Una vicisitud más para la atribulada historia del crucero de ultralujo Evrima, que en marzo partió del astillero vigués Barreras para rematarse en Santander. Allí, en la atarazana Astander, ha sufrido un brote masivo de COVID-19: hay confinados en hoteles de la ciudad más de 50 trabajadores, 34 que han dado positivo y otros 27 que están considerados contactos estrechos. En la construcción del Evrima están trabajando más del mil personas, entre las 44 empresas contratadas por el armador (Ritz Carlton) –en torno a 800 trabajadores– y las 45 firmas dependientes de Astander –en este caso con un volumen de 250 operarios de media–, aunque no todos coinciden de forma simultánea.

Según fuentes de la Consejería de Sanidad cántabra citadas por El Diario Montañés, los primeros casos se registraron el 17 de septiembre. Desde Astander aseguran que están "investigando el foco", que sitúan "fuera" de sus instalaciones. "Dentro es muy difícil que ocurra por todo el protocolo de seguridad que se sigue. De hecho, hasta hace diez días no habíamos tenido ningún contagio", afirma Juan Luis Sánchez, director de Astander.

Algunos operarios han trasladado su desazón por la situación vivida en el astillero. Uno de ellos ha relatado al diario cántabro que desde el domingo 19 supieron del positivo de un compañero y continuaron trabajando hasta el pasado sábado, día 25. "En el dique seco hemos estado trabajando hasta 600 personas en estas últimas semanas", afirma este empleado, que también apunta que les hacían test de antígenos a diario.

De acuerdo con el director del astillero, cuando se detecta un positivo no puede acceder a las instalaciones hasta que presenta una PCR negativa. La actividad en Astander, asegura, no se ha visto interrumpida pese al brote masivo.