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Vaso medio lleno en los bares

Clientes en la terraza de un bar de la Praza da Igrexa de Lalín. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Desde hace cuatro días los negocios de hostelería ya no están sometidos a un horario de cierre limitado por la pandemia sanitaria y cada uno puede agotar el tiempo permitido en su licencia. Las barras se han vuelto a llenar de vasos y de tapas y el sector ansía una normalidad que poco a poco parece que está llegando después de casi dos largos años de crisis provocada por el COVID-19.

Pese a que este gremio contó con ayudas de distintas administraciones públicas para paliar sobre todo los períodos más duros por ceses temporales de actividad o limitaciones en sus aforos y servicios, la hostelería representa en torno al 4,5% del Producto Interior Bruto (PIB) gallego y en las comarcas también cobra protagonismo pues su gastronomía es reconocida más allá de sus fronteras territoriales. El primer año de la pandemia mostró la dureza con la que la contracción de la economía golpeó a este gremio y las contrataciones en las profesiones ligadas a la hostelería y la restauración cayeron ni más ni menos que un 40%. Con el libro de 2021 ya cerrado, en el segundo año de crisis sanitaria las cosas pintan mejor pero tampoco está el sector como para, en términos generales, lanzar cohetes. Los acuerdos laborales pasan de 1.138 a los 1.204, pero todavía quedan muy lejos de los cerca de dos millares que se contabilizaron en 2019, cuando coronavirus era una palabra común para el personal sanitario, científicos y poco más.

A tenor de los informes facilitados por el Instituto Galego das Cualificacións en Deza y Tabeirós-Montes se formalizaron un total de 878 contrataciones de camareros, que son siete más respecto al pasado 2020. El departamento dependiente de la Consellería de Traballo desglosa los datos por comarcas y mientras en Tabeirós-Montes crece claramente la demanda de este tipo de profesionales –pasa de 326 a 357– en la vecina Deza incluso es más baja y de 545 cae hasta los 521. En lo que sí coincide el informe autonómico es en apuntar a que este segmento laboral, el de los camareros asalariados, tiene en ambas comarcas un indicador de ocupabilidad media, decrecimiento irregular y un indicador de estabilidad laboral bajo.

En lo que respecta al balance de contrataciones referidas a los cocineros aquí sí se constata un aumento mucho mayor pues de 116 se pasó a 149 y el crecimiento es común en las dos comarcas. Así las cosas en el grupo de municipios formado por Lalín, Silleda, Vila de Cruces, Rodeiro, Agolada y Dozón se formalizaron un total de 85 acuerdos laborales, que son 14 más en un año. A pesar de que la oferta de negocios dedicados a la restauración es muy superior en Deza que en Tabeirós-Montes –en la primera comarca hay el doble de ayuntamientos– el crecimiento en las contrataciones fue superior en A Estrada, Forcarei y Cerdedo-Cotobade, pasando de 45 a 64; es decir, un incremento del 42% el doble que en la comarca dezana. De estos números se deduce, según el informe autonómico, que mientras en Deza el indicador de ocupabilidad para este oficio es medio, en Tabeirós-Montes es alto. En los dos casos muestran decrecimiento irregular.

Dentro de las profesiones analizadas por Instituto Galego das Cualificacións para la elaboración de su análisis del pasado ejercicio figura también la de ayudante de cocina. El volumen de contratos creció desde 151 a 177 y en este caso la demanda de estos profesionales fue mucho más elevada en Deza, donde también se concentra el mayor crecimiento interanual al pasar de 91 a 116 acuerdos laborales, mientras que en la comarca anexa solo se registró uno por encima de los 60 habidos en 2020. Si el indicador de estabilidad laboral en la comarca dezana es medio, en Tabeirós-Montes cae a bajo.

Comercio, construcción y otros sectores

El observatorio ocupacional nos indica que en Deza se produjo durante el último año un aumento en las contrataciones de vendedores de tiendas y almacenes, en concreto hasta un total de 281, que son 39 más respecto a 2020. Si observamos otros segmentos de contratación relevantes dentro del mismo territorio hay que reseñar el alza en la demanda de conductores asalariados de camiones (de 216 a 241), peones de empresas manufactureras (de 144 a 216), albañiles (de 134 a 204) monitores de actividades recreativas (de 90 a 120), peones forestales y de caza (de 73 a 112), empleados domésticos (de 76 a 93), administrativos (de 64 a 79) o el grupo de profesionales denominado compositores, cantantes y músicos (con 70 altas frente a 32). Los números son peores, por ejemplo, en las necesidades de peones ganaderos pues de un total de 179 contrataciones se pasó a 165.

Si en Deza se formalizaron 39 altas más de vendedores de comercio en la comarca vecina el balance es de tres a mayores respecto a 183 del primer año de la pandemia. En Tabeirós-Montes aumentaron las altas de carpinteros (91 a136), conductores asalariados de camiones (68 a 95), administrativos (62 a 73), encofradores (28 a 72), ebanistas (de una docena a 43), cuidadores de niños en guarderías y centros educativos (32 a 43) y de una treintena de contrataciones para profesionales de la panadería y la confitería se pasó a 36. Con un indicador de estabilidad laboral alta en esta comarca figuran un total de 48 contratados para desempeñar labores de cuidados a personas a domicilio, los mismos que un año antes. Mientras, en Deza se reproduce esta singularidad y se calcan los 195 acuerdos laborales en este ámbito.

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