La natalidad toca fondo en las comarcas con 350 bebés al año, el peor dato en medio siglo

Durante 2022 se registraron una veintena menos que el ejercicio anterior | El saldo vegetativo se agudiza pues los fallecimientos se mantienen por encima del millar, balance que apenas sufre cambios en el último lustro

Carritos de bebé en las Aldeas de Nadal de Lalín.

Carritos de bebé en las Aldeas de Nadal de Lalín. / // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

La alarma de la escasa natalidad en Galicia se encendió hace muchos años y, como acontece en las comarcas, este fenómeno lejos de controlarse sigue agudizándose. Así lo corroboran los registros oficiales referidos a Deza y Tabeirós-Montes que acaban de hacerse públicos, con datos definitivos de 2022. Nunca en el último medio siglo las comarcas habían registrado una natalidad tan baja pues los 350 bebés suponen no solo una veintena menos que los del ejercicio anterior, sino que quedan muy lejos del récord de esta serie histórica, del año 1975, cuando en los nueve municipios se inscribieron 1.084 niños en los registros civiles.

Con el inicio de la pandemia sanitaria ya superado y 24 meses después este balance es incluso bastante más escaso que el de 2020, cuando en las comarcas nacieron 391 bebés y también en los dos cursos anteriores, cuando los censos marcaron 397 y 372 nacimientos. Fue precisamente en 2018 cuando las comarcas bajaron por primera vez de los 400 alumbramientos anuales, pues doce meses antes habían sido 407 y hasta 457 en 2015. En estas cifras nos movimos durante las últimas tres décadas, llegando incluso por ejemplo entre 2003 y 2011 a mejorar los resultados de finales de la década de los años 90.

Durante 2022 nacieron más niñas en las comarcas pues suponen 177 de los 350 bebés totales. La relación de nacimientos por municipio es la siguiente: Lalín (114), Silleda (35), Vila de Cruces (22), Rodeiro (12), Agolada (11), Dozón (3), A Estrada (112), Forcarei (9) y Cerdedo-Cotobade (32).

El saldo vegetativo de las comarcas se agudiza por el escaso número de nacimientos, pues los decesos, al menos en el último lustro se mantienen en torno a un millar. Eso quiere decir que en términos absolutos por cada nuevo nacimiento se producen tres fallecimientos. En 2022 el Instituto Galego de Estatística (IGE) contabilizó un total de 1.049 óbitos, una decena más que el ejercicio anterior y casi los mismos que en el primer año de la pandemia sanitaria, cuando habían sido 1.032. Los censos de fallecimientos por concellos es este: Lalín (259), Silleda (129), Vila de Cruces (98), Rodeiro (55), Agolada (51), Dozón (16), A Estrada (296), Forcarei (76) y 69 en Cerdedo-Cotobade.

A la vista de estos datos los movimientos migratorios son el único salvavidas de los ayuntamientos para tratar de retener población, algo que es capital sobre todo en los más poblados y sin ir más lejos en Lalín y Silleda el peso de los migrantes es determinante, pero también en otros ayuntamientos de las comarcas como A Estrada, si bien el impacto de la población extranjera es menor en términos porcentuales que en los dos ayuntamientos dezanos antes citados. En los últimos 50 años en las comarcas se registraron 29.510 nacimientos y 47.311 fallecimientos.

Recuperación de las bodas tras la pandemia

La escasa natalidad no debe atribuirse a un cambio radical de los hábitos sociales, si bien es cierto que el número de madres que decide tener un hijo sin estar unida legalmente a una pareja se disparó en los últimos años. Si atendemos, precisamente, a las bodas o uniones legales de dos individuos podemos concluir que se mantienen apenas sin cambios al menos en el último lustro. Con el parón evidente del primer año de la crisis sanitaria provocada por el covid, cuando la cifra de bodas cayó hasta las 128, doce meses después y con la pandemia todavía en plena efervescencia el dato se fue hasta las 207, el mejor de los últimos cinco años. El balance más reciente corresponde a 2022, cuando en los nueve municipios de las comarcas se formalizaron 198 uniones matrimoniales, un puñado más que las 173 de 2019 y un registro muy semejante a la de los dos ejercicios anteriores, cuando habían sido 201 y 203. Es más, las cerca de dos centenares de bodas que nos muestra el último censo oficial están por encima de las que había diez años atrás, cuando se contabilizaron 183. Sí es verdad que los hábitos sociales mudaron si los comparamos con los de hace medio siglo, cuando cada año se promediaban más de 600 bodas.

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