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El nuevo rostro de la pobreza

ESTELA | Nuevos tiempos, nuevos pobres: el retrato más humano

Parados, jubilados, mujeres divorciadas y niños han sustituido a mendigos, vagabundos y toxicómanos

Usuarios del Comedor "Vida Digna".

Cuando, tras muchas dudas, y porque carcomido por un ardor de estómago que en determinadas circunstancias se llama hambre, ya no podía más, Antonio G. superó su vergüenza, y decidió llamar por vez primer a la puerta del comedor social de la asociación La Sal de la Tierra. José Luis Moracho, encargado de "tomar nota" de todos los que allí se acercan, no daba crédito ante el aspecto del hombre que tenía ante sí: vestido impecablemente de traje, con un pañuelito doblado que asomaba su puntita por el bolsillo izquierdo de su inmaculada camisa, su elegante presencia, sus modales, su lustre de "alguien importante" le recordaron a un ejecutivo, un alto cargo, un político en campaña electoral, incluso a un galán de cine estilo Arturo Fernández. José Luis, intrigado, le preguntó qué quería, qué diantres hacía allí un hombre como él, con ese aspecto, con esa€ apariencia: "¿Apariencia, dice? Mire usted -le respondió Antonio-la apariencia es lo único que me queda. Lo demás, lo he perdido todo. Solo he venido a comer".

A Antonio, un ingeniero especializado en grandes obras públicas, que vivía más que desahogadamente, le "salió mal una gestión" y, desde aquella primera vez, acude todos los días a este comedor social sito en la calle Manuel Castro de Vigo. Discreto, cuando acaba, saluda y se va. Nadie sabe a dónde. Tampoco se le pregunta; en estos lugares solo se pregunta lo imprescindible, lo demás corre a cuenta de la voluntad del usuario,y en la mayoría de las ocasiones, el "usuario" no tiene precisamente ganas de hurgar en la herida en la que se ha convertido su propia vida.

A punto de abrirse las puertas del comedor social de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres para transeúntes, la hermana Enma nos presenta,orgullosa porque está a punto de "curarse", a una de sus chicas, una residente en la Casa de Mujeres. La llamaremos Carmen : "Me casé y, después de tener dos hijos, el matrimonio empezó a ir mal. Me vine a Vigo, porque tenía un hermano trabajando aquí. Conocí a un hombre y, tras conseguir el divorcio de mi anterior marido, empecé a convivir con él€Enseguida me di cuenta de que tenía problemas con la bebida, me pegaba€y un día decidí marcharme del piso en el que vivíamos€Durante varios días anduve por ahí, durmiendo donde podía, no tenía un duro. Para comer solía ir a Cáritas€" Pero la situación se hizo insostenible: "Cuando llegó aquí -relata la hermana Enma- Carmen estaba angustiada, tenía una depresión tremenda, pero gracias a Dios ya se está recuperando". "Cuando crea que estoy preparada para salir -apostilla Carmen- me gustaría encontrar un trabajo, a ser posible ayudando a personas mayores, en un geriátrico o en la ayuda a domicilio. Lo de cuidar a la gente siempre ha sido lo mío". Toda una paradoja.

-¿Qué sintió la primera vez que fue a un comedor social?

-Me sentí muy mal, claro, pero de aquella ya estaba desesperada, casi ni sabía donde estaba. Veía al resto de la gente que estaba como yo, pero no hablé con nadie. Allí, salvo que ya se conozcan anteriormente entre ellos, nadie habla con nadie. Bastante tiene cada uno con los suyo.

Las historias de Carmen y Antonio G. responden a un nuevo perfil de la exclusión social surgido durante estos últimos años de crisis económica. Lo explica muy bien el citado Moracho, coordinador de La Sal de la Tierra: "Es un cambio muy apreciable,sí. Antes quienes acudían aquí eran mayoritariamente mendigos, vagabundos, yonquis€ pero el paisaje ha cambiado radicalmente, todos esos han desaparecido, si no en su totalidad, sí que muy significativamente. Ahora nos llegan trabajadores que ya no cobran el paro, que se sostienen con el RISGA o con nada, jubilados con pensiones muy pequeñas, incluso gente que trabaja o que hace chapucillas, pero con unos sueldos tan ínfimos que no les llegan ni a mitad de mes; también hay muchos excomerciantes, pequeños autónomos que han quebrado, que han tenido que cerrar las puertas de sus negocios€Y si tienen hijos, la situación se agrava. En verano y vacaciones como éstas de Navidad, cuando cierran los comedores de los colegios, acuden matrimonios con sus niños.Como ya no pueden comer en la escuela, vienen aquí€También tenemos a un montón de parados del naval".

