Entrevista | Laura Lagos Abarzuza Doctora e ingeniera de Montes

“La Rapa se sostiene sobre una tradición, unos animales y un paisaje que no se pueden alterar”

La investigadora viguesa señala que caballos salvajes como los de O Santo viven en un equilibrio ya “muy frágil” que los parques eólicos proyectados en la zona pueden “acabar de descompensar” y contribuir a su desaparición

Laura Lagos investigó de cerca el manejo y comportamiento de los caballos salvajes de Sabucedo y O Xurés.

Laura Lagos investigó de cerca el manejo y comportamiento de los caballos salvajes de Sabucedo y O Xurés.

Ana Cela

Ana Cela

A muchas de las voces que llevan semanas quedándose afónicas de tanto gritar en defensa de los caballos de Sabucedo puede que las amplifique su pasión por los bautizados como Fillos do Vento y por el propio legado ancestral que constituye la Rapa das Bestas. A la viguesa Laura Lagos Abarzuza, doctora e ingeniera de Montes, la avala, además, el profundo conocimiento del hábitat. En la actualidad es investigadora asociada de la Universidade da Coruña (UDC) y trabaja en proyectos relacionados con la conservación de hábitats y los servicios ecosistémicos derivados de la presencia de caballos salvajes en los montes. A mayores, conoce como pocos a los caballos que perpetúan la tradición de la Rapa, porque los ha estudiado muy de cerca, tanto que a ella también se le eriza la piel cuando escucha cómo las gentes de Sabucedo los defienden contra los molinos de viento. Tanto que teme que, a la fragilidad de su modo de vida venga a sumarse un nuevo obstáculo; uno gigante pensado para arañar la energía del viento.

–Los caballos salvajes son noticia estos días por algo que, aunque les es ajeno, constituye también un condicionante total para su forma de vida. Le hablo del ya famoso “efecto Sorogoyen”. ¿Qué impresión le está dejando?

–Me parece muy bien que Sorogoyen haya llamado la atención sobre los caballos salvajes de Galicia y los problemas a los que se enfrentan. Es de agradecer y una gran oportunidad para darle visibilidad a este valor que tenemos en nuestros montes y también a sus amenazas, que no son solo los eólicos. Y me alegro de lo lejos que están llegando las personas de Sabucedo con sus reivindicaciones. Frente a muchas zonas en las que parece que no quieren a las bestas, ahí esta Sabucedo declarando al mundo que ellos están dispuestos a todo para conservarlos en sus montes. Es emocionante.

–Como investigadora de este ámbito y como gran conocedora de la cabaña de O Santo de Sabucedo, ¿cuál cree que puede ser el impacto de la instalación de parques eólicos como el de Campo das Rosas sobre estos animales?

–Bueno, las infraestructuras que se construyen para un parque eólico (pistas, plataformas para los molinos, etc.) no hay duda que restan superficie de hábitat disponible para los caballos. Estas obras generalmente alteran la dinámica de manantiales y humedales, lo que puede provocar cambios en las áreas de campeo de los caballos para buscar recursos alternativos. Además, creo que en la fase de construcción es probable que las obras en sí puedan crear molestias, desplazando a los caballos de sus áreas de campeo, provocando inestabilidad en las manadas y desplazamientos hacia zonas más bajas, lo cual puede intensificar los problemas de caballos que acceden a las carreteras o a los cultivos que ya existen en Sabucedo. Ya una vez construido y en fase de funcionamiento podríamos hablar de nuevo de reducción de hábitats disponibles, cambios en las áreas de campeo, efecto del ruido, vibraciones, aumento de mortalidad por atropellos en las pistas, etc.

Pero no es solo la afección a los animales, es la alteración fisonómica de estos montes y este paisaje en el que existe un manejo tradicional de estos caballos salvajes. La alteración de todas las referencias espaciales utilizadas en la bajada de los caballos para la Rapa das Bestas, por ejemplo, constituye una afección grave a este patrimonio cultural y etnográfico de Galicia. La Rapas das Bestas de Sabucedo es una Fiesta de Interés Turístico Internacional y se sostiene sobre una tradición, unos animales y un paisaje que no se puede alterar así, sin pensar que no se va a ver afectada.

La investigadora viguesa Laura Lagos, rodeada de caballos en un curro.

