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La soledad del patrón "progre"

Arias presenta mañana una reforma estatutaria para la CEG en una reunión a la que no asistirá Pontevedra ni las sectoriales y cuestionado por defender una consulta en Cataluña

La soledad del patrón "progre"

Antón Arias Díaz-Eimil ha resultado ser un pacificador. De su mandato -lleva nueve meses al frente de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG)- han emanado amistades impensables y alianzas que dan al traste con las hemerotecas. La primera, la de Antonio Dieter Moure con el vigués José Manuel Fernández Alvariño, dos expresidentes que no culminaron su legislatura, que revolotean de la mano sobre una organización enferma y partida en dos. Y ha forjado una tregua en la patronal de Pontevedra, entre su dirección y las organizaciones que la llevaron a juicio. Lo ha logrado sin quererlo y sin poder llevar la calma a su casa. Hace años que la CEG no sabe qué es vivir en paz. Y eso que es defensor del diálogo: lo ha pedido para acordar una consulta en Cataluña a fin de apagar la crisis territorial. "No conozco otra manera de resolverlo", dijo a FARO.

Mañana presenta en Santiago a su comité ejecutivo las cuentas de 2016 (no auditadas) y la reforma de los estatutos. No asistirá nadie de la patronal pontevedresa y la ourensana es duda. Y, como en el comité ejecutivo no hay representación de las organizaciones sectoriales, sus propuestas saldrán adelante por incomparecencia de la oposición y sin aspavientos de sus fieles. Hay resaca de sus declaraciones por el tema catalán, por pedir una subida de salarios, atacar la reforma laboral y el empleo precario. Le han aplaudido en Comisiones Obreras - "saludamos las posiciones valientes, realistas y democráticas del actual presidente de la patronal"-. En su casa, silencio. La soledad del patrón progre.

Estatutos

Antón Arias prevé fijar fecha mañana para la asamblea extraordinaria que ha de validar la reforma estatutaria (punto 6 de la orden del día). Le resultará complicado sacarla adelante y no solo por la antipatía de Pontevedra y Ourense, sino porque las sectoriales quedarán diluidas en los órganos de dirección y no podrán aspirar a presidir la CEG. "Se barre totalmente a las sectoriales" lamentan desde una de estas organizaciones. En la futura junta directiva (pasará a llamarse consejo rector) "las organizaciones sectoriales tendrán, al menos, un representante [...] debiendo en todo caso ser el número inferior al que cuente la confederación provincial con menor representación", dice textualmente el borrador de estatutos.

En el mejor de los casos las sectoriales alcanzarán los cinco votos en este órgano gestor, que será el "órgano permanente de gobierno, gestión, administración y dirección" de la CEG. A día de hoy las sectoriales no están en el comité ejecutivo, pero tienen más de veinte vocales en la junta directiva. En la patronal atribuyen este cambio sustancial a Jaime López, autor de la redacción y secretario general de la organización empresarial (ocupa el mismo cargo en la patronal de Lugo). "Él [por el lucense] siempre ha sido claro sobre el peso que quería para las organizaciones provinciales en la CEG, no se le puede reprochar eso. Pero se lamina a las sectoriales, que son las que representan a más empresas", lamentan otras fuentes de la organización.

De salir adelante la propuesta estatutaria no se repetiría otro Antonio Dieter, que asumió los mandos de la patronal gallega desde una pequeña sectorial de formación. Esta limitación consta en la disposición transitoria, la única que contiene esta propuesta. "El sistema de rotación será anual siguiendo la rotación por antigüedad en el cargo de presidente en una de las cuatro confederaciones provinciales", dice el documento. "El sistema presidencial rotatorio podría haber sido una buena solución provisional, pero ahora no. Y, además, deja fuera a las sectoriales", exponen desde Pontevedra. Aquí los empresarios reivindican el peso y participación de este tipo de organizaciones, que fueron las que llevaron a Dieter a la presidencia de la CEG.

La presidencia rotatoria tampoco genera entusiasmo, y las fuentes consultadas difieren sobre la postura del patrón coruñés, Antonio Fontenla. Él sería el primero en asumir este cargo y durante un único año; después tendría que esperar cuatro para repetir, si es que para entonces (tendría 79 años) sigue al frente de la confederación coruñesa (lleva en el cargo desde el año 2000). Después de él en esta fase rotatoria sería José Manuel Pérez Canal, confeso opositor de Antón Arias y el propio Fontenla, el que asumiría los galones, como fija la disposición transitoria de la propuesta estatutaria.

"No es de nuestro agrado porque entendemos que no es muy democrático, pero no quiere decir que en la búsqueda del consenso no se pueda modificar la postura", reconoció Fontenla sobre la presidencia rotatoria esta semana. La misma falta de democracia interna la advierten en la patronal de Pontevedra y las sectoriales. "Yo, y conozco muchas organizaciones, nunca he visto un sistema así", dice un miembro de la junta directiva. "Hemos intentado cambiar las formas que había en la CEG, modernizarla. Pero, aunque quieras, ¿con quién te alías? Es un descrédito continuo". La falta de convocatoria de los órganos colegiados, la elección de Jaime López como secretario general (no ratificada por la junta directiva) o el juicio del anterior, Fausto Santamarina, son rescoldos sin sofocar para Arias. Un hombre afable, sociólogo de carrera y profesor frustrado por "compromiso familiar". Aseguró que pondría su cargo a disposición de la CEG cuando apagara la amenaza de quiebra y reformara los estatutos. Lo primero lo ha solventado y las cuentas recogen un beneficio de 82.394 euros; lo segundo está por ver, pero será complicado. En esta confederación nunca se sabe.

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