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"Marfil rojo", el alto precio de un capricho

La persecución del cálao de yelmo por su casco, que se paga tres veces más que el colmillo de elefante, sitúa a esta ave al borde de la extinción

Un macho de cálao de yelmo en su hábitat. BirdLife International

Las cruentas guerras del marfil, el cuerno de rinoceronte y los huesos de tigre -los tres casos más sobresalientes de animales perseguidos por el comercio de partes de su cuerpo- suman un nuevo frente en Asia, foco mundial de este lucrativo tráfico: el cálao de yelmo. Este pájaro solo vive en Borneo, Sumatra, Malasia peninsular, el sur de Tailandia y una pequeña zona del sur de Myanmar (Birmania), y su caza para aprovechar el casco que corona el pico, el denominado "marfil rojo" (un nombre que induce a confusión, ya que el marfil auténtico es dentina, mientras que el casco está hecho de queratina, igual que el pelo humano o el cuerno de rinoceronte), lo ha diezmado (se calcula que se han cazado unos 6.000 ejemplares cada año desde 2006, muy por encima del potencial reproductor de la especie en condiciones óptimas), al tiempo que su hábitat, los bosques tropicales de tierras bajas, se reducen dramáticamente por la galopante deforestación que sufre toda su área de distribución (para extraer maderas preciosas y para la plantación de palma aceitera). La pérdida de grandes árboles lo deja, además, sin las cavidades que necesita para anidar y sin los higos de los cuales se alimenta.

Los cálaos de yelmo han sido cazados en Borneo y vendidos a China desde hace más de mil años (y hace dos milenios los propios indígenas de la isla elaboraban con ellos pendientes y palancas), pero en los tres últimos lustros y, sobre todo, a partir de 2011, esa presión se ha vuelto insoportable por el crecimiento exponencial de la demanda de los cascos para elaborar joyas talladas y otros ornamentos, cuyo precio en el mercado negro chino supera los 6.000 euros el kilo, según datos de la Indonesia Hornbill Conservation: casi tres veces el valor de los colmillos de elefante africano. Desde 2015, el cálao de yelmo está declarado en peligro crítico de extinción.

¿Por qué este y no cualquier otro de los 62 cálaos que existen en el mundo (entre Asia y África)? La respuesta es muy sencilla: todas las demás especies poseen cascos huecos, solo el cálao de yelmo tiene un casco sólido que sirva para ser trabajado (representa el 10 por ciento del peso corporal). Esa diferencia -debida al uso del casco como arma de embestida, en extraordinarias justas aéreas, cuyo motivo de disputa no está claro si son las higueras o las hembras-, le ha traído la desgracia. Un plan de acción (2018-2027) de iniciativa indonesia trata de frenar el exterminio y la deforestación que lo deja sin hábitat y sin sustento.

Las investigaciones desarrolladas para trazar las rutas del "marfil rojo" han revelado que Hong Kong es la puerta de entrada a China de los cascos de cálao y que Indonesia actúa como el principal abastecedor, aunque la situación de la especie en el país es tan crítica que cabe esperar que las redes de furtivos y traficantes se ceben ahora en Malasia y en Tailandia. Dadas las bajas densidades de población de la especie en toda su área geográfica, es probable que la caza a la escala actual provoque un desplome de demográfico en muchos lugares; esta circunstancia, combinada con una pérdida de hábitat estimada en el 1 por ciento anual (entre 2000 y 2012 perdió un 12 por ciento), implica que, al ritmo actual de destrucción de la selva, en un siglo el cálao de yelmo no tendría dónde vivir. Aunque la aritmética no es tan simple: la desaparición de los árboles que le suministran comida y lugares donde anidar hace que ese proceso se acorte y se acelere.

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