A este perfil, hay que añadir otro, el de las mujeres: "Los hombres representan aún el 90 por ciento, pero es verdad que ha aumentado el número de mujeres que acuden a instituciones como la nuestra. La mayoría son divorciadas/separadas, bastante jóvenes, que se han quedado literalmente en la calle. Es comprensible que a las mujeres les cueste más, pero progresivamente están venciendo su temor. Nosotros somos muy concientes de ello, así que, cuando vienen solas, las sentamos ante mesas compuestas únicamente por mujeres, para que cojan confianza, para que preservarles una cierta intimidad".

En la apreciación de José Luis Moracho coincide Tensi González, que desde hace más de tres décadas años preside la Asociación Familiar de Ayuda al Necesitado (AFAN), uno de las iniciativas laicas con más longeva trayectoria en la ciudad de Vigo: "Aquí vienen familias cuyo padre ha perdido su puesto de trabajo y, de buenas a primeras, se encuentran en la ruina. Y también es cierto que cada vez llegan más mujeres jóvenes, que generalmente se han separado de sus parejas y a las que, además,les ha tocado ocuparse de sus hijos". AFAN atiende a alrededor de 500 familias de Vigo y su comarca. Mientras charlamos con Tensi, su teléfono móvil no deja de sonar: ella siempre responde, interrumpimos la entrevista, y la reanudamos: "¿Qué te estaba contando€?"

En el informe Foessa Cáritas emitido esta misma semana se constata que la población gallega que se puede considerar en situación de exclusión social asciende ya al 17,9% (cinco puntos por debajo de la media española) y afecta a a alrededor de 500.000 personas. Por otra parte, en nuestra comunidad autónoma, la exclusión social severa afecta 132.000 personas (55.000 hogares) "necesitadas de una atención de urgencia". Las familias con mayor número de hijos y los jóvenes son los sectores más vulnerables, más suceptibles de caer en la excluisión social.

Encontrar un comedor o un albergue (para dormir) no es el principal problema que padecen hogaño los excluidos de Vigo. De hecho, muchos de ellos, incluso rechazan acudir a este tipo de centros benéficos. Prefieren "ser libres", "estar en la calle", aunque la calle, y la manera de vivir de la que hablan, se ha vuelto extremadamente peligrosa. Nos lo cuenta Javier, de 28 años, que confiesa vivir de las propinas que recibe como gorrilla, si el día sale bueno: "Cuando las cosas me fueron mal -relata-, cuando tuve hambre, se me dio por ponerme en una esquina a pedir€.¡Pero no lo volveré a hacer nunca! No había pasado ni media hora cuando se me acercó un tipo y me empezó a preguntar que si de dónde venía, de parte de quién...y, al poco rato, me llevó a un sitio apartado y, al oído, para que no lo escuchase nadie, me amenazó: Ya te puedes ir largando que éste es no es tu territorio. Si te volvemos (hablaba en plural) a ver por aquí, te rajamos". Quien "aconsejó " de tal manera a Javier no tenía acento extranjero alguno, "era sin duda español", pero a Javier le sirvió para comprender que, hasta en esto de la pobreza callejera, hay que licenciarse, saber el territorio que se pisa". Javier no quiere darnos más datos, y menos hablar de él. Uno sospecha que buena parte del dinero que recauda como aparcacoches se va en la droga, pero él lo niega: "Es todo para comer, lo juro. Tengo a mi compañera y un niño en casa. Es para ellos". Y, sin embargo, rechaza que lo invitemos a un café o a un "bocata". "Tengo cosas que hacer", alega, y se pierde al doblar la esquina.

"El sitio más peliagudo de toda nuestra casa seguramente es el comedor de transeúntes -dice el Hermano Vicente, director en funciones de Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres- Más de una vez hemos tenido que llamar a la policía por líos que muchas veces tienen entre ellos". Su compañero, el hermano José Luis, lo explica: "Yo, cuando puedo, leo la prensa, veo la televisión, y me informo de que hay más robos, más suicidios, más crímenes€sé que, detrás de muchos de ellos, hay un motivo común: la pobreza. "Hoy en día -sigue José Luis- se está dando la situación de que hay personas que, si hace diez años que vivían medianamente bien, de súbito se han encontrado con que no tienen nada. Han perdido su empleo, tienen hijos a su cargo, y no lo asumen, se agobian, se preguntan qué pueden hacer y, claro, ocurre lo que ocurre: creen que ya no tienen nada más que perder y eligen el más equivocado de los caminos. Más de una vez he tratado de convencer a un indigente para que viniese hasta aquí y he recibido como respuesta una negativa rotunda".