La investigadora viguesa Laura Lagos, rodeada de caballos en un curro.

–¿Qué cree que sería más perjudicial, el funcionamiento de los propios aerogeneradores o todo el entramado de caminos que se abriría en su zona de campeo?

–La verdad es que no conozco parques con molinos de estas dimensiones y no existen estudios específicos de cómo el ruido y vibraciones pueden afectar a los caballos. Estas afecciones únicamente se presuponen en función de nuestro conocimiento de la ecología de los caballos en general y de las manadas de Sabucedo en particular. Las pistas restan espacio a los caballos, sin duda, pero para una especie gregaria con comunicación basada en parte en sonidos y además para una especie presa como son los caballos, tener ocupada gran parte del espectro sonoro de modo continuo es muy posible que tenga un efecto perjudicial. Sería interesante poder determinar con exactitud el impacto que causan. Hay algún estudio para el corzo que pone de manifiesto que este animal evita las zonas con molinos y la causa que apuntan como más probable es el nivel de sonido, que puede causar estrés metabólico y dañarles.

También se recogen observaciones sobre caballos domésticos que ponen de manifiesto que experimentan reacciones adversas cuando tienen que cruzar zonas con molinos (en caballos usados para equitación).

–¿Qué repercusiones augura que podría tener finalmente sobre los caballos que perpetúan la Rapa das Bestas?

–La alteración completa de los montes en los que viven en cuanto a reducción de hábitats, cambios en la forma de uso humano del monte que pueden resultar del aumento de la accesibilidad al mismo. Y estos cambios en cómo se usa este espacio pueden llegar a hacer peligrar los caballos. Pensemos en aumento de repoblaciones, de uso cinegético, de creación de pastos cerrados para el ganado, que ya se da, pero que podría aumentar echando completamente a los caballos del monte. Son fincas privadas y comunidades de montes los territorios donde habitan los caballos del Santo. Es todo un equilibrio muy frágil que los parques eólicos pueden acabar de descompensar.

–Estos animales viven en el monte, siguiendo este manejo en régimen de libertad, desde hace siglos. ¿Cree que iniciativas como la explotación eólica podrían abocarlos a la desaparición?

–Es lo que digo, es un problema más para una situación ya muy crítica. Creo que hay otros factores que juegan un papel más importante para esta regresión que están sufriendo las bestas de Galicia. Que acabe habiendo eólicos por absolutamente todos los montes de Galicia en los que hay caballos “solo” suma. ¿Qué otros factores? Pues la plantación de sus hábitats con eucaliptos, que no sean valorados por la administración que les aplica unas normativas difíciles de cumplir, el elevado nivel de depredación por lobos y un sistema de compensación de daños que no funciona para los caballos en libertad, que estos animales generan un bien para toda la sociedad reduciendo la biomasa de matorral y por lo tanto el riesgo de incendios, manteniendo los hábitats, sin embargo, sus propietarios no tienen ningún tipo de ayudas, solo trabas.

–En uno de su estudio reciente, publicada en la revista “Biodiveristy and Conservation”, asegura junto a Jaime Fagúndez que los caballos salvajes como los de Sabucedo son fundamentales para mantener la biodiversidad del monte gallego. ¿Hasta qué punto?

–Hasta el punto de que si desaparecieran de los montes aumentaría el problema de los incendios, perderíamos hábitats de interés comunitarios, se perderían zonas de pastos arbustivos para el ganado vacuno al cerrarse completamente el matorral, se alterarían las cadenas tróficas en las que interviene el lobo, los zorros, los buitres, descomponedores. Son una pieza fundamental de los ecosistema y determinantes modelando el paisaje.

–Son animales morfológicamente fáciles de distinguir. ¿Guarda alguna relación con el hábitat en el que viven?

–Desde luego, su pequeño tamaño es una adaptación a una vegetación poco nutritiva y a una orografía montañosa. Su abdomen prominente es también es el resultado de una alimentación sobre vegetación arbustiva. Su característico bigote les protege los labios permitiéndoles alimentarse de tojo, que como la gente sabe es un arbusto muy espinoso. Su denso y largo pelaje en invierno es resultado de un clima frío y lluvioso.

–Siguieron con GPS a estos animales durante muchos meses. ¿Cómo sería su día a día, el de esa vida salvaje, pero con el hombre siempre pendiente de su bienestar?

