Quienes hemos acompañado a nuestras abuelas al mercado, tenemos aún prendido en el bajo de la falda un respeto incondicional a las plazas de abastos, a sus mujeres, a sus hombres... Ese bullicio, los olores, los gritos, la retranca. De aquellas patelas de la Ribera al tapeo con 'arte' de hoy, no hay tanta diferencia y sí un mismo punto de partida: el buen comer