El centro ictiogénico del salmón en Couso o cómo gastar más de medio millón de euros en un zarzal

Con casi dos décadas de historia y construido por Fenosa en la confluencia de los ríos Ulla y Vea, en Couso, nunca se estrenó | La eléctrica creó la piscifactoría para cederla a la Xunta e incubar un millón de huevos de salmón al año

Ya no hay portal de acceso al centro, completamente devorado por la maleza.  | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Ya no hay portal de acceso al centro, completamente devorado por la maleza. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana cEla

Ana Cela

Ana Cela

El navegador no ayuda a encontrarlo. Introducir las palabras clave en Google tampoco permite pinchar en una ubicación que te guíe cuando vas al volante. No queda otra que tirar de sentido común y apoyarse en una foto de satélite de la zona para tratar de llegar al lugar en el que, hace casi dos décadas, se construyó un centro ictiogénico para la cría de salmón, en la parroquia estradense de Couso, justo en la confluencia entre los ríos Ulla y Vea. Por momentos, el camino se torna inaccesible, al menos para los vehículos. Los socavones y los barrizales existentes en algunos tramos casi invitan a dar media vuelta. No hay ningún cartel y el cierre, si es que todavía existe, se ha convertido en tobogán para la maleza. Es un paraje bonito, un emplazamiento en el que el Ulla hace un meandro, avanzando presuroso mientras gorgotea saciado con el agua que le aporta el Vea. Es el telón de fondo del que otrora se bautizó como centro ictiogénico del Ulla y que hoy bien podría olvidar ese nombre para cambiarlo por el de la fórmula para invertir más de medio millón de euros en un auténtico zarzal.

La maleza se relame en estas instalaciones, satisfecha con todo lo que ha ido devorando con el paso del tiempo y la permisividad del abandono. Nadie echa en falta lo que oculta; no hay quién lo reclame como suyo; no existe alguien que se haya dignado siquiera a estrenarlo. Las instalaciones se construyeron y se cerraron, sin pasar por un solo día de uso. Ni uno solo. El que fue concebido como un centro para la cría de salmones jamás funcionó. Nació muerto y ahora cría malvas.

Ya no hay portal de acceso al centro, completamente devorado por la maleza.   | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Los tanques para alevines y reproductores, devorados por las zarzas. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana cEla

Esta piscifactoría se impulsó en el año 2005. Fue promovido en el marco del Pacto Ambiental entre Unión Fenosa Generación y la administración gallega. La eléctrica se encargaría de la construcción de las instalaciones para su posterior cesión a la Xunta, a fin de que las gestionase la consellería de Medio Ambiente. El gasto realizado en esta piscifactoría fue cuantioso. En algunos momentos trascendió la cifra de 600.000 euros y en otros se llegó a hablar de 700.000. El resultado es el mismo: un gran desembolso económico para una instalación abandonada, una patata caliente que nadie parece haber querido. Su titular efectivo no está del todo claro. Desde la administración municipal se entiende que pertenece a la Xunta. Lo que se sabe a ciencia cierta es que no es patrimonio municipal.

Leer en las hemerotecas las características del edificio sorprende, al menos si se compara el proyecto con la realidad. Construidas sobre una superficie de 7.600 metros cuadrados, las instalaciones se idearon con un laboratorio ictiogénico, tanques de alevinaje y de reproductores o una unidad de decantación y red de agua, entre otros elementos. Las zarzas se sumergen hoy plácidamente en los tanques en los que debían crecer alevines de salmón. Muchos de ellos solo se intuyen bajo el manto de maleza, que también se cuela por los huecos que quedan en el lugar en el que se instalaron unas ventanas que ya no están.

El pillaje y el vandalismo dejaron al edificio sin cubierta, sin puertas ni ventanas.   | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

El pillaje y el vandalismo dejaron al edificio sin cubierta, sin puertas ni ventanas. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana cEla

El pillaje sí estrenó estas dependencias medioambientales. Se instaló en ellas a sus anchas. Las dejó en los huesos. Solo quedan las ventanas que resultaba más complicado arrancar. Quizás las demás habrán sido recicladas en alguna propiedad, al igual que todas y cada una de las puertas del recinto, tanto exteriores como interiores. Solo quedan algunos marcos de madera o de metal que testimonian dónde se colocaron. Los alicatados aparecen levantados en muchas estancias, en algunos casos rotos y, en otros, despegados con cierto esmero. Las latas de cerveza están por todas partes, en zonas incluso colocadas en una barra improvisada y con un interesante surtido de marcas. También las pintadas merecen un comentario, poniendo la nota de color sobre las paredes blancas. Algunos de los dibujos incluso presentan cierta solvencia artística.

En un primer momento se anunció este centro ictiogénico como una instalación para la cría de salmón, pensando en las repoblaciones del río Ulla. Para ello se concibieron en la zona exterior un grupo de 64 tanques de intemperie, con una capacidad unitaria de 5 metros cúbicos. Estaban llamados a albergar los alevines y los salmones reproductores. Quizás no se construyesen finalmente tantos, pero seguro que la maleza mantiene como rehenes muchos más de los que la vista llega a observar.

Se dijo que esta piscifactoría estaría capacitada para incubar un millón de huevos de salmón al año. También se planteó la posibilidad de combinar la producción del salmónido con anguila o trucha. Las últimas informaciones apuntaron que investigaría con especies en peligro de extinción. Su cometido ya poco importa, porque nunca se le dio la oportunidad de ser algo más que una inversión inútil. Dinero tirado que saca los colores a cualquier gestión. Nunca se le permitió ser más que un bochornoso zarzal.

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