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ESTELALa huella de Sor Lucía en Galicia

Vecinos de Tui que conocieron a sor Lucía dos Santos hablan para FARO de la discreción con que vivió en Galicia la mayor de los videntes de las apariciones de Fátima

Avelino Rodríguez, en una foto de su Primera Comunión.

Durante su estancia en Tui, en cierta ocasión sor Lucía cruzó la frontera junto con otra hermana dorotea para hacer una gestión en Valença. Ya en Portugal, tres señoras del país vecino se encontraron con ellas y les dijeron que se dirigían a Tui para ver a Lucía, la vidente de Fátima. "Está en España, ¿verdad?", preguntaron. A lo que Lucía respondió: "¡Oh, no! En este momento está en Portugal". Además de su buen humor, la anécdota refleja la discreción con que durante 21 años vivió en Galicia sor Lucía dos Santos, la mayor de los tres videntes de las apariciones marianas de Fátima, de las que el próximo día 13 de mayo se cumplen cien años. Los otros dos pastorcillos que vieron a la Virgen, sus primos Jacinta y Francisco Marto, serán canonizados ese día por el papa Francisco.

Cuando tenía 14 años, Lucía dos Santos (así se escribe su nombre en portugués) se fue a estudiar a un colegio que las Hermanas Doroteas tenían cerca de Oporto, en Vilar, donde estuvo hasta los 18 años. Allí aprendió a leer y a escribir, así como a realizar bordados y otras labores. En 1925 decide ser religiosa. "Fue entonces cuando se vino a nuestro convento de las Doroteas de Tui como postulante. Hasta 1926 estuvo en la casa de Pontevedra y después regresó a Tui, donde tomó el hábito con los votos temporales", refieren las religiosas, que viven con ilusión los días previos al centenario de las apariciones de Fátima.

Aunque ninguna de las 22 monjas que viven ahora en la casa de la calle Martínez Padín conoció a sor Lucía -la hermana Dolores en aquellos años- todas son conscientes del protagonismo que tuvo la capilla de su convento en el mensaje de la Virgen de Fátima, pues allí tuvo la visión "de la Trinidad Redentora", relacionada con la consagración de Rusia. Además, en Tui escribió la vidente sus memorias entre los años 1935 y 1941.

La joven Lucía llegó a la casa de las Doroteas de Tui el 24 de octubre de 1925; tenía 18 años y se hacía llamar María de los Dolores para mantener el anonimato. Al día siguiente se trasladó a la casa que las religiosas tenían en Pontevedra para hacer el Postulantado. Durante su estancia en Pontevedra, el 10 de diciembre de 1925 se le apareció de nuevo la Virgen, y unos meses más tarde, el 15 de febrero de 1926, tuvo también una visión del Niño Jesús.

El 20 de julio de 1926 regresó al convento de Tui, donde el 2 de octubre fue admitida al Noviciado. Tras dos años como novicia, profesa el día 3 de octubre de 1928. Al año siguiente, el 13 de junio de 1929, mientras rezaba en la capilla del convento, tuvo lugar una aparición que ya había sido anunciada por la Virgen a Lucía el 13 de julio de 1917: "...vendré a pedir la consagración de Rusia...".

Mientras tanto, Sor Lucía procuraba mantener su anonimato en Tui. Como declaró ella misma a C. Barthas, "padres y amigos sabían desde luego dónde me encontraba, y cada día mi anonimato se hacía más relativo. Incluso ciertos periódicos habían hablado de la ceremonia de mis votos en Tui".

