La sección segunda de la Audiencia Provincial dejó ayer visto para sentencia el juicio contra el dueño, un camarero y dos prostitutas del club de alterne Cisne, de Agolada. Ayer declararon dos de las tres testigos protegidos, las mismas que interpusieron la demanda en 2007. Tal y como relata la abogada de estas tres mujeres, Luisa González, también prestaron declaración forenses del Imelga y los policías que participaron en el registro del local, hace casi siete años. En dicho examen se incautó la caja registradora, con 5.274 euros, y un cajón dentro de la barra, en poder de una de las alcahuetas y con 1.225 euros y 450 reales brasileños en su interior.

Los forenses declararon por videoconferencia y corroboraron que las testigos protegidas sufren trastornos de estrés postraumático, tal y como aparece en los informes médicos que la abogada aportó como prueba. Dicho estrés es fruto de la retención a que se veían sometidas en el local mientras no saldasen la deuda de 3.000 euros que contraían nada más llegar a España. Es más, una de las testigos fue objeto de una agresión sexual por parte de un cliente y, tras comunicárselo al camarero, éste no tomó ninguna medida.

Por parte de los acusados prestó declaración una prostituta que comenzó a trabajar en el club Cisne con posterioridad a los hechos, con lo que Luisa González asegura que su testimonio no puede ser útil a la hora de juzgar este caso. La Fiscalía imputa a los acusados un delito de inmigración ilegal, otro de tráfico ilegal de mano de obra y un tercero contra los derechos de los trabajadores. Las penas que solicita la acusación pública ascienden a 16 años de prisión para cada uno. A estos tres delitos la abogada de las demandantes añade otros dos, un delito de amenazas y otro de coacciones, ya que en varias ocasiones se avisó a las jóvenes de que se matarían a parientes suyos de Brasil si no seguían ejerciendo la prostitución. De este modo, la acusación particular pide una pena de 17 años y medio de prisión tanto para el dueño del club como para el camarero y las dos mujeres que captaban a las jóvenes en Brasil.

Seguridad laboral

Luisa González alerta de que la situación que se vivió en ese club es idéntica a la que tienen que soportar las prostitutas de cualquier lugar similar. "Estas cuestiones tienen que ser condenadas, porque no puede esclavizarse a la gente como si fueran objetos o carne, en un lugar donde apenas conocen el idioma",