El pintor lalinense Antón Lamazares está a punto de estrenar su primera gran retrospectiva, que tendrá como escenario el Museo de Pontevedra desde su inauguración el próximo viernes 25. Este vasta colección expondrá 130 obras del artista de Maceira que explicarán bien a las claras la evolución de su pintura desde que en 1979 obtuvo una beca de estudios de la Diputación Provincial de Pontevedra para viajar a París con el propósito de completa su formación.

De este modo, la exposición cierra un periplo de tres décadas de recorrido vital y profesional y supone una vuelta, al menos momentánea, a los orígenes artísticos del autor. La muestra, comisariada por la ex directora del Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), Gloria Moure, se distribuirá entre la planta baja y la tercera del nuevo edificio de la pinacoteca provincial. En cuanto al contenido, cabe destacar que las obras en exposición proceden de colecciones privadas, del propio artista y, en algún caso, de trabajos inéditos recientemente elaborados en el estudio de Berlín, ciudad en la que reside.

La retrospectiva, que se prepara como el gran acontecimiento artístico de la provincia para este año, mostrará bien a las claras la influencia que tienen las vivencias rurales de su niñez en Maceira y la religiosidad de sus primeros estudios en el convento franciscano de Herbón en la pintura de Lamazares, en el que también destaca cierta vocación de poeta.

El pintor tiene fuertes influencias del escritor y periodista Álvaro Cunqueiro y del también artista José Otero Abeledo "Laxeiro" prácticamente desde sus comienzos en el mundo de la pintura en 1972, aunque dentro del movimiento contemporáneo que intentaba despegar en Galicia. De esos primeros años surgieron exposiciones en Santiago, Vigo, Pontevedra y Madrid, donde se aprecia el influjo de Laxeiro por los contornos gruesos de formas abstractas.

Tras su paso por París, se convirtió en el primero gallego de la generación Atlántica reconocido en Madrid, aunque ello no le impidió seguir apareciendo por Galicia y presentándose a las bienales de Pontevedra, momento en el que comienza a introducir formas figurativas en las que mezcla el expresionismo con el surrealismo.

En 1982 inició su despegue artístico en el panorama internacional con muestras en Bélgica o en la feria Arco, donde se aprecia la introducción de barnices satinados y brillantes. Un lustro después se traslada a Nueva York y crea la serie Xanelas e Sellos para exponer en prestigiosas galerías de La Gran Manzana y de Madrid. Su pintura evoluciona sobre la influencia de técnicas bizantinas, creando obras bifrontes trabajadas a ambos lados del lienzo. Además, desde una nueva estancia en París en 1990, se percibe un estallido emocional a través del color. Durante esos años, se centra en ofrecer una visión del paisaje gallego como nueva referencia a sus raíces rurales de Maceira empleando barnices y resinas acristaladas sobre cartones y maderas recicladas.

Entre sus últimos proyectos se encuentra una muestra en Budapest, patrocinada por el Seacex, y la apertura de un taller en Berlín donde desarrolla actualmente su arte.