De la calle sabe mucho Genaro F., un residente en Hermanos Misioneros que se autodefine, a sus 58 años, como "de la generación de los hippies", causa a la que atribuye su, cree que ya superada, adicción a las drogas ("hace seis años que ni siquiera fumo ni bebo"): una carrera de treinta de años que finalizó el día en que "me desperté en una cama del Hospital Xeral con un tubo que me llegaba a los pulmones". Tras cobrar por la expropiación de la ferretería que regentaba, Genaro se convirtió en un traficante de drogas: traficante y adicto. Vivió "a mil por hora" hasta que se estampó contra el muro de la vida. Ahora echa una mano en Hermanos Misioneros donde detecta que "felizmente, ya no llegan tantos drogadictos como en mi época, ahora los que aparecen por nuestro comedor son trabajadores que han sido despedidos de sus empleos€aunque algunos con serios problemas de alcoholismo".

"Uno de los pasos que más les cuesta dar -dice Tensis González- es el de pedir ayuda. En Afan, tenemos a personas a las que ayudamos, pero que no vienen a nuestro local, y tampoco quieren para nada que vayamos nosotros a sus casas. Simplemente, les dejamos las bolsas con alimentos en determinado sitio, una tercera persona las recoge, y es la que se encarga de llevársela a la familia necesitada" .

"En la vida de estas personas puede decirse que hay un antes y un después de solicitar ayuda, de venir a un comedor social, o de pedir simplemente alimentos para llevarse a su casa -comenta José Luis Moracho- Digamos que cambian de forma de pensar. No ha faltado quien me ha confesado que creía que le íbamos a servir la comida como si se la tirásemos y se sorprendió al comprender que lo tratámos como si fuese cliente de un restaurante". En La Sal de la Vida comen diariamente entre 50 y 70 personas. "Tenemos a gente que viene aquí desde hace años. Digamos que es nuestra clientela fiel, pero me consta que si no viniesen a nosotros, o a cualquier otro comedor, si no hubiesen dado ese paso, la mayoría de ellos estarían muertos".

*Por expreso deseo de sus protagonistas, o de quienes nos contaron sus historias, todas las identifidades de los indigentes citados en este reportaje son ficticias

174.00 hogares gallegos afectados por procesos de pobreza o exclusión social

  • Dependencias interiores del albergue municipal de Vigo.1.) El 17,9% de la población gallega se ve afectada por procesos de exclusión social. No obstante, Galicia es una de las Comunidades españolas donde la intensidad de la exclusión social es menor. Se estima en 174.000 el número de hogares gallegos (500.000 personas) que se encuentran en esta situación. 2.) Los problemas de exclusión que más afectan a la sociedad gallega son los relacionados con el empleo y la salud. 3.) Se ha producido un incremento importante de la desigualdad, con una evolución mucho más negativa que en el resto de España. La progresiva reducción del PIB per cápita de Galicia desde el año 2008 ha venido acompañada de un notable incremento de la desigualdad, que ha crecido un 14,4% entre 2008 y 2012.4.) 1 de cada 3 personas en Galicia sufre la exclusión del empleo. Durante el año pasado, el 14% de los hogares trabajaron menos del 20% de su tiempo potencial de trabajo. La tendencia del desempleo de larga duración ha crecido y alcanza el 57,4% de la población desempleada frente al 58,4% del resto de España.5.) En el gasto de los hogares gallegos han aumentado más las partidas de vivienda y salud que la media de España.6.) El 15% de las personas en Galicia se encuentran afectadas por la exclusión de la salud, sobre todo en situaciones de privación y dependencia. Además, el 16% de los hogares tienen dificultades para asegurarse una alimentación suficiente y equilibrada en términos nutricionales. En el 9% de los hogares existen problemas serios para seguir los tratamientos.7.) La red social próxima es intensa y plural, y para muchas familias representa una tabla donde agarrarse ante la crisis. De hecho, los hogares gallegos cuentan con una red social de apoyo igual que a nivel estatal, donde el 70% de los hogares manifiestan tener ayuda. En términos de población, un 31,4% no tiene ayuda en Galicia (más de 860.000 personas) frente al 30,1% del conjunto de la población española. Los hogares más vulnerables utilizan preferentemente lo servicios sociales públicos (23%), y en menor medida, los servicios de Cáritas (4%) y los ofrecidos por otras entidades (8%).8.) El riesgo de exclusión social se multiplica por 4 en los ocupados con trabajo irregular, y se duplica entre los desempleados de larga duración y las personas menores de 18 años. Estas mismas características incrementan el riesgo de exclusión entre los hogares gallegos, al mismo tiempo que los barrios degradados o marginales, la baja intensidad laboral, las familias con alguna persona con discapacidad, y las familias con hijos.*Datos y conclusiones extraídos del VII Informe FOESSA-Cáritas sobre exclusión y desarrollo social en España 2014.

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