Como se está viendo ya con las grandes corporaciones obligadas a notificar sus resultados cada trimestre y las empresas que lo hacen igualmente aunque no estén presentes en ningún mercado bursátil, la pandemia pasa factura en mayor o menor medida a las cuentas de prácticamente todos los sectores. Incluso aquellas que por su actividad viven una realidad paralela con la demanda a tope –alimentación, farmacia, una parte de la construcción o los servicios de limpieza, por ejemplo–, asumen los sobrecostes derivados de producir y vender con la mayor cantidad posible de medidas de seguridad y control para evitar que un brote del Covid-19 eche el cierre al negocio. Esta semana se conocerán los datos de los concursos de acreedores del tercer trimestre del año. Entre abril y junio, la etapa más dura de la primera ola del coronavirus, en Galicia se presentaron 62. Fueron 8 menos que en el trimestre anterior y 25 por debajo del mismo periodo del pasado año. La evolución está condicionada por el efecto de la emergencia sanitaria y el confinamiento en los trámites con las administraciones en aquel momento y por el gran balón de oxígeno que vino con los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y los avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO). En este caso, había un importante requisito para acceder a las ayudas para aliviar la tensión de la tesorería: no estar en crisis ya antes. Y, aunque parezca mentira, es un mal endémico en el tejido productivo gallego. Las consecuencias del Covid-19 son evidentes, pero es que más de la mitad de las empresas de la comunidad arrastra números rojos desde mucho antes.
De las algo más de 94.100 firmas que declararon el Impuesto de Sociedades durante 2018 en Galicia, el 52,5% (49.384) estaba en pérdidas. Un resultado negativo conjunto de 2.133 millones de euros, según el balance que acaba de publicar la Agencia Tributaria. El número de empresas que no ganaron ni un euro en el ejercicio bajó en alrededor de 240 en comparación con 2017 (49.627), pero los números rojos sí aumentaron un 7,4% (1.986 millones de euros el año anterior).
Desde que se inició la recuperación posterior a las dos recesiones casi consecutivas que sufrió la economía gallega y el conjunto del Estado a partir del pinchazo de la burbuja del ladrillo en 2008, la brecha entre compañías rentables y las zombies es cada vez más evidente. La otra mitad del censo empresarial lo forman en la región 44.740 sociedades que arrojaron un resultado contable en 2018 cercano a 19.300 millones de euros, prácticamente el doble que en 2017, cuando rondó los 10.300 millones.
Si todas las firmas gallegas fueran un único grupo, el resultado conjunto sería de 17.156 millones de euros tras un incremento del 105% en solo un año. Solo el sector empresarial de La Rioja deja una subida mayor del beneficio, un 123%. Destacan también las alzas de País Vasco (50,4%), Asturias (66%) y Cataluña (42,2%). El total del país, con 138.618 millones de euros en ganancias netas, creció un 11,1%. Andalucía y Navarra tienen los peores datos, con una caída del 56% y el 38%, respectivamente.
Tres de cada diez empresas en España, 490.000, ingresan menos de 6.000 euros al año. El 84% no pasa de 600.000. Únicamente el 0,5% factura más de 30 millones.
En todas las comunidades el volumen de firmas con un resultado contable inferior a cero es muy notable, pero en diferentes proporciones. Además de Galicia, sobresalen Madrid (55,1%), y Andalucía y Asturias, ambas por encima del 54%. El menor peso está en Navarra y País Vasco, donde las compañías sin beneficio rondan el 41%. Son en el conjunto de España más de 835.300 firmas, el 51,6% del total, con números rojos de 108.404 millones de euros.
La facturación de las empresas gallegas no financieras en el último ejercicio analizado por la Agencia Tributaria alcanzó los 110.356 millones de euros, un 10,2% más que en 2017 (100.155 millones). El anterior récord de ventas se remonta a 2007 con 95.209 millones de euros. Los gastos en aprovisionamiento rozaron los 64.900 millones de euros y más de 14.400 millones fueron para otros costes de explotación. El desembolso en personal ascendió a 14.700 millones, entre los que hay 12 millones para aportaciones a planes de pensiones y 315,9 millones a indemnizaciones. El resultado financiero también fue positivo, de 566,1 millones de euros; y en el Impuesto de Sociedades las empresas gallegas abonaron 1.470,7 millones de euros.
¿Cómo estaba en aquel momento cada sector? Entre los detallados por el organismo dependiente de Hacienda, lo gordo del beneficio se lo comen el comercio, las firmas de reparación y el transporte: unas 26.200 sociedades con casi 61.000 millones de euros de cifra de negocio y 12.500 millones de euros de beneficio. Los servicios a empresas –desde tareas administrativas a las ETT, un total de 12.788 compañías– siguen ganando cuota. Sus ingresos se situaron en 6.377 millones y 2.800 millones de beneficio.
Las casi 8.000 empresas de la industria ganaron 636,3 millones después de manejar 26.000 millones de facturación. Construcción y actividades inmobiliarias, que en los años más duros de la crisis pasada se anotaron pérdidas multimillonarias en Galicia, obtuvieron un beneficio neto de 589 millones. Las ventas se movieron alrededor de los 7.600 millones. La industria extractiva y los grupos de energía y agua ganaron 181 millones; más de 72 millones las empresas del sector primario; 28 las de servicios sociales; y 65,6 millones las dedicadas a otros servicios personales y el ocio. Información y comunicaciones cerraron el ejercicio con un resultado negativo de 11,1 millones y de 77,5 millones las entidades financieras y aseguradoras, aunque sin contar entre ellas a las que tienen categoría de entidades de crédito.