El 3 de octubre de 1934 sor Lucía hizo la profesión perpetua y fue destinada de nuevo a la casa de Pontevedra."Por problemas de salud -para las piernas le venía bien el agua del mar- durante una temporada residió en Rianxo.", explica Emilio Rodríguez, delegado del Apostolado de Fátima en la diócesis de Santiago. Un hecho poco conocido tuvo lugar en la playa de Placeres, cuando sor Lucía salvó a un niño y a una niña de morir ahogados tras ser arrastrados por un golpe de mar. "Conseguí agarrar a uno de los niños y sacarlo -escribió tiempo después-. Al principio no veía a la otra, pero pronto la descubrí en el agua junto a unas rocas donde, por fortuna, se había quedado atrapada". En la casa de las Doroteas de Pontevedra vivió el estallido de la guerra civil española y pocos meses después, en mayo de 1937, volvió al convento de Tui.

"En la comunidad tenemos el recuerdo de su humildad. Según nos han transmitido otras hermanas, sor Lucía era sencilla y muy trabajadora. Trabajaba en la huerta, en el jardín y también en la ropería", comentan las doroteas. También atendía a niñas de la zona que se formaban allí e impartió catequesis.

Charlas en el convento

La tudense Ramona Alonso, que ahora tiene 95 años, conoció a la "irmá Dores" cuando tenía 12 y asistía a unas charlas en el convento de las Doroteas. Corría el año 1932. "Nos hablaba de la Virgen, pero en aquella época no le dejaban hablar de las apariciones que había tenido tanto en Fátima como en Tui y Pontevedra", recuerda Ramona. Añade que en una ocasión sor Lucía le regaló "un rosario pequeñito, como de corales". Por aquel entonces ya se hablaba de los pastorcillos de Fátima -Lucía, Francisco y Jacinta- "pero nadie imaginaba que la ´irmá Dores´, a la que veía a veces trabajar en el jardín de las Doroteas, era en realidad Lucía; eso lo supimos más tarde". Recuerda también Ramona Alonso que una tía suya participó en la primera peregrinación a Fátima desde Tui y les trajo "el primer libro que se editó sobre las apariciones".

Otro de los episodios que evoca Ramona relacionado con sor Lucía fue el traslado del altar de la capilla de las Doroteas y parte del retablo a la Casa de la Virgen de Pontevedra. "La gente se puso contra las religiosas por permitir ese traslado, y no fue hasta mucho más tarde cuando se puso la placa que recuerda la estancia de la vidente en Tui", comenta Ramona.

En la colocación de esa placa, en octubre de 2015, tuvo mucho que ver Carlos Pérez-Fonterosa, que ya en sus años como teniente alcalde del Ayuntamiento tudense, en los años 60 del pasado siglo, "hice todo lo posible para difundir la presencia aquí de sor Lucía, con la intención de que viniera más gente a Tui". Admite que durante años no fue posible instalar esa placa "porque se decía que mientras viviese la vidente no quería dar publicidad a su estancia aquí". A sus 87 años, Carlos vio de niño en alguna ocasión a la hermana Lucía cuando acudía a misa a las Doroteas, "aunque no tuve ningún trato personal con ella". Pérez-Fonterosa, que ha traducido al castellano un libro portugués sobre sor Lucía, es un gran aficionado a la filatelia y en el año 2005 organizó una exposición filatélica en homenaje a sor Lucía. "Intenté también que se realizase una emisión de sellos conjunta entre España y Portugal en honor a sor Lucía pero finalmente no fue posible", refiere.

Teresa Rodríguez González, vecina de San Bartolomé de Rebordáns, de 90 años, trató a sor Lucía en la casa de las Doroteas de Tui, a donde asistía a clases complementarias de algunas asignaturas cuando se preparaba para estudiar Magisterio en Pontevedra, hacia 1942. Ella tendría unos 16 años y, junto con las otras alumnas, conversaban con la entonces "irmá Dores" en los pasillos, pero les habían dicho que "sobre las apariciones de la Virgen no le podíamos preguntar nada. Nos hablaba de costumbres campesinas de Portugal, pero aún sabiendo que era una de las videntes de Fátima, no se nos ocurría pedir explicación alguna". Añade Teresa que, "aunque corrían rumores de las apariciones de Fátima, allí, en la casa de las Doroteas, sor Lucía era una monja más, ´irmá Dores´, y nadie le daba más importancia que a las demás. Era muy sencilla y se ocupaba de las labores de la casa como una más". También los domingos coincidió Teresa con sor Lucía en la capilla de la Virgen del Camino, donde impartían la catequesis a los chiquillos y chiquillas del barrio y rezaban el rosario a la Virgen. Recuerda Teresa, que un hermano suyo, Juan Ramón (Moncho), que tenía unos 18 años y participó en un encuentro de jóvenes allá por 1940, sor Lucía le regaló "un rosario pequeñito de color rosa".

