Una historia que merece ser contada

A Estrada se prepara para reabrir al público el Museo do Pobo Estradense, que muchos vecinos todavía no tuvieron oportunidad de conocer

Visita al museo en 2011, cuando parecía que llegara el momento de la reapertura.   | // BERNABÉ

Visita al museo en 2011, cuando parecía que llegara el momento de la reapertura. | // BERNABÉ / Ana Cela

Ana Cela

Ana Cela

Hay una frase atesorada entre las páginas de un libro de Antonio Iturbe sobre la figura de Dita Kraus, conocida como la bibliotecaria de Auschwitz, que inspira una profunda reflexión. “Es cierto: la cultura no es necesaria para la supervivencia del hombre, únicamente lo es el pan y el agua. Es verdad que con el pan para comer y el agua para beber sobrevive el hombre, pero solo con eso muere la humanidad entera”. La primera aseveración ya da para un rato, pero la siguiente frase la completa fantásticamente. “Si el hombre no se emociona con la belleza, si no cierra los ojos y pone en marcha los mecanismos de la imaginación, si no es capaz de vislumbrar los límites de su ignorancia, es hombre o es mujer, pero no es persona”.

Salvando largas distancias y las circunstancias extremas, en el día a día de un municipio como A Estrada hay cuestiones que pueden no ser urgentes y, en cambio, resultar prioritarias. Abrir las puertas de un museo no va a cubrir las necesidades más imperiosas que tiene la ciudadanía, pero ayuda a saciar ese hambre de conocimiento que toda sociedad ha de tener sobre su pasado, sobre la historia de quienes antes crecieron en estas mismas tierras: qué hicieron, cómo vivieron y qué fueron. Que el Museo do Pobo Estradense, nacido hace más de 40 años, haya permanecido los últimos 15 con las puertas cerradas quizás tenga muchas explicaciones, pero pocas razones. Parece que el momento de que pueda volver a contar su historia a todo aquel que quiera escucharla ha llegado, después de que desde el Concello de A Estrada se confirmase que se están dando los primeros pasos para catalogar y reorganizar todos sus fondos para poder exponerlos nuevamente al público este 2024.

¿Por qué se cerró el Museo do Pobo Estradense, bautizado con el nombre de Manuel Reimóndez Portela? La pregunta tiene una respuesta fácil: por obras. A pesar de que su historia se remonta a 1982, no sería hasta el año 1996 cuando se ubicó en sus actuales instalaciones, en el antiguo matadero municipal de A Estrada. Se pudo hacer visitas concertadas hasta, aproximadamente 2009, momento en el que se cerró el museo al público para someterlo a un reforma. No volvió a abrirse. ¿Por qué? Pues esta respuesta es bastante más complicada. Lo único seguro es que en la primera reforma se dividió el interior del edificio en dos plantas para aprovechar la altura y ganar espacio expositivo. Se colocó una preciosa galería perimetral que, aunque parecía lista para lucir, se quedó con las ganas.

Más obras

Las promesas y esperanzas de reapertura se aguaron tras detectarse problemas en la cubierta, que tuvo que ser sustituida. No se completó la obra hasta 2019. Y aquí llega otra incógnita nueva: ¿tras tantos miles de euros invertidos, por qué otros cinco años cerrado a cal y canto? Parece que la falta de personal para mantenerlo abierto asume la respuesta.

15 frente a 13

La situación ha llevado a la tristeza de que el Museo do Pobo Estradense lleve 28 años localizado en este singular e histórico edificio de A Estrada, aunque ya ha pasado en él más años cerrado al público que operativo: 15 frente a 13. De esta tesitura se deriva que muchos estradenses no hayan tenido todavía la oportunidad de visitar estas dependencias, completamente desconocidas para las nuevas generaciones de estradenses.

Con numerosos fondos en su haber que ahora serán reorganizados y distribuidos entre sus salas, el carácter del Museo Reimóndez Portela es, principalmente, etnográfico. En el podían verse múltiples curiosidades de la vida en A Estrada en otros tiempos, caso de una escuela de los años cincuenta con sus pupitres, pizarras y mapas o una cómoda y dos mesillas del dormitorio estradense de Castelao y Virginia Pereira, de la que se conservan dos trajes. Figura también una maqueta del Concello realizada por el propio Manuel Reimóndez Portela, otra del Pazo de Oca, antiguos aperos de labranza o varios cuadros de autores locales, junto a un importante fondo fotográfico en el que puede verse cómo ha ido evolucionando A Estrada y sus gentes desde aquella villa incipiente o desde el trabajo en el campo que marcaba el día a día de sus aldeas. Es tiempo de que dar a conocer este legado como se merece sea también una prioridad.

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