La demanda de piscinas prefabricadas baja desde la pandemia y la inflación incrementa sus precios

A Estrada, con 293, es el concello de las comarcas con más instalaciones, seguido de Cerdedo-Cotobade (192), Lalín (86) y Silleda (79) mientras que en Dozón en los registros oficiales solo figuran dos

Operario de Piscideza en la instalación de una piscina prefabricada. |   //BERNABÉ/ JAVIER LALÍN

Operario de Piscideza en la instalación de una piscina prefabricada. | //BERNABÉ/ JAVIER LALÍN / n.Couceiro/A.Loño

N.Couceiro/A.Loño

La llegada del verano siempre invita a replantearse el jardín. Normalmente uno de los elementos que más se suele buscar es una piscina, especialmente en concellos de interior, como lo son los que componen las comarcas de Deza-Tabeirós. No obstante, la inflación ha tenido su peso en este sector y al igual que en el resto de productos, se han incrementado sustancialmente los precios, tanto de las prefabricadas como de las de obra. Algunos negocios de la zona que se dedican a la venta e instalación de estas infraestructuras ya notan que la fiebre que había en el verano del 2020, recién salidos del confinamiento, ha empezado a bajar más de una décima, aunque dependiendo de las características de la alberca que se quiera instalar puede que todavía haya lista de espera.

En BigMat Dalarjo, ubicada en A Estrada, reconocen que la demanda no es la que era, aunque esperan que a medida que llegue el buen tiempo la gente se anime a comprar: “por ahora no hay mucha cosa, pero todavía es temprano”, explica el personal. Lo mismo ocurre en Piscinas Gallegas, de Lalín. Este establecimiento se encarga de la venta e instalación tanto de piscinas prefabricadas como de las de obra. En cualquiera de ellas reconocen “una subida importante en los precios”, especialmente en las últimas, debido al incremento en los costes de materiales de construcción. De nuevo, las características de la piscina serán determinantes a la hora de hablar de presupuesto, si bien admiten que el precio estándar supera los 10.000 euros. A esto hay que sumarle los gastos de mantenimiento, como son los productos de limpieza y depuración del agua, o la propia corriente que se gasta. Esto supone un esfuerzo económico considerable en un momento en el que muchos bolsillos deben priorizar en qué invertir el dinero.

Lo mismo ocurre en Tiko Doco, de A Estrada, donde la venta de momento está estancada. Alfredo González, responsable del establecimiento, entiende que esto se debe a que “no ha empezado el verano todavía”. Y es que para esta clase de sectores la meteorología es crucial: “la gente necesita ver que llega el tiempo de playa, que en unos diez días vista no hay rastro de nubes y las temperaturas rozan los treinta grados. Es ahí cuando se animan a preguntar precios”. No solo esto influye, sino que otro factor de peso es el calendario escolar. González ve una diferencia clara entre junio y julio, cuando los niños ya han acabado las clases: “julio suele ser el mes en el que más se compra, pero no solo piscinas, sino todo lo que esté relacionado con el verano, como son las toallas, los flotadores o los cubos de playa”.

Bajo el punto de vista del empresario, la razón por la que la demanda no es, incluso aunque llegue el buen tiempo y se acaben las clases, la misma que en el 2020, es evidente: “ese verano las piscinas municipales estaban cerradas, había cierres perimetrales por lo que no se podía ir a la playa, y la gente fue en tropel a comprar piscinas”. “Puede decirse que se vendió un 50% más de lo que en años normales” afirma.

En cualquier caso, y coincidiendo con otros empresarios del gremio, reconoce que los precios sí han subido: “en nuestro caso, que solo vendemos prefabricadas, los precios se han disparado porque uno de los materiales que más ha incrementado su coste es el plástico y estos productos son un 80% eso”.

En cuanto a cuáles son las más demandadas en su negocio, González cuenta que hay dos tipos, las piscinas pequeñas que sirven para terraza y que se usan únicamente para niños o para refrescarse, que suelen rondar los 30 o 50 euros y miden unos dos metros cuadrados, o las de mayor tamaño, ya también para adultos: “esas hay que pedirlas por encarga, no las tenemos en la tienda, y lo que hacemos es pedirlas a fábrica y que lleguen directamente a casa del cliente”. En este caso lo habitual es que se dejen montadas de un año para otro, puesto que el proceso de instalarlas es laborioso, y el precio oscila entre los 800 y los 2.000 euros.

En el otro lado de la balanza se encuentra Piscideza, en Silleda. Aquí el negocio sigue funcionando plenamente y no se ha detectado una bajada en la demanda. De hecho, el personal del establecimiento comparte que “hay que pedirlas con al menos dos meses de antelación”. Por lo que, en caso de que alguien se esté pensando hacerse con una para este verano, es posible que ya llegue tarde.

Campaña estival

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La de A Calzada, en el municipio pontevedrés de Ponte Caldelas, fue la primera playa fluvial de España en la que ondeó una bandera azul. Fue en 2015 y años después esta distinción recayó en el Lago de As Pontes, de este ayuntamiento coruñés. Semanas atrás la Xunta animaba a los concellos a tramitar este catalogación y el de Lalín ya había anunciado hace muchos años que la buscaría para Pozo do Boi. Pero actualmente en ninguna de las comarcas ondea esta enseña. Además de la citada, de Vilatuxe, A Estrada está impulsando en los últimos años la de A Praíña, en Vila de Cruces funciona la de A Carixa; en Silleda, la de Cira y Brocos goza de un espacio fluvial singular.

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Los procesos de regularización catastral realizados por el Estado hace años destaparon en las comarcas centenares de construcciones irregulares o que no figuraban inscritas correctamente ante la Dirección General de Catastro. Con los resultados de los vuelos sobre cada territorio también se pudo elaborar un censo de otras construcciones anexas o incluso las piscinas particulares que, desde entonces, figuran en el informe ministerial. En las comarcas son, según Catastro, 749 las piscinas particulares, dato que supone un aumento del 12 por ciento respecto a las que había en 2020, en el primer año de la pandemia sanitaria. La crisis provocada por el Covid-19 provocó que algunos ciudadanos optasen por priorizar el confort y disponer en su casa de servicios de ocio como en este caso son zonas de baño particulares. El censo oficial contabiliza tanto las piscinas construidas al aire libre como aquellas que están cubiertas, que son solo una treintena de las casi 750 totales. Un vaso cubierto requiere de una mayor inversión y mantenimiento que uno al aire libre. A Estrada es, con mucho, el ayuntamiento de Deza y Tabeirós-Montes con más piscinas pues totaliza 293, de las que seis son cubiertas. Por detrás aparece Cerdedo-Cotobade, con 192, e idéntico número de instalaciones tapadas que las de la capital de Tabeirós. Lalín es el concello del área con mayor número de piscinas cubiertas, diez, pero las totales se sitúan en 86; es decir, dos centenares menos que las que están repartidas por el término municipal estradense. En Silleda Catastro tiene registradas 76 (seis cubiertas) y en Vila de Cruces con 39, de las que solo una está asentada sobre una estructura aislante. En Rodeiro y Agolada no constan piscinas tapadas y las construidas al aire libre suman 13 y 25 en cada caso, mientras que en Dozón hay dos, una de ellas cubierta. La veintena existentes en Forcarei también están al aire libre.

Ante la inminente llegada de la época estival es momento para preparar las piscinas y practicarle trabajos de mantenimiento. Un verano seco, como el pasado, podría ocasionar que los ayuntamientos tomasen medidas y prohibiesen, como hizo el de Lalín el año pasado, utilizar la red de la traída para llenar las piscinas o regar fincas.

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