una erección o un poco de lubricación. Realmente sí existe una activación que heredamos por el hecho de ser seres humanos sexuados que predispone a la perpetuidad de la especie, pero hace falta otro proceso interno de pensamiento para que las ganas sean más contundentes. Por otro lado, y mucho más importante, están las motivaciones externas. Esa motivación está fuera de nosotros, me encanta poner ejemplos con la comida porque de alguna manera se parecen a las motivaciones sexuales.

Comer por hambre: Motivación Interna. Comer por placer: Motivación externa.

También se considera una motivación externa comer porque son las 2 de la tarde y mi familia me espera para tal efecto, pero no estás comiendo por una necesidad fisiológica, sino por un constructo social.

El determinante externo para hacer cualquier cosa es el hedonismo, probablemente mi palabra favorita del mundo. El hedonismo es esa tendencia que tenemos las personas de acercarnos a aquello que nos da placer y alejarnos de lo que nos provoca dolor o daño. ¿Y qué cuestiones nos dan más placer que el sexo, la comida y compartir con los demás? Seguro que encontráis muchas más, pero estas mueven y dirigen nuestra forma de vida.

La búsqueda de placer es una motivación primaria, al igual que las hormonas sexuales que también influyen firmemente en el deseo y la excitación. Los motivos secundarios son los que vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida y con nuestro entorno social y cultural. Las relaciones sexuales no son igual en Europa que en una tribu aborigen australiana, aunque las motivaciones primarias sean exactamente las mismas para ambos. Podemos decir que los motivadores y activadores son tan diversos que no existe una respuesta única para responder a que hay horas, días o etapas más motivadoras para el sexo que otras, pero sí podemos decir que es un combinado de hormonas, cultura, sociedad y aprendizaje. El sexo es un reforzador muy muy eficiente, como un postre de chocolate para mí, la cuestión es que tiene que presentarse en el momento adecuado, y con las condiciones idóneas: no me des un postre de chocolate después de una gastroenteritis porque igual no lo deseo.

El otro día una chica me comentaba que su pareja de 10 años siempre le pedía sexo con esta expresión: ¿Quiéres de esto? y se señalaba el pene. Me comentaba que al principio le hacía bastante gracia pero que años después le generaba rechazo total, y que había empezado a perder el interés por acostarse con él. Ahí la motivación no aparece porque la forma de comunicarlo no es eficiente. Le pregunté qué otra forma le podría motivar y me relató 6 o 7 variantes que había imaginado, alternativas, que le excitaban muchísimo. Lo tenía claro, pero aún así no se lo había comunicado a su pareja, por vergüenza o miedo a hacerle daño. Probablemente ambos están desmotivados y lo único que hay que cambiar es una pequeña conducta, el resto les gusta y está bien. Este es un caso entre miles de los que la motivación tiene fórmulas sencillas para el cambio y la mejora. ¿Me cuentas las tuyas? Espero tus impresiones en www.saludplacer.com ¡Hasta pronto!

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