La (otra) factura de padecer una enfermedad rara

La familia de Patricia Blanco, lalinense de 33 años con ataxia telangiectasia, gasta 500 euros al mes en fisioterapia para mantener su cuerpo activo y una mínima calidad de vida

Patricia Blanco, en el maratón de Barcelona en 2022.   | // FDV

Patricia Blanco, en el maratón de Barcelona en 2022. | // FDV

Xan Salgueiro

Xan Salgueiro

La ataxia telangiectasia (A-T) es una enfermedad rara, genética y neurodegenerativa que aún no tiene cura ni tratamiento. Afecta al sistema nervioso y al sistema inmunológico. Se caracteriza por ataxia (incapacidad para controlar el equilibrio y la coordinación de los movimientos), telangiectasias (pequeños vasos sanguíneos dilatados visibles en la piel y ojos) y una predisposición a las infecciones repetidas. Deriva en una grave discapacidad física progresiva en niños y jóvenes, que han de usar silla de ruedas antes de su adolescencia y tienen más probabilidad de cáncer. La mayor sensibilidad de este tipo de pacientes a la quimioterapia y/o radioterapia provoca que no puedan recibir estos tratamientos y que los tumores se conviertan en una de sus causas de fallecimiento. Los afectados mantienen sus facultades mentales intactas.

Los más de cuarenta niños y jóvenes que Aefat agrupa en España se encuentran con obstáculos en su vida diaria que dificultan aún más su situación. Por ejemplo, las trabas burocráticas. Los padres de Ana, de Sevilla (4 años), están esperando conseguir la certificación del grado de discapacidad de su hija, que a la mayoría de familias les cuesta más de un año y es un documento básico para muchos trámites y solicitud de ayudas.

Como muchas otras enfermedades raras, la ataxia telangiectasia no tiene aún cura ni tratamiento. Hay un posible tratamiento en vías de ser aprobado, que ralentizaría un poco el avance de los efectos de la ataxia, al menos en los más pequeños, pero la burocracia puede hacer que tarde hasta diez años desde que empiezan los primeros ensayos hasta que se comercializa. En una enfermedad neurodegenerativa como esta, el tiempo es oro. José, también sevillano, de 10 años, recibe el tratamiento de Erydex en uso expandido hasta que se comercialice, porque participó en el ensayo, pero muchos de sus compañeros aún no tienen acceso.

Las familias soportan gastos muy elevados en terapias básicas como logopedia, fisioterapia, psicología, deportes adaptados... Patricia Blanco, vecina de Lalín de 33 años, lleva yendo al fisioterapeuta desde que era niña y en la actualidad su familia gasta 500 euros mensuales en este servicio tan básico para mantener su cuerpo activo y una mínima calidad de vida.

Como otras familias, la de Adrián y Bárbara (mellizos de 17 años de Burgos) ha tenido que invertir en comprar sillas especiales y adaptar su casa, por ejemplo. Las familias también tienen que adquirir vehículos especiales para poder transportar a sus hijos con silla de ruedas.

A la mayoría de los chicos y chicas de Aefat, como a otros con diversidad funcional, cuando llega la preadolescencia y empiezan a usar silla de ruedas, les es difícil mantener a sus amigos, su vida social se reduce y dejan de invitarles a los cumpleaños e incluirlos en los grupos de amigos. Álvaro, de Terrassa, Barcelona (17 años), tiene la suerte de poder salir de vez en cuando con Oriol, corredor solidario que también realiza voluntariado de ocio con él yendo al cine o a natación. Pero es un caso aislado. Faltan voluntarios.

Aefat recuerda que educar para lograr una mejor inclusión es tarea de todos, empezando por la sensibilización educativa en los colegios y continuando en casa. “Casi todos conocemos a alguien que tiene alguna diversidad motora, sensorial o intelectual que tiene problemas a la hora de relacionarse con los demás”, explica Patxi Villén, presidente de Aefat. Actividades de ocio como tomar algo, ir al cine o charlar con un amigo se hacen imposibles. Pero “está en nuestra mano, como personas solidarias y empáticas, revertir esta situación”, apunta Villén. “En una sociedad individualista y competitiva, agradeceríamos dedicar unas horas a la semana para ayudar a los que tenemos al lado –añade–. A cualquiera le puede tocar y es triste que no nos demos cuenta hasta que lo tenemos dentro de casa”.

La accesibilidad es otro punto rojo. A Jon (19 años, de Vitoria-Gasteiz) y sus compañeros de maratón del Equipo Zurich Aefat los tuvieron que subir “a pulso” por las escaleras del metro de Valencia para llegar a su cita deportiva, porque los ascensores del metro no funcionaban en varias paradas. Las calles y medios de transporte públicos aún no están muy adaptados a las personas que usan sillas de ruedas.

Contar con un diagnóstico correcto es fundamental para un correcto seguimiento médico. Inma, de Madrid, ha tardado 35 años en tener un diagnóstico correcto. Viacrucis de médicos, pruebas, diagnósticos erróneos... Si se conoce más, la ataxia telangiectasia es más fácil de diagnosticar y el paciente, aunque no haya cura ni tratamiento, puede recibir antes los cuidados adecuados para tener una mejor calidad de vida.

La atención médica de calidad es clave. Jorge (18 años, de Málaga) no tiene neurólogo fijo y cada vez que acuden al médico tienen que volver a explicar en qué consiste su enfermedad, qué problemas supone, los cuidados necesarios... Es básico que sea un mismo especialista el que siga la evolución de una persona con una enfermedad rara.

También es decisiva la atención cuando llegan a urgencias, ya que debido a su inmunodeficiencia no es conveniente que estén en contacto con otros enfermos y que los médicos que les atienden conozcan la enfermedad para, por ejemplo, evitar radiografías. Álvaro, de Murcia (17 años), estuvo horas esperando en una sala de espera del hospital y después varios días en los pasillos esperando habitación y al final lo derivaron a la planta de psiquiatría. Las familias también recuerdan la necesidad de que sean atendidos por su médico de cabecera con agilidad, porque habitualmente resulta complicado.

Además, una enfermedad multisistémica requiere coordinación de los especialistas. Carla (38 años, Pontevedra) tiene que viajar cada año a Reino Unido porque en España no existe aún una consulta multidisciplinar que atienda a los pocos pacientes que existen aquí. Al ser una enfermedad que afecta a distintos órganos, los niños y jóvenes con ataxia telangiectasia necesitan acudir regularmente al neurólogo y al inmunólogo, pero también pasar por revisión de otras consultas tan variadas como neumología, dermatología, oftalmología, oncología...

A pesar de todas estas dificultades, Aefat agradece a todos los profesionales, entidades, empresas y voluntarios que están colaborando actualmente con las familias o con la asociación, manteniendo la esperanza en encontrar una cura, recaudando fondos, apoyando el cuidado de los pacientes y participando en sus eventos solidarios.