Aproximarse a la figura de Xosé Neira Vilas es hacerlo de manera irremediable a la literatura gallega de primera magnitud. Su libro Memorias dun neno labrego acaba de cumplir medio siglo sin haber perdido vigencia alguna y continúa manteniendo el récord de haber sido la novela más traducida y vendida de la producción literaria de Galicia. Mañana, Lalín inicia sus "Xornadas Monográficas sobre Xosé Neira Vilas. 50 aniversario de Memorias dun neno labrego" con la inauguración de la exposición titulada "Querido Balbino 1961-2011. Cincuenta anos de Memorias dun neno labrego", a las 12 horas, en el vestíbulo de la Casa Consistorial de la cabecera comarcal dezana. Simultáneamente, a lo largo de la próxima semana, varios centros educativos lalinenses albergarán distintas actividades con la presencia de destacados profesores orientadas a divulgar la figura de este escritor que nos recibe en su residencia de Gres rodeado de libros y lamentando las molestias que le producen las secuelas de una reciente intervención quirúrgica en su espalda.

–¿Qué opinión le merece la ingente cantidad de homenajes que está recibiendo su libro con motivo de su 50 aniversario y, en especial, que le den el nombre de una calle de Lalín?

–Me pareció muy bien. Creo que es la primera vez en Galicia que una calle lleva el nombre de una obra literaria. Recuerdo que me llamó el alcalde Crespo para decirme que querían conmemorar los 50 años de la obra y que era lógico que esos festejos terminasen en la comarca de Deza, que es dónde nació el autor y el personaje principal de la novela. Porque Balbino alude constantemente a esta comarca, aunque el personaje naciera literariamente en Argentina. Recuerda que incluso, cuando habla de los carnavales, también hace alusión a los generales del Ulla y todo.

–¿Cómo vivió la polémica en torno a la solicitud de algunos vecinos de Lalín para que cambiasen el nombre por otra más corto?

–Yo no participo en esa polémica porque para mi es muy honroso y conmovedor que quieran ponerle el nombre de la obra a una calle. De todas formas, hay calles en Madrid como Menéndez Pelayo que tienen un nombre mucho más largo que este. No creo que la longitud del nombre tenga que ser un problema porque incluso se le podría poner Memorias a secas y no pasaría nada (risas). Tengo una calle con mi nombre en varios sitios, pero pienso que lo del libro es más original. Por eso digo que no entro en la discusión. Es algo muy bonito y a mi me hace mucha ilusión.

–¿Alguna vez pudo imaginar que su libro iba a tener la repercusión actual tanto dentro como fuera de Galicia?

–Es bonito que 50 años después de haberlo escrito en una cafetería de Buenos Aires se esté celebrando aquello en Galicia y yo lo pueda estar viendo porque sigo vivo. Además, que tenga hoy en día esta acogida es increíble. Llevo desde el mes de enero recorriendo colegios de toda Galicia y los niños todavía me siguen haciendo preguntas sobre el libro y su personaje.

–¿Qué es lo que quieren saber los niños gallegos actuales sobre Balbino y su mundo?

–De todo. En Tui, una niña me preguntó si lo que salía en la novela era verdad, si era autobiográfica. En Bertamiráns, por ejemplo, me preguntaron si la maestra, Eladia, había existido o si había entonces niños malos como Manolito e incluso me preguntaron por Pachín, el perro, y por la emigración y la polémica que aparece sobre ella en las páginas del libro. Hace una semana, en Trives, pusieron una placa en la Casa da Cultura donde se hace referencia a la polémica sobre la emigración que aparece en el libro.

–De todas formas, las numerosas reediciones del libro demuestran que sigue estando vigente hoy en día.

–Sin duda. Primero se publicó en Buenos Aires y tardó mucho en publicarse aquí. Después, como dices tú, se empezó a reeditar muchísimas veces y todavía hoy se reedita en idiomas impensables cuando lo escribí. Recuerdo que una vez le pregunté a un filólogo alemán qué interés podría tener para un niño alemán la vida de Balbino y me contestó que para un crío de Berlín o de Francfurt las vivencias de Balbino le son muy interesantes y, también, para un niño de cualquier otra parte del mundo. El genial Alejo Carpentier también me dijo hace tiempo que una vez que publicas un libro, éste deja de ser tuyo y pasa a ser del público que lo lee. Él decía que a los escritores nos pasa, cuando sacamos a la calle un libro, como con el circo cuando dicen aquello de que el espectáculo va a empezar.

–¿Cuál ha sido la traducción que más le ha llamado la atención de todas las que ha recibido hasta la fecha Memorias dun neno labrego?

–Me sorprendió mucho una versión teatral de la obra en lengua maya que se hizo hace años. La habían representado todas las comunidades campesinas de tres estados mejicanos y tuvo tanto éxito que, al año siguiente, hicieron una temporada completa por esos mismos estados, pero en lengua maya, porque todos los actores eran mayas. El niño que hacía de Balbino era un pequeño maya. También me llamó la atención la reciente traducción al chino y la ruso. El libro recorrió la extensa red de escuelas de idiomas que tenía la Unión Soviética. Me alegró mucho saber que lo habían traducido al esperanto o que la ONCE hiciera una versión para ciegos. Creo que ahora lo están traduciendo al japonés. Está visto que los problemas de los adolescentes se entienden en todas partes.

–Es una pregunta manida siempre que se habla de una obra de esta envergadura, pero ¿cuánto hay de autobiográfico en esta novela?

–Es evidente que, en parte, se trata de mi infancia, pero sólo en parte. Desde luego, la anécdota no es autobiográfica porque yo, por ejemplo, no tuve que irme de casa como pasa en la novela. Lo que sí es mío es el ambiente geográfico y social del libro. Lo otro es creación y un hecho probable, claro.

–La última vez que hablamos me comentó la posibilidad de publicar en un futuro un compendio de relatos inéditos de su esposa, Anisia Miranda. ¿Cómo va el proyecto?

–Es cierto. Anisia dejó diversos textos, cuentos, artículos e incluso poesía en gallego dedicada a una viejecita que deberían de publicarse. Como te comenté entonces, pienso recuperarlos junto a una biografía suya y, también, algunos de los diarios inconclusos empezados tanto aquí como cuando vivíamos en Cuba. La idea es poder publicarlos algún día, pero todavía no sé cuándo podremos hacerlo. El aniversario de Memorias dun neno labrego me ocupó mucho tiempo durante este año y apenas pude dedicarme a seguir recopilando cosas que aún hoy encuentro en nuestra casa.

–Antes habrá que terminar de homenajear a Balbino y a su pequeño universo.

–Desde luego. Será todo un honor para mi poder asistir a las celebraciones que se están programando en Lalín con motivo de este aniversario.