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Dezanos sobresalientes (LXXIX)

José María Revoredo, presidente del Centro Gallego de Avellaneda

Natural de O Sisto (Dozón), destacó como empresario de compuestos químicos y tenía varios garajes para vehículos

Revoredo (abajo, segundo por la izqda) con la directiva del Centro Gallego de Avellaneda. | // GALICIANA

José María Revoredo nació el año 1877 en la aldea de San Xoán do Sisto (Dozón) y emigró a la Argentina en 1897, estableciéndose en Buenos Aires. Su madre María Calvo de Revoredo, murió en Lalín donde residía, el 18 de febrero de 1917, a la avanzada edad de 80 años; el sepelio de sus restos mortales constituyó una importante manifestación de duelo de todo el pueblo de Lalín. Contrajo matrimonio con la distinguida señora Manuela Deza y tuvo ocho hijos de los que fallecieron dos, los que le quedaron se llamaban María, Benita, Nieves, José, Carlos y Héctor. La mayor, María, casó con el doctor Carri. Sus hijos le ayudaron en los negocios y uno trabajó en una gran empresa, en la que hizo honor a su padre, llegando a ser un gran financiero.

Sede del Centro Gallego de Avellaneda. | // GALICIANA

Su desarrollo comercial lo llevó a cabo en la ciudad de Avellaneda que en aquella época se consideraba la Manchester de la Argentina y por otra parte en cuanto al número de sus habitantes era la segunda ciudad más importante del país argentino. Durante cinco años fue dependiente de comercio y en 1902 se estableció por su cuenta dedicándose al comercio de ramos generales. Pero después se especializó y dedicó a la importación de materias primas para la fabricación de jabón, entre las que se encuentra la resina, soda cáustica, silicato de soda, cloruro de cal, ceniza de soda, soda Solwqy, soda cristal, aceite de palma, aceite de coco, carbonato de cal, talco, colorantes (anilina), alambre para cortar jabón, oleína, pesa lejías, sebo, grasas, etc... Tenía un almacén de arquitectura colonial, que llamaba la atención por la construcción y los aparatos que corresponden a esta clase de establecimientos que estaba situado en la calle Pedro Mendoza, número 1865, de Buenos Aires y los demás establecimientos estaban en Avellaneda: en la calle Río Cuatro 517; en la calle Bernardino Rivadavia 280, que fue su residencia hasta que se trasladó a la calle Bernal; un almacén de frutos del país, en la calle Bernardino Rivadavia 128; un gran garaje, en la calle Bernardino Rivadavia 361 y otro en Avellaneda, F.C.S. 361 (Barrio Piñeyro) y otros garajes más, todos de su propiedad.

Anuncio del negocio del dezano en Argentina. | // GALICIANA

Además, Revoredo tuvo grandes negocios con el gobierno nacional argentino y con los Ferrocarriles del Estado, llegando a ser el capital de sus negocios de varios centenares de miles de pesos. También se dedicó a empresas de transportes y excavaciones de terrenos con las que realizó contratos por varios millones de pesos.

A nivel personal, la cooperación que prestó a diferentes sociedades fue muy grande e importante, perteneció entre otras sociedades al Centro Gallego de Buenos Aires, Cámara de Comercio Española, Hospital Español, Sociedad Española de Socorros Mutuos de Avellaneda, El Pueblo Unido, Club Independiente de Bernal, La Patriótica Española, Hijos del Partido de Lalín, Orfeón de Fonsagrada, Club Español de Buenos Aires, Automóvil Club de Avellaneda, Centro Comerciantes de Avellaneda y de Piñeyro, Club de Gimnasia, Cámara Mercantil de Avellaneda, Sala de Primeros Auxilios de Pablo Spínola de Piñeyro, socio de la Asociación Protectora de la Real Academia Gallega, Asociación de Propietarios de Carros y otros.

Fue presidente del Centro Gallego de Avellaneda, varias veces y en una de sus presidencias se hizo el edificio social del Centro Gallego de Avellaneda y en otros períodos presidenciales se hicieron las reformas del amplio y hermoso local, evaluados en 500.000 pesos. El Centro se hallaba instalado en un edificio propio, situado en una de las mejores calles de Avellaneda, en la Avenida Bartolomé Mitre 780, frente a la plaza principal. El Centro publicaba un Boletín, en el que figuraba el lema del Centro: Todos para uno y uno para todos. En 1917 siendo presidente se hizo un gran homenaje, al ilustre y heroico marino coruñés, el capitán Manuel Deschamps. También fue vocal del Banco Comercial de Avellaneda y como para aprobar las obras publicas de la industriosa ciudad de Avellaneda era necesario que dieran el voto los mayores contribuyentes, el señor Revoredo se encontraba en estas condiciones, prestándose siempre a votar todo aquello que significaba progreso para la población.

Era de carácter afable, simpático y sumamente comunicativo, inspiraba una gran confianza y cordialidad desde el primer momento en que se le trataba. La franqueza que tenía, la simpatía de que gozaba entre el pueblo, era motivo para que en las fiestas populares y patriótica, formara parte como miembro de las comisiones que se constituían, prestando con entusiasmo y acierto su valiosa cooperación. No obstante los largos años de ausencia de su país nativo, Revoredo era un acendrado patriota gallego y español y un fervoroso amigo leal y entusiasta de la República Argentina, donde fue un importante empresario y donde creó un verdadero hogar hispano-criollo.

El joven periodista gallego residente en Argentina, Amador Rodríguez Guerra, le dedicó un soneto, titulado El genio de la raza, como prueba de su afecto y consideración:

Gigante, altanero, se esparce por el mundo / El genio vigoroso de la raza / Fecundo en ensueños y grande de alma; / Noble en sus hechos y en pensar profundo / Soñador, audaz, aventurero, / Generoso, austero, indomable. / Valeroso en el combate, por la paz bueno, / Dócil, sumiso y siempre amable. / Y siendo siempre como el noble Quijote / Que Cervantes inmortalizó, / Nuestro espíritu rueda por el mundo sin una huella de desilusión / Aunque / Aunque Sanchos nos llamare un día / Quien jamás nuestro genio domó (Boletín del Centro Gallego, nº 157, 15 septiembre 1916).

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