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Un chalé para viajar a los años 50

Una vivienda de estilo modernista en Merza despierta el interés de compradores para reconvertirla en spa, en centro para terapias con animales o incluso como plató de series

La vivienda se ubica en una parcela de 5.000 metros cuadrados. // Daniel González Alén

Hablar del movimiento modernista en arquitectura es pensar en el poblado minero y los equipamientos de Fontao que diseñó César Cort entre 1953 y 1958. Pero no es el único ejemplo de este estilo que hay en Vila de Cruces. Muy cerca, en la parroquia de Merza, en A Moa, se erige una vivienda que sus vecinos conocen como "chalé" y que se construyó también a mediados de los 50 siguiendo los patrones modernistas: grandes ventanales horizontales para conseguir interiores diáfanos, plantas asimétricas y fachadas austeras. Su actual dueña, Tania Fernández, recuerda que la construcción consiguió un premio por su singularidad arquitectónica, y de ahí que el investigador Daniel González Alén, reclame en su perfil de Facebook, algún tipo de protección desde el PXOM para este inmueble.

Y lo merece, tanto por su estilo constructivo como por la historia que guarda entre sus paredes. González Alén recompone su historia con la ayuda de vecinos. La vivienda fue construida por Juan Carlos Santaló Ponte, un fiscal militar cuyo padre, Ramón Santaló Villar, trabajó como escribano y juez en Lalín a principios del siglo XX. Juan Carlos Santaló , durante la Guerra Civil y años posteriores, trabajó como teniente fiscal honorífico en Asturias, de donde trajo a Merza varias obras de arte y otros objetos requisados a personas sospechosas de pertenecer al bando republicano. Se casó con una asturiana y durante un tiempo la familia vivió en A Moa, hasta que una hija perdió la vida en un accidente de autobús cerca de Ponte Sulago.

Esta desgracia, relata González Alén, motiva que la casa se venda a Remigio Fernández, un emigrante de la zona que hizo fortuna y fama en Venezuela, pues fue vicepresidente de la Company Petróleos de Venezuela y después presidente de la Promotora de Empresas Socialistas, dedicada a la fabricación de plásticos. El nuevo dueño solía pasar temporadas en la mansión, hasta que se instalaron en ella su hermana, Carmen Fernández, y el esposo de ésta, Emilio Montilla, como relata la actual propietaria. La pareja vivió durante unos 38 años en esta casa, hasta que construyeron una vivienda propia al lado. Emilio trabajó durante mucho tiempo en las minas de Fontao, y Carmen se dedicaba a la costura.

La vivienda lleva en torno a 10 años deshabitada. Ahora, se ocupa de las tareas de mantenimiento de la finca un tío de Tania Fernández. Antaño, la parcela lucía fuentes, estatuas de ornamento y frisos de azulejos, como apunta González Alén. Hoy , en el jardín no quedan restos de estas esculturas, pero aún le planta cara al paso del tiempo y luce señorial con sus palmeras y un ciprés.

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