–En su día a día el hombre poco tiene que ver cuando las cosas son como debieran. Los caballos viven en manadas con un macho, varias yeguas y sus potros. Estas manadas viven en territorios de unas 250 hectáreas. Los caballos pasan gran parte del día alimentándose y recorren su área de campeo comiendo hierba y tojo, mayoritariamente. En estos recorridos visitan fuentes para beber. Si hace mucho calor se sitúan en los altos para airearse o buscan vegetación densa para protegerse del sol y escapar de las moscas. Si hace mucho viento o lluvia buscan refugio en zonas bajas o protegidas aprovechando barreras vegetales. De noche hacen lo mismo que durante el día y además se mantienen alerta y tienen enfrentamientos con los lobos que muchas noches resultan en un potro muerto. En época de cría el garañón está atento para cubrir las yeguas de su manada. Y una vez al año el monte se llena de gente que los conduce al pueblo para la Rapa, donde los rapan y desparasitan, tras lo cual vuelven al monte. Cuando el hombre tiene que intervenir es que algo no marcha bien; a veces recogen a animales que entran en las fincas y los tienen que recluir en cierres para que no “reincidan”. El aumento de ciertas enfermedades provoca que cada vez necesiten más tratamientos. La reducción de su hábitat por otros usos (pastizales para vacas o plantaciones de eucaliptos) también afecta a su estado físico.

–Uno de los aspectos que subrayan en las conclusiones es que, cuanto menor sea la intervención del hombre en el modo de vida de estos animales, mejor. ¿Cómo puede hacerse eso compatible con esas imágenes hasta casi idílicas de caballos bajo los molinos de viento, con la consiguiente existencia de caminos para llegar a ellos y la presencia más habitual del hombre en su zona de campeo?

–Desde luego, otro de los efectos es que este aumento de la accesibilidad facilita la intervención en su vida: más capturas al año, tratamientos, moverlos de zona. Eso lo vemos en algunas zonas del norte de Galicia. Esto puede parecer que es bueno. Pero, por ejemplo, en mi tesis doctoral sobre la depredación del lobo sobre los caballos uno de los resultados fue que las manadas más estables con yeguas más integradas tienen menos daños. Y moverlas de sus áreas de campeo sin duda provoca inestabilidad en las manadas.

–¿Es posible esa estampa idílica? Evidentemente, la experiencia de eólicos como los de A Capelada muestran que esos caballos pueden coexistir con molinos de viento pero, ¿a qué precio?

–Idílica y muy común, hasta parece que en Galicia eólicos y bestas van de la mano y desde luego muchas compañías podrían usarlo como símbolo de sus actividades eólicas porque “vende”, no entiendo por qué no lo hacen y por qué no tienen en cuenta la afección a estos animales y a su manejo tradicional a la hora de proyectarlos. Las zonas buscadas para estos proyectos eólicos son los altos azotados por el viento, con poco suelo y vegetación arbustiva de bajo porte a causa de estas condiciones climatológicas y edáficas, sin apenas arbolado. Y ahí es donde viven las bestas. No es que los parques eólicos conviertan el territorio en el paraíso de los caballos, es que ocupan el territorio de los caballos y ellos no tienen otro sitio a donde ir o donde les dejen estar. El precio no lo sabemos, pero debería plantearse un estudio.

–¿Qué impresión se lleva del manejo de los animales en Sabucedo después de estudiarlos tanto tiempo?

–En Sabucedo hay unas manadas estupendas, estables y que viven en el monte tranquilas. Luego hay otra parte que se mete en problemas con frecuencia, muchas veces son animales comprados de otros montes que no consiguen encontrar su sitio, lo que decía antes: son animales gregarios con sus territorios o áreas de campeo, y necesitan estabilidad. Estos animales generan problemas porque es un monte con mucha continuidad con las aldeas y los animales van a las fincas o carreteras y entonces los tienen que capturar y mover a cierres y ahí empieza el círculo vicioso del excesivo manejo. Pero claro, los números descienden y la asociación es la manera que encuentra para que el censo no continúe cayendo.

–¿Qué sucederá si perdemos el caballo gallego de monte? A la vista está que la cabaña de O Santo lleva años sufriendo mermas…

–Perderíamos uno de los elementos de mayor valor biológico, ecológico y cultural de Galicia, sin duda.

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