El informe concursal de Pescanova ha terminado de cuadrar temporalmente los hechos que precipitaron la insolvencia de la segunda multinacional gallega. Entre los años 2007 y 2012 (ambos incluidos), la compañía que presidió durante tres décadas Manuel Fernández de Sousa llevó a cabo un plan de inversiones expansivo, dedicado principalmente al negocio acuícola. Un programa de casi 834 millones de euros que se llevó a cabo sin fondos propios, con un endeudamiento progresivo, y que terminó por devorar la viabilidad de la compañía. La única solución que ahora se le presenta a Pescanova es la de llegar a un acuerdo con los acreedores para refinanciar una deuda de 3.664,6 millones de euros y vender sus negocios "no estratégicos", además de capitalizarse para tapar un agujero patrimonial de otros 1.667 millones.

El documento elaborado por la administración concursal, Deloitte, desgrana cómo se desarrolló el programa de inversiones, cuyo clímax tuvo lugar en los años 2008 y 2012. Esto es, cuando Sousa ya había creado una red de empresas instrumentales (según la auditoría forense de KPMG y el propio informe concursal) para esconder deuda y generar un volumen de facturación ficticio que le permitiría obtener financiación de los bancos. Solo en 2008, cuando el exconsejero delegado Alfonso Paz-Andrade había abandonado la firma por discrepancias con el ahora expresidente (relativas a la expansión acuícola, precisamente), Pescanova invirtió 248,5 millones de euros en las plantas de langostino de Ecuador, Honduras, Guatemala y Portugal. Solo entre 2007 y 2008 gastó en total 292,6 millones.

Contradicciones

"Había mucho crédito, muy barato, sobraba crédito y era el momento de impulsar los proyectos. Pero en los últimos años la situación ha cambiado mucho", explicó Fernández de Sousa en la entrevista concedida a FARO, cuando sostuvo que la política expansiva de inversiones se inició en 2004. Tras la junta de accionistas del año pasado, Sousa enseñó un gráfico en el que plasmaba que las inversiones se habían congelado en 2009. Pero el informe de la administración concursal refuta estos datos. Según Deloitte, el segundo ejercicio en el que Pescanova más inversiones realizó fue en 2011 cuando, en base al análisis de KPMG, ya acumulaba deudas por más de 3.000 millones de euros. Ese ejercicio gastó 201,6 millones en plantas de langostino y salmón, preferentemente.

La información oficial que Sousa y su equipo difundieron al mercado, a la prensa y a sus socios es que el volumen de activos fijos consolidados (que reflejan el esfuerzo inversor de una compañía) se mantuvieron en los 1.120 millones en 2009, 2010 y 2011. En esos años en los que no se movió este capítulo, según el expresidente y los datos difundidos en aquel momento, Pescanova se gastó 335 millones

Más aún, en 2012 reforzó su inversión en el negocio de las plantas salmoneras de Chile, en las que se gastó 105 millones de euros. Las filiales Nova Austral y Acuinova Chile, que se comieron 186,1 millones en los últimos cinco años, ahora están en quiebra y en proceso de venta. Pese a todo, y si se observa cuánto deben las filiales de acuicultura de Pescanova a los bancos, la cifra es relativamente baja (en comparación con el pasivo total). Son 355,2 millones de deuda financiera neta, por los 216,4 de la división comercial o los 192,5 que deben las empresas pesqueras del grupo. ¿Por qué? Según Deloitte, la razón es que "una parte importante de los proyectos fueron financiados directamente desde la concursada (por Pescanova)". De ahí que, a 30 de abril de este año, la matriz mantenga un saldo a cobrar de 1.500 millones de euros con empresas del grupo. En el mismo periodo, y pese a no tener liquidez, invirtió 22,5 millones.

En los libros contables de Pescanova, la anterior cúpula otorgó al negocio del langostino (Promarisco, Camanica, Serviconsa, Novahonduras y Nova Guatemala) de 782,7 millones, que el informe concursal rebaja a 369,7 millones. Por esta razón, Deloitte reduce a la mitad el valor contable de las filiales. Éste pasa, en definitiva, de 992 a 565 millones.