Dos ilustres sin lustre

Francisco Asorey González es, sin duda, uno de los artistas gallegos más relevantes. El autor de A Naiciña o de O Tesouro tiene en Lalín dos de sus obras de gran formato con dos de sus hijos ilustres como protagonistas. En agosto de 1933 se inauguraba la escultura del aviador Joaquín Loriga y 27 años después el escultor cambadés remataba la pieza con la que se homenajeaba al sabio Ramón María Aller Ulloa. Ambos son dos de los hijos ilustres del municipio y sus monumentos dos iconos de una localidad orgullosa de sus paisanos más sobresalientes.

La pedra de grao es el material predominante en ambas obras de arte, con partes de bronce o hierro. El clima propio del interior gallego y el paso del tiempo han transformado las dos esculturas, afectadas por una importante colonización biológica que muestra un reguero de líquenes como si de un mapa lunar se tratase. El musgo y las plantas empañan la imagen de dos majestuosos monumentos que urgen unos trabajos de limpieza, aunque sin cometer la tropelía de, como ocurrió años atrás, pintar de azul celeste la zona del estanque circular de la estatua de Aller que evoca la quietud y la calma, debajo de las inscripciones ciencia y virtud grabadas en el pedestal.

La figura de Asorey se pondrá de relevo este jueves en unas interesantes jornadas del Seminario de Estudos de Deza, en las que intervendrá el miembro de la Real Academia Galega de Belas Artes (Ragba) Felipe Senén. Abierta al público, tendrá lugar en el Museo Municipal a las 20.30 horas. Y el 20 de agosto, con el mismo horario y escenario, la sesión divulgativa se dedicará a Ramón Aller. Los ponentes serán el doctor en Astronomía y profesor de la USC José Antonio Docobo y la doctora en Historia del Arte Cecilia Doporto.

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