Tras una quita de más de 1.800 millones de euros, la banca acreedora no está dispuesta a dispensar dinero a espuertas a Nueva Pescanova. Ahora los socios mayoritarios son bancos, y eso imprimirá una disciplina casi militar a la hora de abrir la chequera. "La compañía tiene que ganarse el derecho a invertir", zanjó ayer el nuevo administrador único de la multinacional, Jacobo González-Robatto. Y ese "derecho" pasa por que la sociedad genere beneficios. Hasta junio registró pérdidas de 25,268 millones de euros, y a cierre del tercer trimestre el resultado operativo -que se obtiene de la actividad propia del negocio, tras restar los gastos de todos los ingresos obtenidos- fue negativo en 8,16 millones. Por tanto, la pesquera aún no es capaz de hacer frente a sus gastos corrientes (nóminas, electricidad, combustible) con los ingresos de sus ventas, aunque éstas se prevén superiores a las del año pasado.

A día de hoy Nueva Pescanova -que ha asumido ya todos los activos y pasivos de la llamada vieja Pescanova- dispone de una remanente de 14,6 millones de un préstamo sindicado, una línea de factoring con 45 millones de límite y otra de financiación de importaciones por otros 30. Con esa financiación bancaria, aportada por el G7 (Sabadell, Popular, Abanca, Bankia, BBVA, CaixaBank y UBI Banca), la tercera multinacional pesquera de Europa tendrá que costear la campaña de Navidad, la de mayor actividad comercial del año, además de hacer frente a negocios que consumen mucho circulante (como el del rodaballo). Teniendo en cuenta que el Ebitda previsto para 2015 será peor que el del año pasado -por la caída de precios del langostino vannamei y la depreciación del euro-, planes como el de la renovación de la flota o una aproximación a retomar el negocio del salmón tendrán que esperar. Robatto declaró en una entrevista a FARO que estas eran sus dos aspiraciones al llegar al cargo.

El problema es que, aunque Nueva Pescanova pueda ingresar más de 1.000 millones de euros a final de año, el resultado bruto será exiguo, y el crédito supersénior que el G7 ha puesto a disposición de la empresa (125 millones) es demasiado caro. Echar mano de él para construir un solo arrastrero podría implicar un incremento de la deuda de Nueva Pescanova de casi 170 millones, dado que devenga un interés anual del 15% y conlleva un sobreprecio de 2,4 euros por cada euro invertido. La caja de la pesquera no está, de momento, para subir su ya elevado apalancamiento.

Como publicó ayer este periódico, entre los propios socios del G7 había preocupación por el elevado coste de este crédito. Utilizarlo todo situaría la deuda del grupo en 1.400 millones de euros. Y la banca, además de gestionar la empresa y optar a dividendos, tiene pendientes de cobro más de 900 millones hasta el año 2022 como mínimo. Robatto se reúne el martes con la alta dirección de la empresa. "Les voy a pedir que trabajen más, esta compañía tiene que ganarse el derecho a invertir y crecer. Si esta compañía quiere que los accionistas invirtamos más debe redoblar su compromiso.

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Junta con polémica

Por lo demás, la asamblea extraordinaria de ayer transcurrió "con normalidad" y apenas duró 20 minutos, pero evidenció que no hay tregua en el litigio entre los bancos y la vieja Pescanova. El consejero Fernando Herce explicó a los asistentes -la prensa no pudo presenciar la junta- que la compañía había decidido capar la posibilidad de que el G7 ejecute una ampliación de capital. Y lo hizo con un cambio en los estatutos, que se entregaron al Registro Mercantil el miércoles a las 12:54 horas.

"Cualquier aumento de capital que pueda aprobarse con anterioridad al 31 de julio de 2016 requerirá el voto favorable de, al menos, el 81%" de Nueva Pescanova. Como los antiguos socios de la pesquera tienen el 20%, el G7 no podría ejecutar este incremento de capital. Desde el consejo de la matriz explicaron que la decisión se adoptó tras la "amenaza" de la banca de diluir la participación de Pescanova SA en el nuevo holding pesquero, y negaron que la banca no conociese estos planes (Robatto aseguró a FARO que se enteró esta semana). Socios como Masaveu, Broadbill Partners, Iberfomento aspiran a que la matriz salga a Bolsa en marzo y acceder a los mercados para ir recomprando poco a poco la empresa a las entidades financieras. Pescanova SA, HSBC y Broadbill, por cierto, se abstuvieron de apoyar el nombramiento de González-Robatto como administrador único de la empresa.