¿Escuela o cantera?

Un grupo de madres acusa a la EF Silleda de dejar sin jugar a sus hijos de 11 años por su menor nivel

El club alega que buscan ser competitivos, aunque son colistas con cero puntos

Dos de las madres que protestan por el trato recibido, con uno de los jugadores, ayer, en Outeiriño.

Dos de las madres que protestan por el trato recibido, con uno de los jugadores, ayer, en Outeiriño. / Bernabé/Javier Lalín

El día a día en un club de fútbol base no es fácil. Directivos, entrenadores, jugadores y padres conviven en un ecosistema competitivo que en ocasiones puede resultar complicado de gestionar y que además debe irse adaptando a los nuevos tiempos. De ese espinoso marco nació en los últimos días una polémica que ha avivado el debate en el Concello de Silleda, donde un grupo de madres se ha puesto en pie de guerra ante lo que considera una “discriminación” por parte de la Escola de Fútbol de Silleda hacia sus hijos de once años. ¿El motivo? Cada fin de semana se quedan fuera de las convocatorias en detrimento de los jugadores de más nivel futbolístico e incluso de niños de categorías inferiores que suben para reforzar a los alevines.

El debate está servido. ¿Debe un club de fútbol base potenciar la parte competitiva por encima de la parte lúdica? ¿Tendría que repartir minutos entre todos sus jugadores independientemente de los resultados? ¿Debe la directiva marcar pautas a sus entrenadores o la elección debe ser suya? ¿Es correcto potenciar las jerarquías en los vestuarios por nivel de juego o hay que promulgar que todos sean iguales? ¿A qué edad se debe dejar a un lado la parte pedagógica para empezar a pensar en el salto al fútbol sénior? En definitiva, ¿un club de base es una escuela o una cantera?

A grandes rasgos se podría decir que una escuela se encarga de manejar los procesos de iniciación y formación deportiva, mientras que una cantera se ocupa de los procesos de competición y rendimiento deportivo. En los últimos se ha promovido la puesta en marcha de muchas escuelas en la zona, algo que ha ido en detrimento de las canteras clásicas, principalmente ligadas a un equipo sénior y pensadas para surtirlos de jugadores. La frontera sin embargo entre ambas es muy difusa, especialmente cuando entran en las categorías más altas.

En clubes de base grandes, esta distinción no genera problemas. Poniendo la Escola Estrada como ejemplo, cuentan con cinco equipos alevines. Esto les permite crear equipos de diferentes niveles y objetivos, desde los que pelean en la categoría más alta a los que lo hacen en la más baja con el único objetivo de divertirse. Sin embargo, en canteras con menos niños es donde surge el problema.

Tres partidos en cinco meses

Volviendo al caso que nos afecta, la EF Silleda cuenta con 18 niños en su equipo alevín de fútbol 8, donde las convocatorias son de 14. Esto obliga a dejar cada fin de semana a varios niños sin jugar, algo que ha terminado generando problemas. “En cinco meses mi hijo solo ha jugado tres partidos”, explica una de las madres. “Es una discriminación porque siempre dejan a los mismos jugadores fuera. Pero se lo dices a la directiva y no hace nada. Dicen que es el entrenador el que decide las convocatorias y que pagamos por entrenar, pero no por jugar”, añadió, lamentando que en ocasiones se suban jugadores del equipo benjamín para reforzar al equipo alevín, dejando a sus hijos fuera de la convocatoria.

“A mi hijo lo convocaron alguna vez, que es más que otros que no van nunca, pero no lo hacen en los partidos de casa. Solo en los partidos que son lejos porque en esos nos llenan la convocatoria. Dicen que ya tienen una columna vertebral con los jugadores buenos que juegan siempre y que los nuestros no están al nivel. Me parece injusto. Aquí todos entrenan y se sacrifican igual. Todos tienen el mismo derecho a jugar”, explica otra madre.

Según las declaraciones de estas madres, esta situación ha terminado originando problemas a este grupo de niños. Algunos de ellos ha llegado llorando a casa y son objeto de burla por parte de los compañeros. “Está siendo duro decirle cada viernes a mi hijo que no va a jugar haga lo que haga. Una escuela no puede permitir que pase algo así”, lamenta otra madre.

En el lado contrario de esta polémica se encuentra la directiva de la EF Silleda, cuyo presidente, Sem Rodríguez, lamentaba ayer todo el revuelo que se está creando. “Cada semana hay que dejar a cuatro fuera, así que pusimos la norma de que ningún niño esté más de tres partidos sin ir convocado. Sin embargo, el entrenador quiere competir y nosotros no podemos hacerle las alineaciones. Ahora mismo estamos en Primera y él hace el mejor equipo posible para intentar mantenernos. Sé que esto es una escuela pero también tiene que haber algo de competitividad”, argumentó el dirigente. “Hablar de discriminación es una palabra muy fuerte. Mi hijo también chupó mucho banquillo y lo entendía”, afirmó al tiempo que afirmó que la directiva y el entrenador no pueden vigilar todo el entrenamiento si hay algún insulto a algún jugador.

La Escola de Fútbol Silleda alevín cierra la clasificación de Primera con cero puntos en quince partidos jugados. Marcaron 7 goles y encajaron 88.

La EFB Terra de Montes, un caso similar con rotaciones

Una situación similar a la que se vive en la EF Silleda se da en una cantera cercana, la de la Escola de Fútbol Base Terra de Montes. El equipo de Forcarei también cuenta solo con un equipo alevín, aunque tiene todavía más jugadores, en concreto, una veintena. Esto lo obliga cada fin de semana tener que realizar convocatorias con muchos descartes. “A comienzo de temporada incluso estuvimos a punto de inscribirnos en el fútbol 11 en vez de en el fútbol 8 pero al final lo descartamos”, explica su presidente, Tino Novoa.

A la hora de organizar un equipo con tantos jugadores, la EFB Terra de Montes decidió poner en marcha un sistema de rotaciones para realizar las convocatorias. “Todos se turnan en los partidos. Solamente si un jugador no vino a entrenar esa semana se queda fuera. Si no pasa eso, todos entran en la rotación”, explica. El dirigente defiende este sistema para hacer que los veinte jugadores disfruten del premio a su esfuerzo en los entrenamientos. “La idea es que todos jueguen”, afirma.

“Entiendo que los entrenadores tienen esa vena competitiva pero no podemos olvidarnos de que esto es una escuela, una escuela de un pueblo. Aquí los niños vienen a divertirse”. Novoa reconoce que, una vez en el partido, siempre hay algunos jugadores con más minutos de juego que otros, algo complicado de controlar, aunque señala que los padres son comprensivos en este sentido. “Si en estas categorías pones la competición por encima de que los niños lo pasen bien, te expones a problemas”, valora.

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