Una catequista especial

Avelino Rodríguez Fernández, párroco de Santa Marina de Cabral, fue uno de aquellos niños de Tui a los sor Lucía dio catequesis, en su caso en el año 1945, poco antes de que la religiosa regresase a Portugal. La vidente de Fátima se desplazaba caminando desde la casa de las Doroteas hasta la capilla de la Virgen del Camino para impartir catequesis a los niños de la parroquia de Rebordáns, entre ellos el pequeño Avelino, que tenía entonces 8 años de edad. "Nos enseñaba el catecismo del Padre Astete y nos inculcaba mucho la devoción a la Virgen, pero nunca nos dijo nada de las apariciones que tuvo. Recuerdo que era muy simpática y abierta con los niños. Un día nos preguntó que a ver quién iba a ser cura, y, claro, en aquel tiempo casi todos queríamos serlo. Pero hasta los 12 años no entré en el Seminario". Ahora tiene 80 años y celebró sus bodas de oro sacerdotales en 2010.

Añade Avelino Rodríguez que la entonces hermana Dolores "era muy sencilla y siempre estaba de buen humor; había algo dentro, aunque por entonces nosotros ignorábamos todo lo que había detrás". Sor Lucía llevaba por entonces ya veinte años en España, "y hablaba español correctamente; pasaba desapercibida". Fue el párroco Servando Bugarín quien años más tarde les reveló la verdadera identidad de aquella catequista. "Nos dejó un poco descolocados; bendito sea Dios". Además de la devoción a la Virgen "nos animaba a la oración como trato directo con Dios, y nos transmitió el valor de la Eucaristía".

Regreso a Portugal

En mayo de 1946 sor Lucía regresó a Portugal y dos años más tarde, en 1948, decidió ingresar en el Carmelo de Santa Teresa de Coimbra en régimen de clausura, profesando al año siguiente. Tras su muerte el 13 de febrero de 2005, en la fachada de la casa de las Doroteas de Tui se colocó una placa que recuerda que allí vivió durante 17 años y fue protagonista de una nueva aparición de la Virgen la principal vidente de Fátima.

En la actualidad, la casa de las Doroteas de Tui es la Enfermería de la provincia de España; de hecho, 17 de las 22 religiosas están en la enfermería, la mayoría con dependencia total. "Tenemos el recuerdo de su paso por aquí, pero no conservamos nada especial relacionado con sor Lucia", comentan las religiosas de Tui. En este sentido, las doroteas mantienen la discreción que fue norma de sor Lucia durante su estancia en Galicia.

Carlos Pérez-Fonterosa

Desde los años 60 hice todo lo posible por dar a conocer su estancia en Tui, pero hasta que murió no fue posible colocar la placa en las Doroteas

Ramona Alonso

Me regaló un rosario pequeñito y nos hablaba de la Virgen, aunque en aquella época no le dejaban hablar de las apariciones que tuvo en Fátima

Teresa Rodríguez

Conocí a sor Lucía, entonces ´irmá Dores´, en el convento de las Doroteas cuando acudía allí a clases para preparar los estudios de Magisterio

Avelino Rodríguez - Párroco de Santa Marina de Cabral

Nos enseñaba el catecismo del Padre Astete a los niños de Rebordáns y nos inculcaba mucho la devoción a la Virgen, pero nunca nos dijo nada de las apariciones que había tenido

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