Abanca refuerza su liderazgo en el sector financiero de Galicia pese al recorte de red

La conversión de las viejas cajas de ahorros en bancos comerciales recibió aplausos efusivos de muchos expertos y de las agencias de calificación de riesgo. Además de un requisito para acceder al multimillonario rescate público, la metamorfosis prometía mejorar la tan criticada gobernanza de las entidades y abrir nuevas vías de solvencia y liquidez en plena recesión financiera global. Solo sobrevivieron dos. Ahí siguen Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Ontinyent y Caixa Pollença, con 1.350 y 646 millones de euros de activo total, respectivamente. La profunda reconversión borró del mapa financiero decenas de marcas históricas y dejó importantes daños colaterales que, una década después, todavía duelen. Con la extinción de la mitad del sector se acentuó, según el Banco de España, “el deterioro de la accesibilidad a los servicios bancarios en aquellos municipios donde estas [las cajas] tenían una mayor presencia relativa”. “De este modo, la pérdida de población en algunos municipios y el proceso de reestructuración de las cajas de ahorros habrían reducido tanto la demanda como la oferta de servicios bancarios con mayor intensidad en unos municipios que en otros –señala el supervisor en un informe sobre la exclusión financiera publicado hace unos días– , pudiendo desempeñar un papel destacado en el aumento de la distancia a la oficina bancaria más cercana entre 2008 y 2021, especialmente en determinadas zonas rurales”.

La fatídica fusión de Caixa Galicia y Caixanova, competidoras calle por calle, colocó a Galicia en cabeza del ajuste de red, alimentado también de la dilución del Pastor en el Popular –y luego en el gigante Santander– y la entrada del Banco Gallego en el grupo Sabadell. Echaron el cierre seis de cada diez oficinas de la comunidad. En septiembre de 2008 había 2.539 y en marzo de este año quedaban 1.031, según los últimos datos del Banco de España.

El acelerón del ajuste bancario clausura una sucursal cada dos días en Galicia

La pandemia aceleró de nuevo el llamado “ajuste de capacidad instalada”, un eufemismo de la clausura masiva de sucursales para exprimir los márgenes frente al cada vez más lejano escenario de bajos tipos de interés y, ahora, bajo el argumento de la digitalización de la atención al cliente. Todos los grandes operadores metieron la tijera a fondo en su red en Galicia tras el estallido del coronavirus. Destaca, sobre todo, el Santander, que dejó sin actividad 78 sucursales en la región y mantiene abiertas 153, como refleja el anuario estadístico de 2021 de la Asociación Española de Banca (AEB). Su tradicional segundo lugar en el ranking del sector financiero gallego lo ocupa ahora Caixabank (154), que cerró 8 oficinas después de absorber Bankia, según los datos del anuario de la otra gran patronal, la CECA, integrada por las antiguas cajas de ahorros.

La exclusión financiera deja sin servicio a 6.000 gallegos y a 60.000 solo con cajero

Abanca afianza su liderazgo del mercado regional con 437 oficinas a 31 de diciembre de 2021. Son 40 menos que un año atrás. La primera entidad del sector en Galicia concentra en estos momentos el 44% de la red bancaria en la autonomía, cuatro puntos más que en 2020. En lo que va del actual ejercicio, Abanca prescindió de dos sucursales más. Tenía 435 a 30 de junio, según sus cuentas consolidadas del primer semestre, a las que se suman otras 189 en el resto del país, 44 en Portugal, una en Suiza, una en EE UU y oficinas de representación en Brasil, México, Panamá, Venezuela, Suiza, Alemania, Reino Unido y Francia.

BBVA bajó la persiana a 25 sucursales en Galicia a lo largo del pasado año y opera con 116. Sabadell cerró una treintena y cuenta con 64. Bankinter no tocó su red en la comunidad en 2021 y sigue con 10 oficinas. Las mismas que suman Unicaja y Liberbank ya fusionadas. La red de Kutxabank en Galicia está formada por 9 puntos de atención al cliente. Deutsche Bank e Ibercaja disponen de 5 y ambas finiquitaron una en 2021.

La radiografía de la AEB desvela que esta parte del sector, las entidades que ya eran bancos antes de la crisis financiera de 2008, redujeron cerca del 20% sus plantillas en 2021 en Galicia. Pasaron de 3.300 trabajadores a 2.692. La caída en el conjunto del Estado fue del 10,5%, hasta los 81.125 empleados. La otra mitad del sistema agrupada en la CECA mermó un 3% la ocupación (65.897 efectivos), aunque no desvela los descensos por comunidades.

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