Mi vida más allá de los 100

Nidia Vilas Santos, la abuela de A Estrada, cumple hoy 104 años

Nidia, ayer, junto a retratos 
familiares en su casa de Agar.   | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Nidia, ayer, junto a retratos familiares en su casa de Agar. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana Cela

Ana Cela

Ana Cela

Nidia tiene ese toque justo de coquetería que resulta encantador. Sin embargo, hoy no ha podido prepararse como le hubiese gustado para que la retraten. Ni falta que le hace. Una cámara irrumpe en su rutina diaria en la vivienda de la parroquia estradense de Agar en la que reside con uno de sus hijos que, casualmente, escogió el mismo día que su madre para llegar a este mundo. Los dos están hoy de aniversario, claro que Suso cumple 66 años y Nidia algunos más. Viéndola, costaría acertar cuántos, pero la cifra es, precisamente, el motivo de que haya tanto alboroto en el hogar de esta estradense: hoy su pastel tendrá 104 velas.

Nidia Vilas Santos nació el 23 de febrero de 1910, en una casa de la parroquia estradense de Orazo que ya no existe, sencillamente porque el avance de los tiempos exigió el espacio que ocupaba para el paso de la autopista AP-53. Desde aquel día no solo ha llovido mucho. Nidia vivió dos guerras mundiales, la Guerra Civil española y hasta dos pandemias, primero la de 1918 y, más recientemente, la del coronavirus. Y sigue danzando. De hecho, después de pasar por el confinamiento y el miedo generalizado de la última crisis sanitaria, Nidia tuvo ocasión de volver a bailar en la romería convocada junto a la Capela de San Lois: con mascarilla, con uno de sus nietos como pareja y con la experiencia que dan 101 años de vida. Hoy suma tres más, pero todavía podría marcarse un baile.

Actualmente vecina de Gueifas, en Agar, Nidia creció junto a la capilla de San Lois, siendo la menor de sus hermanos. Conoció a Manuel Ferradáns Canicoba antes de que estallase la Guerra Civil, la contienda fratricida que sería también la encargada de apartarle de su lado. Lejos de casa, a él llegaron a arrojarlo a una fosa común, creyendo que estaba muerto. Sin embargo, la fortuna quiso que un médico reparase en que aquel cuerpo malherido todavía continuaba respirando. Regresó a Orazo sin un ojo, sin una mano y sin varios dedos de la otra. Nidia desoyó cualquier consejo de buscar el amor en otro lado. Ella lo había encontrado años atrás y ahora se lo habían devuelto; no estaba dispuesta a perderlo de nuevo.

Nidia y Manuel, con sus
 cuatro primeros hijos.

Nidia baila con uno de sus nietos, a los 101 años, junto a la capilla de San Lois (Orazo), donde nació. / Cedida

Nidia y Manuel se casaron y tuvieron nueve vástagos, cuatro hijas y cinco hijos. Aunque amor no les faltaba, no bastaba para llevar comida a la mesa. Así que, en un momento en el que el campo era la principal –y única– empresa en la zona, Nidia Vilas Santos compaginaba el trabajo que se le tenía asignado en la casa en la que había nacido su marido con su oficio como jornalera. “Él le llevaba los hijos a amamantar y ella seguía trabajando para mantener a los hijos que tenía”, explica una de sus nietas. El mayor de todos ellos pasa de los 80 y los demás fueron llegando a este hogar estradense con una diferencia de dos años, a excepción del benjamín, que se hizo esperar un poco más y que está a punto de cumplir 61.

Viuda hace muchos años, Nidia Vilas Santos no solo tiene la suerte de llegar a los 104 con buena salud, a excepción de los achaques en las piernas, en parte debido a una caída que sufrió hace tiempo. La verdadera y gran fortuna de esta centenaria de A Estrada es el privilegio de repasar su siglo de vida sin tener que lamentar la ausencia de alguno de sus hijos, ni propios ni políticos. Sus nueve retoños trajeron a este mundo otros 16 miembros para aumentar esta gran familia, unos nietos que, a su vez, sumaron otros 21 bisnietos. El mayor de esta última generación tiene 18 años y la más pequeña, Olivia, es un hermoso bebé de cinco meses.

Llevar 104 años en el mundo concede una experiencia incalculable, por supuesto, pero ¿cómo es el día a día cuando se tiene más de un siglo de sabiduría? Pues Nidia comienza a vivirlo dejando la pereza a un lado. Se levanta sobre las 08.30 horas, aun cuando en casa le aconsejan que se deje estar tranquila, descansando un poco más. Ella acostumbra a discrepar. Una de sus claves es la autonomía: se levanta sin ayuda, se viste sola, hace su cama a diario y come por su propia mano. Simplemente necesita un poco de supervisión en la ducha, principalmente para evitar accidentes por la limitada movilidad.

Paseos diarios

Si el tiempo acompaña, Nidia da algunos paseos después del desayuno al aire libre. Si llueve, camina dentro de casa. Lo que importa es no dejar de moverse. Se desplaza con ayuda de dos muletas y, en caso de que el paseo sea de una distancia considerable, se ayuda con una silla de ruedas por si las piernas necesitan descanso en el camino o no responden como le gustaría. Sin embargo, esta centenaria duerme en el piso de arriba de su casa y sube cada día ella misma la docena de escaleras que separan las zonas comunes de la vivienda de su dormitorio.

Con 101 años, 
bailando con un 
nieto junto a la 
capilla de San 
Lois, en Orazo, 
donde nació.

Manuel y Nidia, con sus cuatro primeros hijos. / Cedida

A mediodía come con todos a la mesa, sin privarse de nada. No es de comidas copiosas, pero no es algo que preocupe a sus médicos, que recuerdan a la familia que tampoco gasta lo que consume. Lo único que conserva como un ritual sagrado es tomarse su café con gotas de orujo y un chupito, bien de licor café o de aguardiente tostada. Sus 104 años avalan que a ella le funciona divinamente, así que no parece haber motivo alguno para cambiarlo.

Tras la comida esta estradense se sienta un rato en el sofá y, si se tercia, se echa una siestecita. Le gusta mucho tener compañía y conversar. Aunque antes le encantaba pasar el tiempo jugando a las cartas, ahora disfruta viendo cómo lo hacen quienes acuden de visita el fin de semana. Después de la cena se retira sola a su habitación, aunque es raro que se vaya a dormir antes de las nueve y media o diez de la noche.

Celebración el domingo

Nidia quiso celebrar sus 104 años de vida con los suyos. Aceptó gustosa el ofrecimiento, pidiendo que se sienten a su mesa hijos, nietos y bisnietos. Será este domingo, en el Restaurante Río Liñares. El suyo será uno de esos pasteles de cumpleaños que no suelen verse, con una foto para el recuerdo todavía más envidiable. Sin duda, para enmarcar. Muchas felicidades.

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