En esta zona fronteriza numerosos ríos y arroyos corren tributarios hacia el Miño. Uno de ellos, el Troncoso, marca en su avance la línea de la frontera entre São Gregório, en Melgaço, y Ponte Barxas, ya en Padrenda, en un recorrido salpicado de pasado con historia y de memorias de la raya. También el Laboreiro, con sendas y riberas plenas de encanto natural. Juntos han sido los primeros en ser declarados Reserva Fluvial Internacional. Padrenda comparte con Entrimo y los vecinos Melgaço y Arcos de Valdevez esta denominación europea.
El río Troncoso tiene una longitud de 13,6 kilómetros y discurre por el extremo noroccidental de la Baixa Limia. Sus aguas fluyen entre el municipio ourensano de Padrenda y el portugués de Melgaço, haciendo de límite natural entre ambos.
Una de las muchas opciones de la zona es realizar uno de los senderos de pequeño recorrido existentes, como el de dos kilómetros que enlaza las localidades de Ponte Barxas y Notaria, en Padrenda. El trayecto destaca por su valor ambiental y etnográfico, con varios molinos hidráulicos que reflejan la importancia de la actividad harinera de antaño.
En Ponte Barxas el Troncoso tiene un puente internacional que une ambas orillas desde hace siglos. Aquí hubo una aduana hasta que en 1992 entró en vigor el Acuerdo de Schengen. El pintoresco viaducto –hoy reformado– pasa por ser una de las pasarelas internacionales más antiguas conocidas entre España y Portugal. Se dice que su origen podría remontarse a la época romana. Al otro lado está São Gregório, lugar de la parroquia melgacense de Cristóval, la punta más al norte del territorio portugués. En Ponte Barxas se encuentra la Capilla de los Pastorcitos, un templo promovido por Adriano Marques de Magallanes, hijo adoptivo del municipio donde tiene busto y avenida. Es la única ermita de España dedicada a los videntes de Fátima.
Tiene Padrenda otros puntos de interés, como los miradores de Gorgua y Lodairo, donde se ubica uno de los bancos con vistas más famosos. Desde sus casi quinientos metros de altura se divisa el valle del Miño, dos provincias –Ourense y Pontevedra– y dos países.
Entre verde y roca aflora un pasado milenario reflejado en vestigios como las mámoas de Bandexa o los castros de A Torre, Monterredondo o Desteriz, donde se encuentra el templo de San Miguel, ubicado en un hermoso enclave. Del exterior destaca el campanario de trazos barrocos y la fachada principal, donde se aglutinan los elementos decorativos del conjunto. En el interior conserva interesantes pinturas murales.
