El futuro presidente de Pescanova, Jacobo González-Robatto, esbozó ayer en Madrid alguna de las iniciativas que prevé poner en marcha en la compañía cuando el núcleo duro de la banca acreedora (el G7) tome el control en el accionariado. En un encuentro privado con miembros de la asociación de socios minoritarios de Pescanova AMAP, el máximo responsable de la Comisión de Vigilancia del convenio y representante de los acreedores expuso que Nueva Pescanova SL tendrá entre sus prioridades dos aspectos inéditos hasta ahora: la renovación de parte de la flota pesquera y la apuesta por el negocio del salmón. El primero de ellos es una necesidad "acuciante", de acuerdo a fuentes próximas a la compañía, dado que la media de edad de los buques es de 35 años. El segundo es más sorprendente teniendo en cuenta que Pescanova disponía de dos plantas salmoneras en Chile, que perdió hace menos de un año.
"Lo que se nos expuso para justificar la ampliación de capital [de hasta 150 millones de euros] fue la necesidad de renovar flota y el negocio del salmón", indicaron fuentes de la AMAP a FARO, si bien González-Robatto no especificó si planteaba recuperar Acuinova o Nova Austral -las filiales perdidas chilenas, ya en manos de Marine Harvest y Ewos, respectivamente- o invertir en una nueva línea de negocio. Solo entre enero de 2011 y abril de 2013 Pescanova invirtió 186 millones de euros en las plantas de cría y engorde de las especies salmón coho, salar y trucha. Fuentes próximas al G7 consultadas por este diario no confirmaron ni desmintieron esta información. Frente a la defensa del salmón, "con más mercado en todo el mundo", está el rodaballo, un negocio "menos rentable". Ejecutivos de la propia Pescanova creen que el G7 "no tiene muy claro qué hacer" con el negocio del rodaballo y que por este motivo Insuiña SL no se fusionará con el resto de filiales españolas -dentro de Pescanova España-.
Desde el colectivo de minoritarios se mostraron "decepcionados" con González-Robatto, quien la semana pasada había ofrecido "colaboración" a los pequeños socios para que no perdieran el 95% de su inversión. Siempre según la versión de los miembros de la AMAP, Robatto no pudo concretar qué va a ofrecer el G7 a los minoritarios y que, en todo caso, distingue entre "socios de buena fe y mala fe". Esto es, los accionistas que respalden el convenio en la junta extraordinaria de septiembre y los que voten en contra. "Mencionó a Cartesian [el fondo Cartesian Capital Group] como minoritario", señaló uno de los asistentes al encuentro, pese a que esta sociedad posee el 5% de Pescanova. Se presupone, por tanto, que el fondo que dirige Peter M. Yu habría garantizado de algún modo su apoyo al convenio.
Entre una de las posibilidades que baraja la banca acreedora está la de crear un mercado gris -al margen de la renta variable ordinaria, ya que Nueva Pescanova será una sociedad limitada- para que los pequeños accionistas puedan vender sus títulos. El problema es que a través de este canal las operaciones realizadas se consumaron a un céntimo por acción, en el mejor de los casos, frente a los 17 euros a los que muchos inversores adquirieron sus títulos antes de la caída del gigante pesquero. En este tipo de mercados alternativos solo es posible vender si se encuentra comprador y el precio no lo marca el mercado, sino que lo fija el inversor. Buena muestra de ello es la operación que Carolina Masaveu llevó a cabo en abril, cuando pagó por 975.000 acciones 5.070 euros: cada título a 0,0052 euros.
En el encuentro (que se prolongó durante dos horas), y según las palabras de González-Robatto, volvió a quedar de manifiesto el distanciamiento que hay entre el G7 y el consejo de administración. El portavoz de los acreedores asegura que muchos de los anuncios realizados por Pescanova -como la vuelta a cotización de la matriz en noviembre- fueron decisiones o comunicaciones unilaterales del consejo. De hecho "se plantea incluso pedirles responsabilidades [a los actuales consejeros] si frustran la aprobación del convenio" y provocan que Pescanova entre en causa de liquidación, zanjaron desde la AMAP a este periódico. Para los minoritarios de este colectivo, que agrupa a más de 200 inversores, la banca acreedora "solo quiere aportar el capital que le asegure el 51% de Nueva Pescanova", y que ningún inversor tendrá más participación si no desembolsa dinero. Queda por ver cómo es el trato hacia los "socios de buena fe" y qué contraprestación reciben.
