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Las furgonetas, al rescate del transporte

Los gastos de un camionero en combustible suben hasta un 40% en un año, pero el sector cree en su potencial porque su caída implicaría falta de suministros

Un transportista, ayer en Vigo. | // PABLO HERNÁNDEZ GAMARRA

Ni la subida del gasoil, ni el incremento de los costes asociados, ni la falta de relevo generacional, ni la subida de tipos de interés: ninguno de estos factores impedirá que 2022 termine con más empresas en sector de los transportes que las que tenía a principios de año. Es la previsión de la Federación Gallega de Transporte de Mercancías (Fegatramer). Y eso que, de momento, la tendencia deja números rojos. El sector perdió 27 empresas entre julio de 2021 y junio de 2022 y, ya en 2020 el sector había perdido otras 10. ¿Por qué, entonces, se muestra su secretario general, José Carlos García Cumplido, tan optimista con respecto al crecimiento del sector? “Porque el mercado necesita del transporte –zanja–, si no, tendríamos problemas en las estanterías porque no habría producto”. Y quien juega aquí un papel fundamental es el transporte ligero, en auge desde la pandemia, especialmente las furgonetas.

Lo que ocurre, a juicio de Fegatramer, que representa a cerca del 62% del sector del transporte en Galicia, es que la industria se está viendo machacada “por la trituradora que es el mercado”. Y ejemplifica: “Como los costes suben, muchas empresas cierran porque hay gente que trabaja a beneficio cero o incluso a pérdidas”.

Y los costes a los que se refiere no son un concepto abstracto. Teniendo en cuenta que un camión medio consume 4.000 litros al mes y que el gasoil alcanza hoy los 2.14 euros, repostar sale por 8.560 euros mensuales. Esto supone un 40% de los costes totales de un transportista, asegura Fegatramer, frente al 30% del año pasado. Pero el carburante no es lo único que se ha disparado. El AdBlue (un sistema de depuración de gases) se ha encarecido más de un 300%, mientras que los propios camiones han subido un 15%.

El transporte ligero

Lo que está haciendo más llevadera la sangría de empresas es el transporte ligero, como furgonetas, un segmento que no ha parado de crecer desde la irrupción de la pandemia. “Gente que antes no compraba por internet ahora sí compra y los que ya compraban ahora compran más”, explica García Cumplido. Sin embargo, se da una paradoja: estos transportistas ganan menos, cuentan desde la federación, que los que conducen camiones. “Yo veo cada día más repartidores con moto o con bicicleta y no lo entiendo porque cobran mucho menos”. El acceso al crédito y la formación necesarios para ponerse al volante de un tráiler están entre las causas de este fenómeno.

Un número nutrido de las empresas del transporte corresponde a autónomos, que, protesta el secretario general de Fegatramer, “ven arrastrada su vida personal porque dependen de su camión para comer”. Y otro problema al que se enfrentan es la imposibilidad de renovar sus camiones, un obstáculo provocado por los encarecimientos antes mencionados. Así, el parque gallego (y español) tiene una media de edad superior a los siete años, una cifra por encima de la de Estados como Alemania, Francia o Países Bajos , pero inferior a la de otros como Polonia o Rumanía. Además, este número asciende a los “10-12 años” en el caso del transporte corto porque estos vehículos hacen menos kilómetros. Una práctica común, de hecho, es vender un camión de transportes de larga distancia a transportistas de corta distancia para aprovechar al máximo la vida útil del vehículo. “Pero esto tiene inconvenientes, como la contaminación o los costes de mantenimiento”, reflexiona García Cumplido.

Más allá de cómo vaya a cerrar el año el sector, el transporte se enfrenta a la falta de relevo generacional, admite Fegatramer: “En España, la media de edad de los trabajadores está en los 45-50 años; tenemos un horizonte de una década porque no hay reposición, no están entrando jóvenes”. Se trata de un problema que el propio García Cumplido no sabe cómo resolver pero Fegatramer ya está “planteando la creación de una mesa de trabajo entre el sector y las administraciones para captar mano de obra, española o extranjera”.

Con todo, y a pesar de que el propio secretario general de la federación admite que “muchas empresas están en riesgo de desaparecer”, insiste en que otras nuevas abrirán porque, de lo contrario, se rompería la cadena de suministros de bienes de primera necesidad.

“La pandemia incrementó mucho el trabajo”

Damián Adón decidió aparcar la profesión de comercial que venía desempeñando en el norte de Galicia desde hacía años y arrancar su furgoneta para hacerse transportista a raíz de la pandemia. Con la llegada del coronavirus, “la empresa se fue a otro país”, cuenta este uruguayo de 43 años afincado en Galicia desde el año 2000. Adón reconoce que no falta trabajo. “La pandemia incrementó muchísimo el transporte”, explica, “sobre todo los pedidos urgentes”.

Tanto es así que hace poco vendió su furgoneta y, mientras no compra otra, ha llamado a empresas que alquilan estos vehículos “y no hay”. Otro síntoma del crecimiento de este sector es que, desde que hace unos días puso un anuncio en una página web en el que ofrecía sus servicios, ya lo llamaron de una empresa de Mos y dos particulares para hacer rutas. Antes, había trabajado en una importante multinacional de venta por internet, “pero no compensaba porque solo dejan trabajar dos o cuatro horas, no ocho, y pagan poco”.

Ahora, transporta “de todo un poco” en las áreas de Vigo y Pontevedra: neumáticos para talleres, paquetería, productos para panaderías... En su caso, los gastos en gasoil suponen los mismos que calcula de promedio la Federación Gallega de Transporte de Mercancías (Fegatramer), es decir, un 40% de sus costes totales, ya que llenar el depósito de su furgoneta implica desembolsar 120 euros, una cifra que, cuando empezó, en noviembre de 2020, era de 90.

Pero los sobrecostes de los últimos meses no son el problema del que más se queja este transportista, sino de las maratonianas jornadas de trabajo y del estrés que implican. “Empiezas a las siete y media de la mañana, aparcas como puedes intentando que no te multen, paras a las dos y media de la tarde para cargar otra vez y no terminas hasta la noche. A veces, durante el día no te da tiempo ni de comer un bocadillo”, lamenta. Las empresas, protesta, son conscientes del estrés y la sobrecarga psicológica que genera esta profesión y no quieren contratar asalariados, asegura. “Como las empresas saben perfectamente lo estresante que es esto, prefieren tirar de autónomos, que, si acaban con depresión o con problemas de ansiedad, se tienen que fastidiar y buscarse la vida como puedan, pero la baja no se la van a pagar”. En Galicia hay registradas 80.000 furgonetas, pero no todas se destinan al transporte, ya que también se usan en otras profesiones (como la fontanería o la albañilería) y hay clientes que las prefieren a un turismo.

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