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El curso en que los alumnos dieron una lección

Alumnos de Figueiroa que el año pasado cursaron sexto en casa se reunieron ayer para la foto de despedida de su colegio.| // BERNABÉ/Miguel Areán

Septiembre de 2020. Cuando se había visto lo que una pandemia es capaz de hacer con la vida cotidiana, no podía extrañar el miedo que sentían muchos padres ante el regreso de sus hijos a las aulas. El que más y el que menos compró los libros con recelo, convencido de que estaba cantado que en pocas semanas los escolares estaría de nuevo en casa y que habría que ingeniárselas para volver a ir al colegio sin salir de su habitación. Por suerte para todos, no fue así. Ni mucho menos. Los centros educativos demostraron ser un lugar más seguro que la inmensa mayoría de los hogares. Pequeños y mayores tuvieron que acostumbrarse a llegar al centro y seguir las flechas marcadas en el suelo, pasar por desinfección y dar los buenos días con la sonrisa o el bostezo ocultos por la mascarilla. Hoy llega el día de despedir este curso difícil y atípico, en el que la mochila pesó más que nunca por acomodar estrés y miedo entre libros y libretas. Cada alumno regresará este mediodía a su casa con las notas. El sobresaliente en pandemia –sin duda la asignatura hueso de este curso– lo tienen todos bien merecido.

Graduación en la escuela unitaria de Donramiro (Lalín). Bernabé/Javier Lalín

“Le ponemos un sobresaliente a todo el alumnado. Fue un año muy complicado por los niños tienen esa impronta de juntarse y no hubo más remedio que respetar la individualidad”, apunta la directora del CEIP de O Foxo, Rosa Ferreira, que se mostró convencida de que este esfuerzo “pasa factura”. Indica que el hecho de apostar por las actividades individuales y restar espacio al trabajo de grupo “se nota al final de curso”. “Ahora que empezamos a hacer alguna actividad más en conjunto –aunque a nivel de aula– disfrutan muchísimo, lo agradecen. Tienen muchísimas ganas de relacionarse”, apunta. “El curso pasado estuvieron en casa desde marzo. Este año conseguimos quedarnos aquí, pero sí se le nota esas ganas de relacionarse, que también es algo muy necesario: respetarse, convivir”, subraya Ferreira.

Pocos contagios

“Tal y como se planteaba la situación de inicio, la evolución a lo largo del curso fue positiva porque no tuvimos una incidencia significativa en cuanto a contagios. Los que hubo siempre se produjeron fuera del ámbito escolar”, apunta el director del CEIP Figueiroa, José Manuel Reboredo. “Nos fuimos adaptando, a nivel pedagógico, a las circunstancias y se intentó llevar como un curso normal, salvo en las actividades extraescolares o en las salida del centro”, añade. Este docente no tiene duda de que “el balance es muy positivo”. “Era un mundo desconocido para todos y los niños lo hicieron fenomenal. Para ellos no es fácil, porque los adultos nos adaptamos a las circunstancias, pero para ellos les imposibilita relacionarse y renunciar a muchas actividades. Fueron los auténticos protagonistas de esta historia. Son un ejemplo para los adultos”, remarca Reboredo.

“Notamos que a los niños les cuesta más socializar; no quieren jugar tanto ni compartir, son más individualistas”, indica Teresa Aller, desde el CEIP Vicente Arias de la Maza (Vilatuxe, Lalín). Sus palabras ponen el acento en una lección que este curso obligó a olvidar: se acabó el compartir. Este fue el año de cada uno lo suyo. Pese a todo, señala que los escolares se adaptaron muy bien a todo lo que se les pidió, desde la distancia a la mascarilla.

Juegos para despedir el curso en el colegio de A Bandeira. Bernabé/Javier Lalín

“Fue un año duro y agotador”, opina Maribel Vilela. Para ella supuso un esfuerzo a mayores, ya que este curso fue su primer año como directora del CEIP de Merza. “Estamos todos agotados, física y mentalmente”, reconoce. Añade que también resulta “desmotivador porque, a quien le gusta esta profesión, le gusta el contacto con los niños. Los profes somos de tacto, de acercamiento. Enseñar escritura sin poder cogerle la mano a un niño...”, señala, para luego reconocer que resulta frustrante no poder hacer cosas que antes formaban parte del día a a día de la rutina académica y que entiende que ayudarán a conseguir mejores resultados. “Ellos se portaron muy bien. Estamos todos muy orgullosos de los niños. Si nosotros notamos esa falta de contacto físico, imagínate ellos. Los niños son de tocar, de abrazar... Esperemos que el verano y el tiempo todo lo curen”, deseó.

Antes de entregarse a las vacaciones, los alumnos dedican estas últimas horas a celebrar el fin de un curso que puso a toda la comunidad educativa a prueba. Es el momento de pequeños actos festivos –como los celebrados ayer en el colegio de A Bandeira y en la unitaria de Donramiro– o de hacer fotos para el recuerdo. En este sentido, la ANPA Picariños de Figueiroa cumplió con la tradición de regalar una foto de grupo a los estudiantes que completan su educación Primaria. Como el de 2020 fue un curso de quedarse en casa, la asociación pudo reunir a estos estudiantes para que ellos también digan adiós a estas aulas.

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