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Una ciudad a contracorriente que sube la marea

Vigo castiga al bipartidismo alzando a la coalición como fuerza más votada, el mismo año de la mayoría histórica de Caballero

Una ciudad a contracorriente que sube la marea

La misma ciudad que, hace solo siete meses, se desmarcaba del castigo al bipartidismo para revalidar al socialista Abel Caballero con una aplastante mayoría absoluta, el pasado domingo, se posicionó en primera línea de las que defienden el cambio entregando su confianza a En Marea. Los electores vigueses han demostrado tener criterio propio y han vuelto a dar la campanada al convertir a la olívica en la única de las siete metrópolis gallegas donde la coalición de Podemos, Anova y Esquerda Unida se alzó con la victoria. Se metió en el bolsillo uno de cada tres sufragios.

Los votantes vigueses -que se movilizaron algo más que la media nacional, con un 75% de participación- demuestran ser poco leales a las siglas. Tanto si se comparan los resultados del 20D con las anterior elecciones de este ámbito geográfico -las generales de noviembre de 2011-, como con la última cita con las urnas -las municipales de 2014-, el vuelco es total. En el difícil ocaso de la Presidencia de Zapatero, la candidatura de Mariano Rajoy ganó en todos los distritos de Vigo y obtuvo un respaldo del 43,2%. Ahora, el Partido Popular solo logra retener dos de sus feudos históricos, los únicos que no ganó En Marea.

En cuanto a los comicios del pasado mes de mayo, los vigueses premiaron la gestión de Caballero al frente de la Alcaldía con la mayoría absoluta más holgada de la historia de la ciudad, al objeto de que pueda seguir desarrollando un proyecto con el que se manifestaron complacidos. Los nueve distritos vigueses, sin excepción, se tiñeron entonces de rojo. Pero el "efecto Caballero" no ha entrado en juego a la hora de hablar de Estado y el electorado ha relegado al PSOE de Pedro Sánchez a la tercera fuerza en todos ellos, salvo en uno -el de Matamá, Bembrive, Beade, Valladares y Zamáns-, aunque siempre por detrás de En Marea.

En síntesis, diferentes respuestas a distintos escenarios electorales. Pero el votante vigués ya había dado un aviso al bipartidismo. Lo hizo en las elecciones al Parlamento Europeo. Si sumamos los votos que en mayo de 2012 conquistaron las fuerzas que hoy integran En Marea, esta se alzaría también con la primera posición y se reproduciría el mismo orden en los cuatro primeros puestos. Tras irrumpir por la puerta grande en las autonómicas de 2012, Alternativa Galega de Esquerdas obtuvo el 13,2% de los votos. Junto al 12,1% que logró un debutante Podemos, se habrían convertido en la fuerza más votada, con una cuarta parte de las papeletas -25,3%-. Aunque lo harían solo con medio millar de sufragios más que el PP -24,9%- y 3.500 más que el PSOE -22,02%-. El domingo pasado, esa distancia se agrandó. La coalición le sacó más de seis puntos a los populares y doce a los socialistas.

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A pesar de esta advertencia, nadie se esperaba que la marea inundara la ciudad. Un resultado que dejó atónitos a todos, empezando por sus protagonistas. En la agrupación municipal llegaron a la jornada electoral con la aspiración de superar al PSOE y convertirse en segunda fuerza. Algo con lo que sí contaban a nivel autonómico -tras tomar el bastón de mando en las Alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol-, pero que en Vigo se les antojaba una meta más ambiciosa. Pero no solo batieron esta, sino que el sorpaso fue doble. Cosecharon 59.690 votos y barrieron a los dos grandes partidos. Lograr un resultado así en una ciudad donde la coalición no estaba consolidada -concurrieron a las municipales sin Podemos- es, para la formación, una demostración de que tiene fuerza suficiente para llegar a San Caetano. No se atreven a extrapolarlo a las municipales -¿quién se aventura ya a hacer un pronóstico en Vigo?-, pero advierten: "Algo se mueve".

¿De dónde se fugaron los apoyos? Está claro que absorbió los dos tercios que perdió el BNG, que concurrió a estos comicios con una nueva fachada -Nós-, pero que no logró frenar el desplome en el que está inmerso y que parece no tocar fondo. Perdieron casi siete puntos de representación con respecto a 2011. La coalición también llenó redes en el caladero socialista, que perdió otros once puntos porcentuales. Hay que añadir los más de siete que obtuvo Izquierda Unida en las anteriores generales y nos faltarían otros nueve para resolver la ecuación.

El PP municipal se consuela con que su caída está en la media nacional -casi 16 puntos- y que empiezan a remontar el vuelo tras el estrepitoso varapalo de las municipales -con casi 20.000 votos más-. Con ello, trata de olvidar -o hacer olvidar- que ha obtenido el resultado más precario de su historia en unas legislativas incluyendo la etapa de Alianza Popular. Además, es el undécimo municipio con peores resultados para los populares entre los 314 gallegos.

El PSOE local no se ha mostrado demasiado amenazado por el ascenso de En Marea. Tal y como aún expuso hace unos días en Radio Vigo, el alcalde entiende que en su proyecto de ciudad tienen cabida votantes de otras siglas. El caso es que su resultado también es el peor en unas generales desde 1979 y se ve relegado a un tercer puesto por primera vez. Tomará nota.

En este declive del bipartidismo, Ciudadanos no arañó ni un 10% de la representación en la ciudad y su candidato provincial se quedó con las ganas de entrar en el Congreso. Su ausencia durante la campaña en Vigo y su falta de propuestas para Galicia, le pasó factura. En el Bloque la moral está por los suelos. Son los principales damnificados de En Marea, que los ha barrido. Tras salir de la Corporación local y, ahora, también del Congreso, se centran en buscar la fórmula para no desaparecer.

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